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janvier /juin 2007 - janeiro / junho 2007

Del "Angel del hogar" a la " obrera del pensamiento" Construcción de la identidad socio-histórica y literaria de la escritora peruana del siglo diecinueve.

Fanny Arango-Keeth

 

Resumen

En este artículo se explora los paradigmas que tres escritoras peruanas del siglo XIX—Carolina Freyre de Jaimes, Mercedes Cabello de Carbonera y Clorinda Matto de Turner—utilizaron para construir su identidad social e histórica como mujeres y escritoras.  En este esfuerzo, se observa una evolución de una identidad visionaria hasta una identidad revolucionaria.  Desafiando a una sociedad altamente patriarcal y hegemónica, estas escritoras provincianas, lograron trascender las fronteras del espacio privado y ubicarse como sujetos “que hablan” dentro del espacio público del momento histórico que les tocó vivir.Se analiza en particular tres ensayos que marcan la dedicación de las escritoras a crear espacios escriturales para resaltar la obra de la mujer como sujeto histórico, transformador de la sociedad: (1) “Flora Tristán”de Carolina Freyre de Jaimes (1876); (2) “La influencia de la mujer en la civilización” de Mercedes Cabello de Carbonera (1885); y el último, “Las obreras del pensamiento en la América del Sud” de Clorinda Matto de Turner (1902). 

Mujeres, ilustraos: aspirad a la gloria, cuyo resplandor es tan vívido que puede iluminar siglos, generaciones y mundos sin aquel brillo efímero del oro[1]

Muchos escritores, historiadores y sociólogos se han ocupado de la influencia que ejerce la mujer en la obra de la civilización [...], pero muy pocos la estudian bajo el punto de la acción directa[2]

                                                    Clorinda Matto de Turner

 

Introducción

Lea Fletcher sostiene que el estudio de la producción cultural y literaria de las escritoras latinoamericanas del siglo diecinueve debe contribuir a hacer visible tanto una obra que ha sido ignorada como una tradición que ha sido borrada (Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX). A esta afirmación, añadimos que tal estudio debería también orientarse hacia la reformulación del canon literario latinoamericano en el cual la escritura de la mujer del diecinueve  ha permanecido sobrepresentada o, en su defecto, ha sido suprimida.  Para la crítica literaria de nuestro continente—crítica de corte patriarcal—dichas escritora han sido tradicionalmente percibidas como románticas, naturalistas, positivistas, encadenadas al eslabón de productoras de una literatura “menor” o “secundaria”, de acuerdo con la definición que para este tipo de literatura proponen Delueze y  Guattari. 

El estudio también debería servir para crear las condiciones necesarias y permitir que sea la propia voz de las escritoras la que participe directamente mediante lo dicho por sus obras en la reescritura de su propia tradición cultural y literaria, presentando tales obras dentro de los márgenes adecuados de una interpretación feminista en la que se preste atención a temas tales como la representación del género y de la identidad.  Ello  permitiría establecer  un contexto socio-histórico y cultural adecuado  en el cual se podría distinguir la importancia que el proyecto cultural y literario de estas escritoras tuvo dentro de los límites impuestos por una formación cultural y discursiva en la que tuvieron que luchar y resistir los embates que contra su género practicó la sociedad patriarcal que estas escritoras se encargaron de subvertir con  una escritura visionaria  primero y luego revolucionaria desde la impronta de un esfuerzo común, coordinado y sostenido. 

Cautivas, perseguidas, exiliadas, recluidas por sus ideas, las escritoras latinoamericanas del siglo diecinueve forman la avanzada cultural para las mujeres del siglo veinte.  En el caso peruano, la labor de la escritora del siglo diecinueve debe ser interpretada dentro de dos momentos.  El primero coincide con el desarrollo de las condiciones sociohistóricas requeridas para el logro de la igualdad de la mujer en la esfera pública y privada que corresponde al surgimiento de la figura de la mujer/escritora visionaria; y el segundo momento se relaciona con el paso a la acción por parte de la mujer/escritora revolucionaria quien se encarga de tomar la posta del pensamiento precursor.  La mujer/escritora visionaria negocia los espacios de presentación y discusión publica de su agenda cultural y literaria con la sociedad patriarcal a fin de autogestionarse espacios de difusión e intercambio de sus ideas y de sus obras.  Para ello, pretende adecuarse al paradigma de roles que le ha sido impuesto.  Así por ejemplo, dentro del primer momento mencionado anteriormente, Carolina Freyre de Jaimes (Tacna, Perú 1844- Buenos Aires, Argentina 1916) sostiene como mujer visionaria ya en 1876 que:

No sé hasta que punto hayan desaparecido las antiguas preocupaciones que negaban á la mujer toda participación en las nobles contiendas del pensamiento; no sé si existe la convicción de que el odioso tipo de la literata ha desaparecido, y que en su lugar queda la mujer ilustrada, fuerte y animosa que sin embargo de emplear todo su actividad en los dulces y tranquilos quehaceres del hogar, va empujada por esa corriente impetuosa que se llama civilización, hacia la noble senda del saber y del progreso. Es ya una realidad por demás justificada la que la pluma y la aguja no se excluyen[3].  (p. 14)  

En el segundo momento de la producción cultural y literaria, observamos que se radicaliza el discurso de la escritora y llega a constituirse en el discurso de la mujer  revolucionaria, discurso que cuestiona y subvierte los aparatos ideológicos y las instituciones de la sociedad patriarcal.  La radicalización discursiva se presenta acompañada por la acción revolucionaria.  La mujer comienza su militancia política y abiertamente expone sus ideales basándose en su derecho a pensar y hablar, como observamos por ejemplo en la siguiente aseveración de Clorinda Matto de Turner (Cuzco, Perú 1854- Buenos Aires, Argentina 1909) en la que explica su militancia en el Partido Constituticional:

