labrys, études féministes/ estudos feministas
julho/dezembro 2015 - juillet/décembre 2015

 

 

Estar allá, no es solo estar allá:

narrativas de las dos únicas entrenadoras presentes en la Copa Libertadores Femenina 2015

 

Claudia Yaneth Martinez Mina

Silvana Vilodre Goellner,

 

Resumen

La séptima edición de la Copa Libertadores de América Femenina realizada del 28 de octubre al 08 de noviembre del 2015 en la ciudad de Medellín - Colombia, permitió observar una sub representación de mujeres en las comisiones técnicas de los equipos que participaron, conformando solo el 16,67%. Este estudio se propuso analizar las narrativas sobre la actuación profesional de las dos únicas entrenadoras presentes en esta edición de la competición: Fabiana Manzolillo Ramos y Emily Alves da Cunha Lima. Las entrevistas usadas para este estudio fueron recolectadas de modo virtual en reportajes, repositorios y páginas web. En los resultados fue posible identificar tres dificultades relacionadas a su profesión como técnicas siendo ellas: la incredibilidad de los directivos en sus capacidades como entrenadoras, la inestabilidad laboral y los recursos insuficientes invertidos en el fútbol femenino.

Palabras Clave: Fútbol; Mujeres; Entrenamiento;

 

Introducción

En la séptima edición de la Copa Libertadores que se llevó a cabo en la ciudad de Medellín – Colombia entre el 28 de octubre hasta el 08 de noviembre del 2015, y realizada por primera vez fuera del territorio brasilero, las mujeres fueron las protagonistas y las dueñas del espectáculo. Doce equipos[1] conformados por los mejores clubes de los diez países miembros de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), reunió la mayor cantidad de mujeres posibles en un torneo internacional suramericano. El campeonato aumenta las posibilidades de participación tanto de mujeres deportistas como de árbitras, teniendo en cuenta que los torneos internacionales para mujeres son pocos en Sur América. Por ejemplo, la Copa América Femenina clasifica a tres competiciones: a la Copa Mundial Femenina de la FIFA, a los Juegos Panamericanos, y a los Juegos Olímpicos, eventualmente en la edición disputada un año antes de su realización. No obstante, es importante resaltar, que el aumento de la participación no implica la reducción de las barreras culturales, puesto que en esta parte del continente, - y en muchos otros lugares -, el fútbol practicado por mujeres todavía carece de importancia. Esto se refleja en la desorganización de los campeonatos, los limitados recursos invertidos, lo que a su vez genera poca visibilidad e interés de parte de los medios de comunicación. Nuestra cultura aún evidencia la desigualdad entre hombres y mujeres en diferentes espacios, y el fútbol es uno de ellos. Aunque se ha reducido, en cierto grado, la brecha de género en el deporte, todavía existe la dominación de los hombres como principio fundamental de su organización (Hargreaves, 1994).

Sin embargo, pese a la presencia de mujeres en diferentes funciones en dicho torneo, su presencia no parecía imperante en todas las instancias del campeonato. Ante una mirada detallada y crítica, fue factible observar la ausencia de mujeres en la comisión técnica, hecho que generalmente se pasa por alto, pues es casi natural” que los hombres sean dueños de los cargos como directores técnicos y preparadores físicos. Este extrañamiento también permitió identificar que solo dos mujeres comandaban como entrenadoras entre los doce equipos participantes: Fabiana Manzolillo Ramos, quien dirigía al equipo Colón de Uruguay, cuya comisión técnica también contaba con la presencia de otras dos mujeres, la preparadora física Natalia y la ayudante técnica María Pía Fletcher; así como Emily Alves da Cunha Lima, directora técnica del São José dos Campos de Brasil, lo que corresponde solamente al 16,67%.

Este escenario muestra que la participación de las mujeres como deportistas no es simultánea con su actuación como entrenadoras o en cargos de mayor responsabilidad (Hargreaves, 1994). Según una encuesta realizada en el año 2014 por la Fédération Internationale de Football Association (FIFA), en la que participaron 177 asociaciones, la proporción de entrenadoras a nivel mundial es solo del 7%.  A pesar del aumento de mujeres que actualmente practican fútbol en diversos espacios sociales, todavía hay un número reducido en las comisiones técnicas y en el nivel administrativo (Goellner, 2004). Además, cuando se observan mujeres comandando los equipos, generalmente lo hacen en la categoría femenina, y aun así, dentro de esta modalidad el número de entrenadoras es irrisorio.