Nosotros pertenecíamos al número de los del orden.  Servíamos al Partido Constitucional, por la convicción de sus honrosas tradiciones, porque él nació bajo la bandera de la defensa del Perú contra el invasor, porque de su seno salieron los que sin cobardías desertoras ni apostastías calculadas, fueron siempre con el lema de la Patria.  Nuestra lealtad para con el señor don Andrés A. Cáceres era otro vínculo para seguir el glorioso pabellón por él sostenido, y, si cometimos el pecado de mezclarnos en política, fue por el derecho que existe de pensar y de expresar el pensamiento.  (Boreales, miniaturas y porcelanas p. 24)

En el presente estudio analizaremos el paradigma de identidad socio-histórica y literaria que la escritora peruana del siglo diecinueve construye con la finalidad de inscribir tanto su identidad genérica como su identidad creadora. Para tal efecto, hemos seleccionado tres ensayos producidos en tres coordenadas históricas distintas. El primero, "Flora Tristán. Apuntes sobre su vida y obra" de Carolina Freyre de Jaimes fue presentado como conferencia en el Club Literario de Lima el día 4 de febrero de 1875 y luego publicado en Anales de la Sección de Literatura, revista publicada por el mismo club en 1876. El segundo, es el ensayo de Mercedes Cabello de Carbonera “La influencia de la mujer en la civilización” que apareció en la revista Perlas y flores en 1885 y que luego se convirtiera en un estudio más extenso, y el tercero pertenece a Clorinda Matto de Turner y se titula “Las obreras del pensamiento en la América del Sud”, presentado como conferencia en El Ateneo de Buenos Aires el día 14 de diciembre de 1895, siendo luego publicado en 1902 en el libro Boreales, miniaturas y porcelanas

Identificadas por un juicio crítico contradictorio en la época como “estimable escritora” en el caso de Freyre de Jaimes, “hereje” en el caso de Matto de Turner,  o “marisabidilla” como en el caso de Cabello de Carbonera[4], estas escritoras, todas hijas de las provincias peruanas, asumieron el “riesgo de ser mujer” como lo señala Ana María Portugal “en un medio, no sólo pacato y tradicional, sino fuertemente aferrado a los mitos de la colonia”  (Mercedes Cabello o el riesgo de ser mujer 9).

Las tres escritoras que hemos mencionado contribuyeron a crear una intensa corriente de opinión pública abordando especialmente temas de índole feminista en su quehacer periodístico[5]. Las tres abogaron por la ilustración de la mujer como única respuesta para contrarrestar y subvertir el estado de subordinación en el que se encontraba su género. Las tres participaron en la creación y dirección de diarios y revistas dentro del fenómeno conocido como el de las mujeres literatas que como señala Portugal ocurrió en el Perú entre 1870 y 1890 (p. 5).

El ensayo de género

Hemos seleccionado el género ensayo debido a que este tipo de discurso persigue la necesidad de mostrar una realidad concreta y de incentivar mecanismos de apelación que presenten una incidencia directa en su destinatario.  Considerando que la escritura de la mujer del diecinueve se caracteriza por ser palimpséstica[6], el ensayo es el tipo textual en el que menos se presenta esta característica.  En los ensayos escritos por las mujeres del diecinueve se observa una particular atención e intención de inscribir su preocupación tanto por su “ser” y por su “identidad genérica” como bien lo señala Susan Kirkpatrick en su estudio sobre las escritoras españolas del mismo siglo[7]

Mary Louise Pratt reconoce que el tipo de ensayo que predomina en el siglo diecinueve en Latinoamérica es el denominado ensayo de identidad.  Sostiene a la vez que paralelo a este tipo de ensayo escrito básicamente por los criollos en las nuevas repúblicas, aparece otro tipo de ensayo que ella bautiza con el nombre de ensayo de género.  Pratt define a este último tipo de ensayo como “una serie de textos escritos por mujeres latinoamericanas durante los últimos 180 años, cuyo tema es el estado y la realidad de las mujeres en la sociedad moderna[8]” (“Don’t Interrupt Me.” p. 15).  Agrega que se trata de una literatura de corte contestatario que plantea el “interrumpir el monólogo masculino, o al menos desafiar el derecho que éste cree tener para mantener un monopolio sobre la cultura y la historia” (p.15).  También distingue dos tipos de modalidades con las que se presentan estos ensayos, el ensayo histórico y el ensayo analítico.  Dentro del ensayo histórico, clasifica los textos escritos como una suerte de catálogo que citan hechos históricos, nombres y obras. En el ensayo analítico, observamos que se presentan comentarios críticos sobre la situación sociohistórica y espiritual en la que se encuentra la mujer.   

Dos de los ensayos escogidos como corpus de estudio, “Flora Tristan.  Apuntes sobre su vida y obra” y “La mujer en la historia de la civilización” pertenecen al denominado ensayo analítico, mientras que el tercero, “Las obreras del pensamiento en la América del Sud” presenta una combinación de ambos tipos de ensayos. 

Contexto histórico

Showalter plantea que el interés de una crítica feminista que denomina ginocrítica[9] radica en inscribir a los textos escritos por mujeres dentro de un marco de acción que defina su rol  en una determinada formación cultural y discursiva.   En la medida en que constituimos un cuerpo social que en palabras de Kemy Oyarzún se encuentra ahormado por “una red macro y microfísica de relaciones hegemónicas de la cual no "se salva" ni la mujer, ni el poblador de las favelas o chabolas”, “(leer las prácticas femeninas (literarias o no) más allá de lo sintomático es empezar a trabajar con la mujer como sujeto plural y autogestionador (mujer-persona)” (p. 214).