Por ejemplo, en la Copa Mundial Femenina de la FIFA 2011 realizada en Alemania, de los dieciséis equipos participantes solo seis eran dirigidos por mujeres, lo que equivale al 37,5%. En la última edición de esta competición disputada en Canadá en el 2015, solo ocho equipos tenían mujeres en esa posición, aquí el porcentaje se reduce a 33,33%. En la Copa Mundial Femenina de la FIFA de 2015, por primera vez un equipo perteneciente a la CONMEBOL llevó como entrenadora a una mujer; la ecuatoriana Vanesa Arauz, quien además hizo historia al ser la primera mujer en dirigir una selección nacional ecuatoriana, y la primera en clasificarla a un mundial, siendo también la más joven de todas las mujeres que ya habían ejercido como técnicas en las versiones anteriores de este torneo, pues solo contaba con 26 años de edad.

Los datos son todavía más alarmantes si miramos los campeonatos disputados por hombres, pues todavía no existe en la historia del fútbol, una mujer que haya dirigido una selección nacional de mayores.

Si tomamos como referencia los torneos internacionales realizados por la CONMEBOL, la Copa América Femenina puede dar cuenta de esta situación. En su última edición realizada en Ecuador en el año 2014, solo tres mujeres hacían parte de la gama de entrenadores/as: Marta Tejedor, Vanesa Arauz y Fabiana Manzolillo Ramos, técnicas de Perú, Ecuador y Uruguay respectivamente, quienes representaban el 30% de los diez equipos participantes. Estos datos evidencian claramente la restricción de las mujeres para pertenecer a ese campo de actuación, el cual es dominado por hombres, especialmente cuando los equipos son de alto nivel (Goellner, 2004).

La mayoría de las mujeres entrenadoras, trabajan en equipos de mujeres, la brecha aumenta aún más cuando observamos el número de mujeres que dirigen en el fútbol practicado por hombres (Hargreaves, 1994). Por lo cual, vale la pena destacar dos nombres que han hecho historia, precisamente por conseguir comandar equipos profesionales masculinos. En primer lugar, Carolina Morace, quien en 1999 aceptó ser la entrenadora del equipo Viterbese de la serie C1 -actual tercera división italiana-, y se convirtió en la primera mujer en conquistar ese espacio, tan solo dirigió dos partidos y renunció, pues como ella lo manifestó “el director no tenía confianza en mí” (Corrieri Della Sera, 1999). De igual forma, la francesa Corinne Diacre, fue la primera mujer en obtener el título oficial de directora técnica en su país al asumir el equipo Clermont, perteneciente a la segunda división francesa, rompiendo así la hegemonía de los hombres en esta función.  

Conquistar cargos en los puestos técnicos y directivos, es uno de los mayores desafíos para las mujeres dentro del escenario deportivo (Mourão e Gomes, 2004). Ocupar ese puesto implica enfrentarse a una serie de situaciones generadas, en primer lugar, por la forma como están instituidas las relaciones de género en el mundo deportivo. La historia nos muestra las diversas luchas por las que pasaron las primeras mujeres que se atrevieron a practicar deporte a principios del siglo XX. Vistas como invasoras de un espacio que atentaba contra las representaciones de feminidad[2] de la época, sufrieron prejuicios, juicios y discriminaciones (Hargreaves, 1994), conquistando así este espacio, a tal punto de existir hoy categorías femeninas en la mayoría de los deportes. Aun así, las condiciones de acceso todavía son desiguales entre hombres y mujeres (Goellner, 2004).

El fútbol en sí, ya es considerado socialmente un espacio de hombres (Dunning, 1992), aun así la presencia de mujeres, en especial de jugadoras, fue aumentando gradualmente, por lo que según la FIFA (2015) hoy existen 29 millones de jugadoras en todo el mundo. Dado el carácter de masculinidad relegado a este deporte, el desafío para las mujeres que se proyectan a nivel de entrenadoras, se multiplica. En primer lugar, deben esforzarse para ingresar a un espacio considerado para hombres y construido socialmente con base en las representaciones asignadas a ellos. Por todo esto, todavía es común la creencia de que este deporte no es para mujeres y que ellas nada saben al respecto. Pero esto no implica una alta proporción de mujeres en los deportes considerados femeninos, pues según Jaeger et al., (2010), la presencia de hombres entrenadores es mayor tanto en deportes considerados masculinos (fútbol) como femeninos (gimnasia artística). En segundo lugar, es una tendencia en nuestra cultura, que los puestos de dirección y toma de decisiones sean ocupados por hombres, por lo que las entrenadoras también tienen el reto de demostrar que son aptas para ese tipo de cargos y deconstruir esas afirmaciones[3].