Con la finalidad de efectuar esa lectura más allá de lo sintomático, se debe establecer el contexto sociohistórico en el que vivieron y escribieron Freyre de Jaimes, Cabello de Carbonera y Matto de Turner.  Durante la segunda mitad del siglo XIX se observa el paulatino cambio de roles para la mujer y su tránsito de la esfera privada del hogar (recuérdese la metáfora “el ángel del hogar”) a la esfera pública[10]. En dicha esfera, las escritoras se encuentran con una república en proceso de gestación y comienzan a identificar y destacar el activo rol que la mujer peruana en general había desempeñado en las luchas independentistas. Prueba de ello es por ejemplo el drama histórico en cuatro actos y en verso María de Vellido que Freyre de Jaimes publicara en Tacna en 1878. 

Las escritoras perciben que el fenómeno de la mujer activa en la lucha por la independencia no es un hecho exclusivo de la experiencia histórica peruana y comienza a establecer homologías entre su práctica socio-histórica y la de otras mujeres latinoamericanas.  Comienza a surgir un sentimiento genérico que hermana la acción de las mujeres latinoamericanas y van forjando su identidad como sujetos históricos con un nuevo rol: el de la defensa de la patria.  Así, Matto de Turner advierte sobre la necesidad de estudiar la influencia de la mujer en las nuevas repúblicas desde el ‘punto de vista de la acción’ cuando señala:

Muchos escritores, historiadores y sociólogos se han ocupado de la influencia que ejerce la mujer en la obra de la civilización y también en la del estancamiento del progreso humano, pero muy pocos la estudian bajo el punto de la acción directa.  Tenemos a las mujeres de Cochabamba y á las de Tucumán y Salta; recordemos a Policarpa Salavarrieta y María de Bellido en la guerra de la independencia; y en el corazón de cada héroe hallaríamos tal vez el alma inspiradora de sus hazañas envuelta en las faldas de seda de la mujer amada. (Boreales 252)

En la nueva república peruana, el orden institucional se veía amenazado por constantes conspiraciones internas que se convirtieron en luchas fraticidas.  Las escritoras reconocen el obrar partidista y conspirador del sujeto patriarcal y hacen publica su crítica a los promotores del caos institucional. Matto de Turner critica, por ejemplo, el obrar conspirador de Nicolás de Piérola, al que identifica además como inspirador de la novela El conspirador que Cabello de Carbonera publicara en 1892:

¿Cuánto duraría aquella lucha fraticida? ¿Qué desenlace presenciaríamos en breve? Seguramente el de la victoria de los coalicionistas porque en el Perú es sentenciosa la frase de que "no hay revolución que no triunfe".  Gamarra y La Fuente, Salvaerry y Santa Cruz, Vivanco y Castilla, Prado y Pezet, cuántos otros nombres vinculados á la destructora frase, cuyo poseedor entusiasta, en cincuenta años, ¡medio siglo! ha sido el señor Piérola, hasta haber inspirado con su vida de correrías y hazañas femeniles, una novela escrita con arte y verdad, gráficamente titulada: "El Conspirador".  (Boreales 28)  

En 1879, la inestabilidad política y económica que afecta al Perú, aunada a la crisis de las instituciones, presentan una sociedad dividida y hasta cierto punto anárquica.  Es entonces cuando se produce la Guerra del Pacífico.  La guerra ejerce una repercusión directa en la práctica socio-histórica de las escritoras que estudiamos[11]. De inmediato, estas mujeres se incorporan a los movimientos de resistencia directa contra el invasor chileno.  Participan no sólo en la protección de sus familias y hogares sino y sobre todo en cada uno de los proyecto de manifestación pública que afirmara la identidad nacional.  Las mujeres peruanas se constituyen en estos momentos cruciales en bastiones de la defensa de la peruanidad[12]

Durante este período, se observa una producción ensayística significativa en la que las escritoras abordan la temática de la representación de género y que difunden en periódicos y revistas que ellas mismas fundan y dirigen.  Estas actividades muestran la independencia que la mujer y escritora peruana va logrando frente al poder del sujeto y de la sociedad patriarcales y confirma la existencia de un espacio propio autogestionado para la presentación, intercambio y discusión de su práctica cultural y literaria.

Descripción general del corpus de estudio

Los tres ensayos que conforman el corpus específico de estudio pertenecen al llamado ensayo de género.  En los tres encontramos configuraciones discursivas que apuntan hacia el establecimiento del paradigma de identidad de la escritora peruana del siglo diecinueve. Los temas esenciales que las escritoras abordan son (1) la ilustración de la mujer, (2) la diferenciación del hacer literario de la mujer y del hombre, (3) la confrontación de la escritora con los aparatos ideológicos del estado y de sus instituciones, (4) el papel de la escritora como sujeto de transformación social.   

Los ensayos de Freyre de Jaimes y de Matto de Turner tienen el común el haber sido  presentados originalmente en forma oral.  Freyre de Jaimes presentó su estudio “Flora Tristán.  Apuntes sobre su vida y obra” en la sesión del 15 de julio de 1875 en el Club Literario de Lima, siendo el texto de su conferencia posteriormente publicado en el segundo año 1875-1876 de la revista Anales de la sección de literaria que editara el mismo club. Matto de Turner presentó su estudio “Las obreras del pensamiento en la América del Sud” el 14 de diciembre de 1985 en el Ateneo de Buenos Aires, siendo luego publicado en su libro Boreales, miniaturas y porcelanas que aparece en 1902.  