Según White (1988, 1990, apud Hargreaves, 1994), la suposición común de que los hombres son mejores para ciertas habilidades, en especial las que requieren toma de decisiones, liderazgo, dirección y practicidad, y que las mujeres se desempeñan mejor en cargos relacionados con el asistencialismo y en trabajos de apoyo, siendo “naturalmente” cooperativas, es una de las principales justificaciones para nombrar a los hombres en puestos de poder y de mayor estatus. Tales diferenciaciones, construidas a partir de visiones esencialistas de lo que es ser hombre o mujer, deben ser problematizadas, pues es la cultura y no la naturaleza la que produce las diferencias, generando así, relaciones sociales excluyentes, discriminatorias y desiguales. Goellner (2013), apunta que tales discursos biológicos que legitiman la diferenciación entre hombres y mujeres, no son más que una construcción discursiva, por lo que es necesario observar detalladamente la cultura y la historia como productora de dichas diferencias.

Jaeger (2013), enfatiza que pese a que la inserción de la mujer en el deporte haya cambiado en el transcurso del siglo XX, las dificultades, barreras y prohibiciones que enfrentaron en el pasado, retornan renovadas y actualizadas, pues las desigualdades se “ [...]transforman, asumiendo los contornos e intereses de cada tiempo lugar” (p. 270).

Precisamente, conquistar los cargos de entrenadoras y líderes en los niveles directivos del fútbol, serán los nuevos desafíos a ser asumidos por las mujeres, pues su ínfima participación en esas instancias, clama la emergencia de aprovechar sus experiencias y conocimientos para ocupar estos puestos. Involucrarse como directoras técnicas, de cierta forma, permitirá abrir el camino para que también ocupen cargos directivos. Contar con mujeres en los comités ejecutivos, podría ser una esperanza para mejorar la situación del fútbol femenino.

Tomando como referencia esta reducida proporción de mujeres en los cargos de entrenamiento y dirección en el fútbol, la FIFA creó el Programa del Desarrollo del Fútbol Femenino, siendo uno de sus objetivos el incremento del número de entrenadoras y puestos directivos en las mujeres. El programa Formación de Entrenadoras (res), ofrece la facilidad y el acceso a cursos de formación para hombres y mujeres que trabajen con fútbol femenino, siendo su intención “conseguir, al menos, un 60% de la participación femenina” (FIFA, 2015: 16). Otro programa, como el de Desarrollo del Fútbol Juvenil, el cual hace alusión a la categoría Sub-17, exige a las asociaciones como un requisito mínimo para participar en el mundial femenino por lo menos una mujer entre los integrantes del equipo técnico. Estas dos acciones se entrelazan; mayor formación para las entrenadoras, así como la oportunidad de poner en práctica sus conocimientos, medidas necesarias dentro de este deporte construido con base en relaciones de género asimétricas, en donde el poder está a cargo de los hombres, como en la mayoría de las instancias sociales (Hargreaves, 1994).

Por lo tanto, consideramos importante destacar la presencia en la Copa Libertadores 2015 de las dos entrenadoras participantes, teniendo en cuenta que asumir este tipo de cargos no es simplemente dedicarse a una profesión, sino que implica además, superar una serie de obstáculos, resultado de la forma como se producen las relaciones de género en nuestra cultura. Al ser un espacio conquistado por ellas, creemos importante conocer sus trayectorias en el deporte y las dificultades adyacentes dentro de su profesión.

Aproximaciones teóricas y metodológicas

Varios conceptos han sido desarrollados para explicar la ausencia de mujeres en cargos de mando y dirección. Para este estudio mencionamos la teoría de Kanter (1977), la cual hace referencia a las relaciones de género en las organizaciones. La autora analiza la forma como los miembros de una organización llegan ser considerados diferentes, a través de una proporción porcentual que los concibe como la minoría. Estas personas como minoría numérica se convierten en una representació

n de su grupo social, lo que ella denominó como Tokens, o sea, dejan de ser vistos como seres individuales, transformándose en símbolos. Por medio de este análisis Kanter (1977) identifica las dificultades por las que pasan esas minorías en las relaciones sociales organizacionales, teniendo en cuenta que son las mujeres las que ocupan los puestos de menor escala dentro de la organización.