Hemos indicado que entre cada uno de los tres ensayos media un paréntesis temporal de diez años, aspecto que nos permite establecer las variables constantes y evolutivas del pensamiento de las escritoras en cuanto a su identidad genérica y literaria.  A continuación, describiremos brevemente cada uno de los ensayos comprendidos en este trabajo. 

En el ensayo de género analítico, “Flora Tristán.  Apuntes sobre su vida y obra”, Freyre de Jaimes aborda esencialmente la valoración crítica del libro Peregrinaciones de una paria publicado en París por Flora Tristán. Aparte de reconocer los méritos literarios y las limitaciones que juzga de “índole ideológica” en la obra de Tristán,  la escritora tacñena destaca la capacidad observadora de la francesa y reconoce en su hacer literario una destreza  que la lleva a afirmar que “(en el género descriptivo, la pluma de Flora Tristán es inimitable”  puesto que ingresa “en los insondables pliegues del corazón humano para dar al mundo el espectáculo de una ciencia nueva en la mujer, como es la de conocer el origen de los males sociales por medio del estudio del individuo” (p.45). 

“La influencia de la mujer en la civilización” es un ensayo de género de corte analítico en el cual Cabello de Carbonera presenta su tesis sobre la necesidad de ilustrar a la mujer puesto que en ella radica la esencia de la transformación social.  Utiliza como estrategias discursivas (1) la descripción del contexto histórico y cultural del siglo diecinueve; (2) la descripción de la práctica socio-histórica del sujeto masculino del siglo y (3) la crítica socio-histórica de los males de la civilización destacando por ejemplo, las limitaciones del fanatismo político e institucional.  La única “cura” para todos los males del gran siglo según la escritora moqueguana reside en la promoción intelectual de la mujer para “combatir” los errores de los hombres:

Para combatir estos males inmensos que nos invaden y parece que van matando nuestra tranquilidad, no hay más que un remedio que á nuestros débiles alcances nos parece ser el único posible.

Ilustrar a la mujer.¡Cuántos males de gran trascendencia se evitarían, si se curara el que hemos señalado!La instrucción de la mujer es el enemigo más poderoso contra el excepticismo de unos y el fanatismo de otros.Para que la mujer al unirse al hombre pueda combatir por medio de la persuasión sus errores, y elevar su alma al verdadero conocimiento de Dios, es preciso que él no vea en ella un ser débil, sumido en la ignorancia y privado de la luz de las ciencias. Para que ella pueda combatir los errores del hombre, es preciso darle una instrucción sólida y vasta.  (114)

Finalmente, Matto de Turner se concentra en la descripción del papel de la escritora latinoamericana como sujeto activo en los ideales de transformación social  y en la enumeración de todas las escritoras cuyo aporte juzga significativo en el campo literario y cultural.  Destaca sobre todo la versatilidad de la escritora latinoamericana, mencionando en particular su actividad periodística, actividad que les permitió la creación de un espacio autónomo en el cual plantear y debatir sus ideas sobre la necesidad de mejorar la condición intelectual de la mujer en las nuevas repúblicas latinoamericanas.  La escritora cuzqueña enfatiza el alcance del hacer histórico, cultural y literario de  la escritora  latinoamericana como parte de un proyecto cultural común.  En la primera parte, que corresponde a la sección analítica, Matto de Turner describe la trayectoria de lucha de la mujer - en términos generales - enmarcándola en el contexto histórico de la época. En la segunda parte, la sección histórica, presenta un panorama de todas las escritoras americanas, incluyendo  referencias a  escritoras centroamericanas y mexicanas. 

La inscripción de la identidad genérica

La inscripción de la identidad genérica se constituye en una de las preocupaciones centrales de estas escritoras que es tematizada sobre todo en su labor periodística. Con ello persiguen la diferenciación de su género y de su práctica socio-histórica, a la vez que crear las condiciones necesarias para autorizar su palabra teniendo en mente un público lector femenino en el que intentan crear paradigmas particulares de percepción genérica.  Así,  Freyre de Jaimes, al presentar su ensayo en el Club literario, enfatiza que los juicios que emite sobre Flora Tristán provienen de una mujer que escribe sobre otra mujer:

El trabajo de hoy, más que una labor intelectual, es el fruto de la observación, el brote del sentimiento en que se mezclan el amor patrio con el amor a las letras es el juicio que emite una mujer acerca de otra mujer, empleando en vez del talento que le falta, el corazón que posee... (p. 16)

De igual modo, cuando describe el hacer literario de la escritora francesa sostiene que “Flora Tristán como mujer, es el orgullo de nuestro sexo; como escritora, es una de las glorias literarias de la Francia!” (46), distinguiendo en ella las cualidades de una “mujer superior”, tipo de mujer que Freyre de Jaimes  contrapone al tipo de la “mujer liberal”, en una crítica contra cierta práctica feminista que en su momento considera extrema o excesiva. 

Clorinda Matto de Turner en un acto escritural más revolucionario, inscribe su identidad genérica y además destaca los intereses que en tanto sujeto femenino le son específicos:

Mujer, é interesada en todo lo que atañe a mi sexo, he de consagrarle el contingente de mis esfuerzos que, seguramente, en el rol de la ilustración que la mujer ha alcanzado en los postrimeros días del siglo llamado admirable, será un grano de incienso depositado en el fuego sacro que impulsa el carro del progreso, y, aunque éste no producirá la columna de luz que se levanta en los Estados Unidos del Norte, pretendiendo abarcar la América, él dará, siquiera, la blanquecina espiral que perfuma el santuario. (p. 246)

Asímismo, traza la historia de la lucha de las mujeres por su libertad, reconociendo tres momentos que corresponden al hacer subversivo, el hacer insurrecto y el hacer revolucionario del sujeto femenino.  En el primer momento, compara el estado virtual de la lucha feminista con el silencio subversivo de los Sannayassis-Nirwanys de los vedas: 

A semejanza de los Sannayassis-Nirwanys de los Vedas, que enseñaban en voz baja, en las criptas de los templos, plegarias y evocaciones que jamás se escribieron, la mujer, silenciosa y resignada, cruzó barreras de siglos repitiendo apenas, con miedoso sigilo, las mágicas palabras: libertad, derecho. (p. 246)

Luego, en el segundo momento que corresponde al hacer insurrecto, destaca el estado latente de la lucha feminista, haciendo referencias a acontecimientos históricos que permitieron el paso de la mujer a la acción del espacio privado al espacio público:  “ así como el choque de la piedra pedernal y el acero brota la chispa, al golpe de dos martillazos, uno en el Gólgota, otro en la Bastilla, centelló la luz para la causa de la mujer, quedando en la ceniza del obscurantismo las cadenas que sujetaban su cuerpo y embrutecían su alma” (p. 246).

En el tercer momento, destaca el hacer revolucionario de la mujer como sujeto productor de objetos culturales que para la época quedaba fuera de los roles tradicionales que la cultura patriarcal había asignado a su género:

En estas condiciones se sembró la semilla que, germinando durante tan enorme lapso de tiempo, brotó y se desarrolla, con proporciones gigantescas en el terreno fértil de nuestra América.  Hoy, puede afirmarse que es ya el árbol fuerte como los cedros bíblicos, bayo cuya fronda trabajan millares de mujeres productoras, que no sólo dan hijos á la patria, sino, prosperidad y gloria! Estas son las OBRERAS DEL PENSAMIENTO [...] (p. 250)

Matto de Turner critica incluso al sujeto patriarcal interesado en perpetuar los roles tradicionales asignados a la mujer haciendo referencia a los “obscurantistas, los protervos y los egoístas interesados en conservar a la mujer como instrumento del placer y de obediencia pasiva” (p. 247) .

La forja de la identidad literaria

Las tres escritoras plantean sus observaciones sobre el rol del escritor en las nuevas repúblicas siendo Freyre de Jaimes la que se detiene en la reflexión sobre este tema: 

Si es útil para el progreso de los pueblos ayudarlos en el estudio de los hombres, si la apreciación de nosotros mismos es el preámbulo necesario para el desarrollo de nuestras facultades, si es incontestable, en fin, que las obras mas provechosas son las que hacen conocer al individuo en las diversas fases de su existencia social, también es una realidad que para alcanzar estos resultados, es preciso antes de escribir, depurar el alma en el crisol de la filosofía, apartar el pensamiento del mundo material en que viven nuestras pasiones y nuestros odios, y morar desde la altura donde se cierne la idea libre de mundanas trabas, al hombre en si mismo, al hombre en su aspecto moral y material [...] (22)

      Freyre de Jaimes plantea a la vez la diferencia entre el hacer literario del hombre y la mujer, identificando las características inherentes al ejercicio literario que es exclusivo de la experiencia del sujeto femenino:

Para juzgar las obras literarias de los hombres, basta una razón clara y una inteligencia cultivada; para juzgar las de una mujer, la razón es siempre fría, la inteligencia mas vasta producirá elocuentísimos discursos, pero discursos que harán brotar en el lector pensamientos, en vez de agitar las cuerdas sensibles de su corazón.Bastan estos pormenores para adivinar a la mujer.  Si el hombre brilla por la novedad de sus ideas, por lo florido de su lenguaje, la mujer se distingue por la minuciosidad de sus observaciones, por el tacto delicado con que aprecia las mas pequeñas circunstancias, por la claridad con que bosqueja ciertos cuadros de la vida real, nada se escapa á esa honda percepción del sentimiento empleado por la mujer hasta en las mas pueriles variaciones de la existencia humana, nada se escapa á esa previsora mirada que sondea hasta el fondo y vé mas allá de lo que la mas grande inteligencia del hombre puede abarcar.  (p. 15 )

De otro lado, observamos el valor simbólico que el título del ensayo de Matto de Turner adquiere en relación con la selección del vocablo “obrera del pensamiento”.  En una lectura del código modelizador secundario, “obrera” adquiere la connotación de sujeto en constante trabajo además de participar con otros sujetos en las redes de producción de objetos culturales y literarios.  En su ensayo, la escritora cuzqueña describe el rol de heroína que la escritora latinoamericana desempeña en tanto productora de bienes culturales:

Para ocuparnos, de una vez, del estado de la ilustración de la mujer americana, la buscaremos en aquellas que porta-estandartes de la legión empeñada en la gran evolución social, han desafiado, desde la ira alta, hasta el ridículo bajo, para ir siempre adelante con la enseña civilizadora.Me refiero a las mujeres que escriben, verdaderas heroínas que, con el valor de Policarpa Salavarrieta, aceptando la muerte antes que delatar los secretos de su patria y con la convicción de los mártires en la verdad de la obra, luchan, día á día, hora tras hora para producir el libro, el folleto, el periódico, encarnados en el ideal del progreso femenino.  (p. 251)

      Sin embargo, dicho accionar heroico no presenta ningún tipo de aliciente según la opinión de esta escritora:

La gloria.  Oh! la gloria, que casi siempre arroja sus laureles sobre el ataúd, donde han caído derribadas por el hambre del cuerpo ó los supremos dolores del alma!