Desde esta teoría, explicamos las dificultades identificadas en los casos de las dos entrenadoras sujetos de este estudio, y analizamos la forma como aparecen en ellas las tres tendencias perceptivas propuestas por la autora: la visibilidad, la asimilación y el contraste. Esta teoría es referenciada de forma parcial, pues, pensamos que ser parte de una minoría, no solo se instituye por la proporción numérica de personas, sino que tiene relación con la forma como se han construido las relacionas sociales con base en el dominio o hegemonía de un grupo sobre otro. Por eso es necesario tener en cuenta las varias identidades sociales simultáneas que constituyen a las personas (raza/etnia, sexualidad, nacionalidad, religión, generación, etc.), que dependiendo de la forma como se han construido las relaciones de poder[4], puedan ser consideradas como minoritarias. A partir de ahí es posible analizar las causas que llevan a algunas personas a encontrar más dificultades que otras para acceder a determinados espacios sociales, incluyendo el laboral y deportivo, siendo esas categorías sociales resignificadas en circunstancias y contextos particulares.

El concepto “Techo de Cristal”, fue desarrollado debido a la infra representación de las mujeres en puestos de mayor poder, en especial, los directivos (Barberá, Ramos, Sarrió y Candela, 2002). A través de esta metáfora de un techo de cristal, se intentan explicar las causas que dificultan el acceso de las mujeres a determinados puestos de trabajo, generalmente en los de mayor responsabilidad y toma de decisiones. Se trata de unos sutiles mecanismos discriminatorios, que obstaculizan, limitan e imponen barreras en el desarrollo profesional de las mujeres. Estas barreras no se tornan evidentes, por lo que “el techo de cristal, aunque transparente, resulta ser muy efectivo” (Barberá et al., 2002: 58).

Teniendo en cuenta que la participación de mujeres en cargos como entrenadoras de fútbol es mínima, y que ese espacio desde su creación fue predominado por hombres constituyendo relaciones de género desiguales, este estudio se propone analizar las narrativas de las dos entrenadoras presentes en la séptima edición de la Copa Libertadores Femenina, Fabiana Manzolillo Ramos y Emily Alves da Cunha Lima, sobre su actuación profesional, identificando en la información recopilada sobre su trayectoria profesional, las principales dificultades percibidas por ellas, lo que a su vez permite observar el contexto del fútbol femenino en Latinoamérica tomando como referencia Brasil y Uruguay. Reflexionar sobre la desigualdad de género que existe en este tipo de cargos, y dar visibilidad a las entrenadoras de fútbol femenino, fue otra de las justificaciones que propiciaron nuestros esfuerzos investigativos. Evidentemente, los medios de comunicación no dan la suficiente visibilidad al fútbol practicado por mujeres, por lo que sus actuaciones tampoco obtienen el destaque que logran la mayoría de los técnicos que se desempeñan en el fútbol practicado por hombres.

Para este estudio fue realizado un levantamiento de las entrevistas concedidas por las entrenadoras a entidades académicas y a medios de comunicación informativos en general. A través de la búsqueda virtual, fueron recolectadas dos entrevistas y dos reportajes de entrevistas en páginas web, una entrevista en audio hallada en YouTube, una entrevista que integra el repositorio digital del Centro de Memória do Esporte (CEME) de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, la cual hace parte del “Programa Futebol e Mulheres” desarrollado por el Grupo de Estudios sobre Deporte, Cultura e Historia (GRECCO), y una entrevista efectuada por nosotras de forma virtual, a una de las entrenadoras en el transcurso del campeonato.   

De ese modo, utilizamos un enfoque cualitativo, metodología que permite comprender las experiencias personales de las entrenadoras, a través de su propia interpretación y perspectiva (Taylor y Bogdan, 1984). La información obtenida por medio de las entrevistas en las que narraron sus experiencias dentro de la carrera, nos dieron la pauta para identificar las principales categorías de análisis. De esta forma, utilizamos la técnica de análisis de contenido, por medio de la cual, según Bardin (1977), las comunicaciones pueden ser analizadas de forma sistemática y objetiva, para inferir o deducir conocimientos sobre la persona entrevistada y/o de su entorno. El procedimiento fue realizado en las tres fases cronológicas propias de esta técnica: el preanálisis, el aprovechamiento del material, y finalmente, el tratamiento de los resultados, la inferencia y la interpretación.

En el preanálisis, por medio de una búsqueda exhaustiva de manera virtual, seleccionamos los documentos relevantes para el estudio que proporcionaran información sobre la trayectoria profesional como entrenadoras, (entrevistas publicadas en páginas web, video y repositorios) y realizamos una de las entrevistas, constituyendo el corpus o el conjunto de documentos hallados, los cuales, posteriormente fueron leídos para identificar el tipo de información y la pertinencia para el estudio. El aprovechamiento del material fue la fase posterior, que nos permitió sistematizar la información, clasificándola por medio de unidades de significación, de las que emergieron datos relacionados con su trayectoria como técnicas, conflictos, actitudes de parte de los directivos, experiencia en el deporte, formación profesional, aspiraciones, logros, dificultades como jugadoras, dificultades como técnicas y situación del fútbol femenino en sus países. Posteriormente, en la etapa de tratamiento de resultados, inferencia e interpretación, fue posible deducir que sus carreras como entrenadoras estaban rodeadas de resistencias culturales que les generaba una serie de dificultades para su desempeño profesional, siendo algunas de estas adversidades consecuencia del panorama del fútbol practicado por mujeres en sus países. Finalmente, definimos las tres categorías a ser analizadas: la incredibilidad de los directivos en sus capacidades como entrenadoras, la inestabilidad laboral y los recursos insuficientes invertidos en el fútbol femenino.

Dos entrenadoras en la Copa Libertadores Femenina 2015

Por medio de la información presentada por las entrenadoras, fue posible construir un perfil de su trayectoria como entrenadoras de fútbol teniendo en cuenta las experiencias que las llevaron a dedicarse a esta profesión y la forma como ellas se aproximaron a este deporte.

De la grama al banquillo

Entre los objetivos de los programas de desarrollo del fútbol femenino implementado por la FIFA, se ha planteado involucrar más a las exjugadoras en la formación como directoras técnicas. Esta es una característica ideal, que según esta asociación, debe componer el perfil de quienes que se dediquen a trabajar para el fútbol practicado por mujeres.

Sin embargo, no es necesario que este ideal aparezca en los lineamentos de un programa, para que las exjugadoras se sientan atraídas para continuar desempeñándose dentro de este espacio. Sus experiencias dentro de los campos, la satisfacción que este deporte les genera y hasta sus intenciones de aportar al cambio que el fútbol femenino necesita, fue una de los principales factores que permitieron su aproximación como técnicas, conforme podemos observar en sus narrativas:

"Entonces, hice algunas cosas y volví para Brasil con el proyecto de... no de ser entrenadora. Sinceramente no era mi idea. Pero como supervisora, porque nosotras pasamos por muchas dificultades, nos engañaron demasiado con relación a esa parte administrativa y a mí me gustaría hacerlo. " (Lima, 2015: 11).

Soy también educadora social, trabajo en INAU, Instituto del Niño y el adolescente en Uruguay, y bueno, empecé a trabajar desde ahí en ese centro de INAU, desde el lado social del futbol más que nada, involucrarlo como una herramienta educativa, y después quise jugar al futbol pero ya con 24 años, o sea, ya era como medio tarde, bueno, tuve 6 años de pasada por equipos de AUF, y jugué ahí federada, y después me di cuenta que quería seguir con esta profesión pero más a nivel de alto rendimiento (Manzolillo, 2015b: 1).

Emily Alves da Cunha Lima, comenzó su carrera como jugadora a los 12 años de edad, su tránsito por clubes de Brasil, España, Italia y Portugal, y por la selección nacional de este último visto que tiene doble nacionalidad, hicieron parte de las experiencias futbolísticas que la motivaron a continuar por el camino del entrenamiento. Las lesiones la alejaron de la grama, pero no del deporte. Con la intención de seguir trabajando por el fútbol femenino, comenzó a buscar la forma de involucrarse para actuar primeramente en la gestión deportiva y supervisión, y posteriormente en el entrenamiento.

Fabiana Manzolillo Ramos, jugadora de fútbol desde su infancia pero quien comenzó a jugarlo en forma competitiva a los 24 años, vio en el fútbol una herramienta educativa que le permitiría unir su profesión de educadora social con su pasión futbolística. Después de participar como jugadora en equipos de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), y contando con la experiencia por haber dirigido equipos sub 18 creados con fines educativos, descubrió que este era el camino que quería transitar pero a nivel de alto rendimiento.

Tal envolvimiento puede ser identificado en el estudio desarrollado por Jaeger et al., (2010), sobre la trayectoria de mujeres atletas y ex-atletas que se desempeñan en cargos como técnicas y directoras en el deporte de Portugal, las cuales manifestaron que fueron muchas las barreras e inconsistencias que enfrentaron cuando deportistas. Por lo que decidir dar continuidad a su vida profesional en el deporte, es una forma de involucrarse en estos espacios dominados por hombres, aportando de esa forma a derribar esas barreras.