No importa!

Con la planta herida por los abrojos del camino y la frente iluminada por los resplandores de la fe en los destinos humanos, ellas, las obreras del pensamiento, continuarán laborando.  (p. 252)

      También destaca la lucha de la escritora contra la estigmatización de la que era objeto por parte de la sociedad hegemónica:

La enumeración, aunque incompleta, que he hecho, sirva de recuerdo agradecido para las obreras del pensamiento en América del Sur; verdaderas heroínas, repito, que no sólo tienen que luchar contra la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción [...] (p.265-66)

La agenda  feminista

La agenda feminista de estas escritoras destaca su preocupación por la ilustración de la mujer.  Para ello, utilizan diferentes estrategias discursivas a fin de ejercer sobre el sujeto patriarcal la llamada retórica de la persuasión y  así convencerlo sobre la sensatez de esta preocupación.  Por ejemplo, recurren al discurso bíblico en el cual interpretan la existencia de una igualdad de los géneros en todos los ámbitos del obrar humano.  Cabello de Carbonera cuestiona el paradigma religioso de la época por el cual se interpretaba que mediante el matrimonio, el hombre y mujer se constituyen en dos cuerpos unidos por una sola alma: “de este modo, la unión de esos dos seres lejos de ser como dice la Sagrada Escritura ‘dos cuerpos con una sola alma’, son dos cuerpos que llegan á identificarse por sus costumbres y por sus hábitos físicos; pero dos almas que verdaderamente viven en la más completa y espantosa oposición”(p. 115).

  Del mismo modo, le garantiza al sujeto masculino que la ilustración de la mujer ayudará a mantener la felicidad de la familia:

“la inteligencia de la mujer no es hoy más que la crisálida que guarda la brillante mariposa, que libera el néctar delicioso de las magníficas flores de la virtud, fecundadas por la ciencia y producidas á la sombra de la paz y la felicidad de la familia” (p.115). 

La lectura palimpséstica que se puede efectuar de dicha declaración es que utiliza el rol tradicional de la mujer como “ángel del hogar” creado y perpetuado por el sujeto patriarcal para que éste no perciba la ilustración de la mujer como un desafío para su propia identidad genérica.

En otro caso, Matto de Turner sostiene que desde la perspectiva cristiana “el filósofo Dios” patrocina el derecho femenino a la igualdad:

El cristianismo, con su antorcha novadora, despidió las tinieblas, y en las róseas claridades de la nueva era, apareció Jesús, quien, no permitiendo que se prosternara á sus pies la pecadora de Naim, practica la doctrina que enseña. El filósofo Dios de la dulce mirada y de la túnica inconsútil, patrocina los derechos de la mujer, destinada á ser la compañera del varón, como la llama Jacolliot, descanso del trabajo: consuelo de la desgracia.  (p.247)

Cabello de Carbonera utiliza también el rol tradicional de la mujer como sujeto que se encarga de velar por la práctica religiosa de la familia para apelar a que el sujeto patriarcal promueva la ilustración de la mujer cuando plantea: “acercad á la mujer al santuario de la ciencia, para que ella á su vez pueda acercar al hombre al altar de Dios” (p.115).        

El paradigma de la escritora de la época

      Las tres escritoras construyen una identidad literaria exclusiva de su género.  Ya hemos indicado con anterioridad cómo la diferenciación del hacer literario del hombre y la mujer contribuyen a crear el paradigma de la escritora como sujeto socio-histórico que contribuye con su actividad literaria en la transformación de la realidad social.  Recordemos que la práctica escritural de la escritora del siglo XIX no era aislada, esporádica y anecdótica, sino que formaba parte de un proyecto cultural en el que se observaba una solidaria comunidad de intereses.  En ese sentido, la escritora era un sujeto informado que se encontraba al tanto de la mayor parte de la producción cultural y literaria de otras mujeres europeas y norteamericanas.  La escritora del diecinueve era también una lectora ávida y seleccionaba como base de comparación para guiar su ejercicio literario cierto paradigma de escritura femenina y feminista.  Por ejemplo, Freyre de Jaimes llama a Flora Tristán “discípula” de Jorge Sand: 

Discípula de Jorge Sand, ha heredado ese suave colorido con que esta autora francesa embellece sus obras; como ella lleva la mente hácia la realidad de los objetos, los pinta, los delinea, los presenta sin que le falte un matiz, una sombra, un claro oscuro, ni siquiera una línea.  En las descripciones de Jorge Sand, se asiste al hermoso espectáculo de la aparición del alba al rasgar las sombras de la noche, se escucha el rumor de los bosques cuando los ajita el céfiro, se contempla el aterciopelado color de las flores húmedas aun por el rocío de la aurora, se oye trinar al ruiseñor escondido entre la fronda de los árboles é inclinada la cabeza y meditabunda el alma se cree percibir hasta los rumores misteriosos, los callados himnos que exhala la creación al sacudir alegre el magnetismo del sueño.  (p. 28)

Luego menciona a  la norteamericana Harriet Stowe y  a  la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda como glorias femeninas cuya producción novelística compite con la del sujeto masculino en cuanto a su calidad, pero lo que es más importante aún, mantiene una temática que aborda la experiencia del sujeto oprimido o subordinado:

Muchas glorias femeninas han sobresalido en el arte novelesco, hemos visto á las mujeres confundirse en este terreno con los hombres y combatir con ellos en las gloriosas contiendas del pensamiento y de la inspiración.  Jorge Sand abre una era nueva á la novela en Francia, Mistress Stowe resucita el ideal bíblico en su novela “La cabaña del tio Tom,”y mientras la Europa, a pesar de la falta de unidad dramática de la obra, la ofrece como ejemplo, en la América despierta actos políticos de incalculable trascendencia; Gertrudis Gomez de Avellaneda, sostiene con vigor en España la escuela analítica y sentimental, conserva el sentimiento de su religión y de su patria [...] (p. 43)

Las escritoras no sólo construyen un paradigma de la escritora del siglo, sino que además, al destacar el carácter revolucionario de su escritura puesto que aborda el tema la experiencia del sujeto oprimido, tiene que hacer frente a todos los desafíos y sanciones de la sociedad decimonónica.  Así, Freyre de Jaimes como mujer visionaria advierte a la escritora de su siglo sobre lo que puede ocurrir si se sustrae a la ley patriarcal: “sustraerse a la ley y a las instituciones es ponerse en pugna contra el mundo” (37); mientras que Matto de Turner en tanto mujer revolucionaria, al concluir su ensayo, describe  los desafíos que las escritoras latinoamericanas tuvieron que afrontar para combatir las sanciones impuestas por el sujeto patriarcal: 

La enumeración, aunque incompleta, que he hecho, sirva de recuerdo agradecido para las obreras del pensamiento en América del Sur; verdaderas heroínas, repito, que no [...] tienen que luchar contra la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción [...] (p. 265-66)

Conclusión

 

Nuestra intención ha sido, de acuerdo con lo planteado por Gilbert y Gubar “recuperar no sólo una literatura femenina importante (y suprimida) sino también toda una historia femenina (también suprimida)”

 

En la evolución de la práctica cultural y literaria de estas tres escritoras se observa el paso de la mujer/escritora visionaria a la mujer/escritora revolucionaria. En el ensayo de Freyre de Jaimes se observa el hacer de la mujer visionaria todavía negociando y autogestionando espacios culturales y discursivos con la sociedad patriarcal, mientras que en el ensayo de Matto de Turner se observa la radicalización discursiva de la mujer revolucionaria.  El ensayo de Cabello de Carbonera presenta un estadio intermedio que podemos denominar el de la emergencia de la mujer/escritora transformadora que detecta los males del gran siglo y se alista a defender la ilustración de la mujer como arma para combatir los “errores de los hombres”. 

Las metáforas que simbólicamente describen la práctica socio-histórica y literaria de las escritoras también evolucionan: de la “conciliación de la aguja con la letra” que todavía es patrimonio de la mujer como “ángel del hogar”, se pasa a la “obrera del pensamiento” cuyo obrar simbólicamente  marca una vocación de trabajo con la escritura y una implicación de la intensidad y las fatigas que demanda dicho trabajo, además de ser efectuado en comunidad no sólo de intereses sino también de afectos. Estamos en este caso frente a un espacio autónomo que la escritora peruana del siglo diecinueve logra legitimitizar para la inscripción de su propia identidad socio-histórica y literaria, combatiendo los embates de la sociedad patriarcal de la época.

 

Nota biográfica

Fanny Arango-Keeth recibió su doctorado en literatura latinoamericana de Arizona State University.  Actualmente trabaja como profesora asociada en Mansfield University of Pennsylvania.  Se especializa en el estudio de la prosa poética de César Vallejo y en el estudio de la obra literaria y paraliteraria de las escritoras latinoamericanas del siglo XIX.  Ha trabajado en particular toda la obra de Clorinda Matto de Turner y de Mercedes Cabello de Carbonera.  También ha publicado artículos sobre didáctica de la traducción y sobre las escritoras chicanas y latinas de los Estados Unidos. 

Referências bibliográficas.

BATTICUORE, Graciela. 1999 “Lectoras y literatas: en el espejo de la ficción”.  En: Mujeres y género en la historia del Perú.  Lima: Centro de documentación sobre la mujer .

CABELLO DE CARBONERA, Mercedes. 1885. “La influencia de la mujer en la civilización”.  Perlas y flores 57,

FREYRE DE JAIMES, Carolina. 1876.   “Flora Tristán.  Apuntes sobre su vida y obra”.  Club Literario de Lima. Anales de la Sección de Literatura

GARCÍA CALDERÓN, Ventura. 1910. Del romanticismo al modernismo. Prosistas y poetas peruanos. París: Sociedad de ediciones literarias y artísticas

GILBERT, Sandra M. and Susan Gubar. 1979. The Madwoman in the Attic. The Woman Writer in the Nineteeth-Century Literary Imagination.  New Haven: Yale University Press

KIRKPATRICK, Susan. 1989.Las Románticas. Women Writers and Subjectivity in Spain, 1835-1850. Berkeley: University of California Press

MATTO DE TURNER, Clorinda. 1902. “Las obreras del pensamiento de la América del Sud”.  En: Boreales, miniaturas y porcelanas.  Buenos Aires: Imprenta Juan Alsina

MEYER, Doris.  1995. Introduction.  The Spanish American Essay: A Female Perspective”. Reinterpreting the Spanish American Essay. Women Writers of the 19th and 20th Centuries.  Austin: University of Texas Press

OYARZÚN, Kemy. 1989. "Edipo, autogestión y producción textual: notas sobre crítica literaria femenista." Cultural and Historical Grounding for Hispanic and Luso-Brazilian Feminist Literary Criticism; Hernán Vidal, ed. Minneapolis: Institute for Ideologies and Literature

PORTUGAL, Ana María.  Mercedes cabello o el riesgo de ser mujer.  Lima: Centro de documentación sobre la mujer, 1987.