El estudio realizado por Oliveira (2004), sobre la actuación de mujeres técnicas en equipos de alto rendimiento en Brasil, indica la misma dirección. La autora observó que generalmente cuando las mujeres trabajan o son recomendadas para ocupar el cargo de entrenadora deportiva, es porque son o han sido atletas, lo que no sucede cuando son los hombres quienes aspiran a ese cargo, pues ellos son contratados debido a que el entrenamiento está más relacionado con una ocupación que es de su dominio. Aunque esta referencia permita que la cantidad de mujeres que se dediquen a este tipo de cargos sea reducida solo a exjugadoras, parece importante contar con ellas, pues fueron las que vivenciaron las principales barreras y de alguna forma, su vinculación como profesionales aporte cambios positivos dentro de esa modalidad. En su entrevista Emily expresa esa intención cuando explicita:

"Lo que yo pueda hacer por ellas, lo haré. Es importante contar con las experiencias de esas ex atletas para mejorar el desempeño de la modalidad "(Lima, 2013, apud Nina y Cotait, 2013).

Esa misma afirmación fue mencionada por varias de las informantes que participaron del estudio de Oliveira (2004:326), que en grande medida consideran, que la vivencia del deporte, es uno de los principales requisitos que las mujeres deben cumplir para desempeñarse en este trabajo, pues de lo contrario, “no hay respeto”. Este respeto implica realizar esta labor con dedicación, liderazgo, disciplina, competitividad, estudio y determinación. Cualidades estas que fueron evidenciadas en los diálogos de las entrenadoras.

Yo soy muy frontal y no tengo amigos “políticos”. Cuando me eligen es por mi laburo, mi laburo y mi laburo (Manzolillo, 2015a).

No esperaba la invitación de la Confederación Brasilera de Fútbol; ¡me quede sorprendida! Fue muy chévere. Pero lo mejor fue el reconocimiento de las personas con el trabajo que yo hacía en la Juventus de São Paulo. Por eso siempre le digo a mis atletas que debemos estar siempre 100% porque las personas están mirando, viendo nuestro trabajo y nuestra seriedad (Lima, 2013, apud Nina y Cotait, 2013).

Las narrativas de las entrenadoras evidencian, no apenas su protagonismo y responsabilidad con la ocupación que conquistaron, sino que visibiliza cuan importante es que las mujeres conquisten estos espacios dentro del fútbol, pues como afirma Hargreaves (1994), si las mujeres están sub representadas en cargos poderosos, sus posiciones pueden ser fácilmente marginadas.

 

Estar allá, no es solo estar allá

Ser mujer y dedicarse al entrenamiento de futbol, en este caso practicado por mujeres, puede ser visto como un avance respecto a la apropiación de esos espacios actualmente dominados por hombres. Sin embargo, es una conquista que implica más que su deseo para desempeñarse como técnicas, ya que se requiere ante todo, asumir un desafío “que exige superación y victorias constantes” (Oliveira, 2004: 327). Esto principalmente, porque las condiciones del fútbol profesional en esta parte del continente está lleno de irregularidades, inestabilidades y desvalorización. Escasos campeonatos, falta de recursos invertidos, poca visibilidad, desorganización, poco o ningún incentivo económico para las jugadoras, desinterés de las asociaciones de fútbol para desarrollarlo, entre otras situaciones, hacen parte del contexto del futbol practicado por mujeres en la región. Estas realidades influyen en la labor de las entrenadoras, limitándolas como profesionales y tornando la profesión en un reto en el que deben superar barreras continuamente. Como lo expresó Emily Alves da Cunha Lima “estar allá no es solo estar allá” (2015: 12), o como lo manifestó Fabiana Manzolillo Ramos “es una lucha día a día” (2015a: 5), trabajar en el fútbol femenino parece no ser una tarea fácil, por lo que creemos pertinente reflexionar sobre sus nexperiencias particulares como técnicas, intentando comprender el significado de estas palabras.

Sabemos que las entrevistas seleccionadas para este estudio no cuentan con información detallada sobre algunos acontecimientos mencionados, sin embargo, estos testimonios nos ayudan a aproximarnos a sus realidades como entrenadoras. Siendo así, identificamos como los principales factores obstaculizantes que influyen en el desarrollo de su profesión: la incredibilidad de los directivos en sus capacidades como entrenadoras, la inestabilidad laboral y los recursos insuficientes invertidos en el fútbol femenino.

 

Incredibilidad de los directivos en sus capacidades como entrenadoras

Las entrenadoras de natación, saltos ornamentales, gimnasia aeróbica, judo, futsal, fútbol, balón mano y basquetbol, de tres estados de Brasil, que participaron en el estudio de Ferreira et al., (2013), manifestaron la necesidad de tener un perfil específico para este cargo, siendo este más vinculado con lo que socialmente se ha relacionado con masculinidad, por ejemplo, la postura firme, los comportamientos agresivos y la imposición de autoridad para mantener al grupo controlado. Este tipo de expectativas hacen parte de las representaciones que prevalecen en las instituciones deportivas, por lo que es posible que el punto de referencia desde el cual sea evaluado el trabajo de las entrenadoras, sea basado también en esas características.