PRATT, Mary Louise.  1995.“Don’t Interrupt Me: The Gender Essay as Conversation and Countercanon”.  Reinterpreting the Spanish American Essay. Women Writers of the 19th and 20th Centuries.  Austin: University of Texas Press, 10-26

SCHIERSE LEONARD, Linda.1993.  Meeting the Madwoman.  An Inner Challenge for the Feminine Spirit.  New York:  Bantan books,

SHOWALTER, Elaine. 1989. “Feminist Criticism in the Wilderness”.  Contemporary Literary Criticism. Robert Con Davis & Ronald Schleifer, eds.  New York: Longman


 

  Publicado en Historia de las Mujeres en América Latina. Juan Andreo – Sara Beatriz Guardia (Editores) Murcia: Universidad de Murcia – CEMHAL, 2002, pp. 377-395.

[1] Este pensamiento aparece en la sección “Sueltos”del semanario El Perú ilustrado el día sábado 25 de abil de 1891.

[2]  Esta apreciación procede del ensayo “Las obreras del pensamiento en la América del Sud” incluido en Boreales, Miniaturas y porcelanas. 

[3] Presentamos todas las muestras textuales con la ortografía original.

[4] Dentro de la postura crítica patriarcal, es curiosa por ejemplo la que proporciona Ventura García Calderón en relación a la vida y obra de Cabello de Carbonera cuando señala que “[e]s preciso llegar a Mercedes Cabello de Carbonera para tener la verdadera novela peruana”, agregando que por ello hay que perdonarle el haber sido bas-bleu alguna vez, licurga o marisabidilla, para decirlo en el lenguaje del gran siglo”, para finalmente identificar el obrar feminista de la escritora “(empedernida feminista, afirmaba la superioridad de la mujer peruana sobre el hombre [...].  (Del romanticismo al modernismo. Prosistas y poetas peruanos p.281)

[5]  Con respecto al impacto que los ensayos de estas escritoras ejercen en la sociedad peruana del siglo diecinueve, Graciela Batticuore destaca que “el ensayo ofreció un terreno sin escrúpulos para ejercer una retórica de la persuación que desvaneciera las reticencias de los más conservadores” (“Lectoras y literatas: en el espejo de la ficción” p. 310).

[6]  Usamos este término en las acepciones propuestas tanto por Sandra Gilbert y Susan Gubar como por Elaine Showalter.  Las primeras sostienen que se trata de una escritura que presenta una doble voz o discurso, uno “dominante” y el otro “silenciado”.  A ello, Showalter agrega que el palimpsesto es un objeto que demanda mantener en perspectiva dos textos alternativos que oscilan entre sí.

[7]  En su libro Las Románticas. Women Writers and Subjectivity in Spain, Kirkpatrick sostiene que “[l]as formaciones discursivas del siglo diecinueve en las que las imágenes sobre el ser y sobre la diferencia de géneros fueron construidas se extendieron a través de Europa, a través de Occidente, a pesar de que cada lengua nacional y cada historia se encargaron de modificarlas en cada caso en particular”(p. 2).  (La traducción es nuestra)

[8]  Todas las traducciones de citas originales en inglés son nuestras.

[9]  Ante la ausencia de un término crítico en inglés que permitiera abordar el estudio de la producción cultural y literaria de la mujer en tanto sujeto histórico y social, Showalter inventa el término ginocrítica (“Feminist Criticism in the Wilderness”, p. 461)

[10] Portugal también observa la existencia del paso de la mujer del espacio privado al espacio público y destaca las estrategias que las escritoras utilizaron para autogestionar su presencia en el espacio público patriarcal y autorizar y legitimizar su propia voz cultural y literaria:

Este enfrentamiento con el mundo público las obligó a crearse espacios propios como fueron las Veladas o las Tertulias literarias, a fundar revistas y periódicos que habrían de dar lugar a un florecimiento de la literatura femenina, fenómeno que no tiene parangón en la historia del Perú [...]. (p. 9)

[11]  Observemos cómo Matto de Turner describe el impacto que la Guerra del Pacífico tiene sobre el pueblo peruano:

La noble sangre peruana que nos sustenta parece que se agolpara en borbotones al corazón, tiñiendo los puntos de nuestra pluma, cuando queremos recordar algo de aquella guerra cruenta del Pacífico, en la cual el Perú ha pagado con la sangre se sus venas, por sus hijos, con el oro de sus vetas, con el salitre de sus sababasm con girones de su propio corazón, mutilado en Tarapacá, y con los grillos del cautiverio, remachados sobre Arica y Tacna; ha pagado, decimos, su leal proceder para con la hermana República de Bolivia; y oleajes desconocidos vienen de los misterios del pasado para avivar la ira santa de nuestra alma y fundirla luego en el crisol de la propia impotencia. (Boreales p.13)

[12] Es admirable el patriotismo de las mujeres peruanas - en particular de la mujer tacneña- durante la Guerra del Pacífico y su participación directa en el hacer subversivo contra el invasor. Las tacneñas como Olga Ghohmann de Basadre (1862-1924), organizan asociaciones patrióticas en las que confeccionan banderas peruanas con las que embanderan la cautiva Tacna; otras como Cristina Vildoso (1895-1942) participan en la división de propaganda para el plesbicito, repartiendo manifiestos, consignas y llevando la bandera peruana en alto ante la mirada atónita de las autoridades militares chilenas.

labrys, études féministes/ estudos feministas
janvier /juin 2007 - janeiro / junho 2007