Ser hombre o mujer en nuestra sociedad abarca una serie de significados que han sido construidos históricamente dentro de nuestra cultura con relación a estas categorías. No solo se piensa que hombres y mujeres son totalmente opuestos, sino que existe todo un proceso social que produce y refuerza esas diferencias. Para Louro (1997), el argumento de que hombres y mujeres son biológicamente distintos y que deben desempeñar roles específicos cada uno, parece tener el carácter de punto final.

Las representaciones de género asignadas a cada uno de los sexos terminan por naturalizarse, circulando en el pensamiento de la sociedad, y por lo tanto, en sus estructuras. Estas creencias no eximen a los directivos de los clubes y las personas encargadas de contratar a los/las directores/as técnicos/os. Pensar que la mujer es por “naturaleza” idónea para las actividades domésticas o para diversas ocupaciones y que los hombres son aptos para el mundo público y labores donde se ejerce el mando, la dirección y el poder, es una creencia tradicional, pero, que indirecta o sutilmente circula en nuestra cultura. Por ejemplo, suponer que el sexo de una persona la habilita para desempeñarse en ciertos cargos y ocupaciones, es una de las manifestaciones que de forma contundente, afirman las desigualdades de género en el deporte. Veamos los testimonios de las entrenadoras cuando comentan cierta desconfianza en relación a su capacidad para desempeñar una función no representada como para ellas:

"Desde las directivas que se hace un cambio que no les gusta vienen y te lo comenta. Me ha pasado también que en pleno partido van por el tejido a decirme, “observa la número 5, no sé qué, del otro equipo”, cosas, de meterse en la parte técnica y táctica siempre, siempre, y esa es una de las cosas que lucho día a día "(Manzolillo, 2015b: 3).

"Y como yo era la primera mujer trabajando allí, tenían varias dudas. Yo ya pasé por varias dificultades al inicio. El presidente colocó cinco supervisores para que estuvieran en nuestro entrenamiento "(Lima, 2015: 12-13).

Estos acontecimientos muestran incredulidad y falta de confianza en las capacidades de las entrenadoras para realizar su trabajo, especialmente de parte de los directores de los clubes. Las dudas deben ser contrariadas con los resultados de su labor, lo que duplica sus esfuerzos. Estas resistencias en los dirigentes hacia el trabajo de las entrenadoras también fueron observadas en la investigación de Oliveira (2004) pues nueve de las diez técnicas de diversos deportes, manifestaron haber tenido algún tipo de conflicto con los dirigentes por motivos como falta de seriedad y respeto por su trabajo.

De igual forma, Goellner et al., (2015), identificaran que las mujeres generalmente no son contratadas para entrenar atletas/equipos, y que cuando esto sucede, les exigen mostrar el doble de su competencia y responsabilidad para ejercer su cargo. Tal vez, esa exigencia sea asumida por ellas voluntariamente para demostrar sus capacidades. Para Kanter (1977), cuando una mujer hace parte de la minoría, o es la única presente en un espacio predominado por hombres, se convierte en tokens, o sea, en símbolos que representan a todas las otras mujeres. Es decir, las minorías, este caso las mujeres, dejan de ser vistas como seres individuales para ser percibidas como representantes de su grupo social. El hecho de ser parte de las minorías genera un extrañamiento proporcional, por lo que los tokens, podrían ser percibidos a partir de tres tendencias: visibilidad, contraste y asimilación.

La visibilidad se refiere a que capturan una mayor parte de la conciencia por lo que parecen únicos en el grupo y son resaltados con mayor facilidad. En la característica de contraste, tienden a acentuar más las diferencias entre el tokens y el grupo dominante. La asimilación es la percepción que permite el uso de estereotipos o generalizaciones sobre ese grupo social, de ese modo, las características de la persona son distorsionadas para tornarlas generalizaciones. En este caso el tokens, tiene mayor tendencia a ser estereotipado cuando se encuentra en un grupo dominante.  Parece ser que las entrenadoras eran percibidas con mayor énfasis dentro del lugar de trabajo, hecho que generaba la vigilancia y el control de sus actividades.

La falta de preparación podría ser una de las causas usadas para justificar la ausencia de mujeres en este tipo de cargos. En una de las entrevistas identificamos este argumento.

"Que nos empiecen a preparar mejor entonces, si de últimas ellos creen que no estamos preparadas, que nos envíen a cursos, y que podamos adquirir la experiencia y el conocimiento que necesitamos" (Manzolillo, 2015b: 4).

En la investigación realizada con entrenadoras portuguesas Jaeger et al., (2010) se identifica que el hecho de recibir salarios bajos imposibilita la formación constante, debido a que los cursos exigidos para subir de escalafón poseen valores muy altos, situación que parece un círculo vicioso.

Es importante destacar, que las dos entrenadoras aquí mencionadas se encuentran capacitadas para dirigir equipos de fútbol, además de contar con su experiencia como jugadoras, así como de entrenadoras de mujeres que practican fútbol en diversas instancias. Fabiana Manzolillo Ramos, fue la primera entrenadora titulada en Uruguay, trabajó como ayudante técnica de la selección femenina Sub-19, ha dirigido las tres selecciones nacionales de fútbol femenino en su país, la Sub-17, la Sub-20 y la de mayores. Actualmente es técnica del Colón, uno de los mejores equipos de Uruguay, con quien ha clasificado en dos ocasiones (2014 y 2015) a la Copa Libertadores Femenina, además de haber sido técnica de equipos de fútbol como el Salus Football Club que disputa campeonatos de segunda división amateur, y del INAU. Fabiana además de su experiencia como entrenadora posee cursos FIFA para desempeñarse en este cargo, realizados en países como Guatemala, Chile, México, así como otros recibidos en Uruguay.

Emily, además de contar con su experiencia como jugadora de fútbol en contextos diferentes al de su país Brasil, también realizó en España varios cursos sobre gestión deportiva, y otros en Brasil sobre entrenamiento deportivo. Inició su carrera como supervisora y auxiliar técnica en el Portuguesa de Desportos, ha dirigido clubes como la Juventus de São Paulo, y fue la primera mujer en ascender al puesto de entrenadora en una selección nacional en Brasil asumiendo la Sub-15 y Sub-17 femenina. Actualmente es la directora técnica de uno de los mejores clubes de fútbol femenino en Brasil, el São José dos Campos. 

 

La inestabilidad laboral

La inestabilidad laboral para desempeñarse específicamente en el cargo de entrenadoras de fútbol, fue mencionada por las técnicas de forma directa, como indirecta. Esta situación tiene una amplia relación con la forma como está estructurado el fútbol femenino en sus países, los que también parecen ser inestables.

"La Sub-20 que se está preparando en este momento, me la habían dado a mí, a la selección y después, antes de empezar me la quitaron" (Manzolillo, 2015b: 2).

"Habían decidido en conjunto que no sería la entrenadora; entendieron que como iba a participar en la Copa Libertadores con Colón no iba a poder cumplir con la función, que no iba a estar dedicada exclusivamente a la selección y que no me darían los tiempos "(Manzolillo, 2015a).

"Nuestra profesión es muy inestable. Hoy estamos entrenando un equipo, pero mañana nadie sabe. Hay que gustar mucho de lo que se hace y arriesgar. Yo hice eso "(Lima, 2013, apud Nina y Cotait, 2013).

Esta inestabilidad de sus puestos de trabajo, parece ser común entre las mujeres entrenadoras. Jaeger et al., (2010), identificaron esta situación en las dirigentes que participaron en el estudio sobre trayectorias de mujeres en el deporte en Portugal. Las autoras exponen, que la inestabilidad laboral propició su circulación por varios clubes de alto rendimiento y que algunas perdían sus trabajos porque los directores decidían cerrar el club en la modalidad femenina.

La inestabilidad laboral es uno de los aspectos que determinan si existe discriminación en el fenómeno de la segregación laboral de género, junto con salarios más bajos, menor valoración social y mayor índice de desempleo (Barberá, et al., 2002). Estos factores son precisamente, los que rodean a quienes trabajan con fútbol practicado por mujeres, y circunstancialmente, las pocas mujeres que ejercen como entrenadoras lo hacen en estos equipos.

Aquí es posible pensar en el concepto de techo de cristal, reflexionando en las formas sutiles como actúan los mecanismos discriminatorios, son “un entramado de invisibles obstáculos” (Ramos; Barberá y Sarrió, 2003: 269), por lo que la inestabilidad laboral parece ser uno de ellos. La situación inestable de los clubes de fútbol femenino en Brasil, fue vivida por Emily cuando era jugadora.

"El presidente decidió acabar con la modalidad y fue de una manera un poco aburrida, porque estábamos en la víspera de comenzar el Paulista… y de repente él llegó a la directiva a terminar, acabar el femenino y ya estábamos entrenando para comenzar el campeonato" (Lima, 2015: 2).

Observamos que la carrera de entrenadoras dentro del fútbol femenino acarrea una serie de dificultades, también consecuentes con la modalidad. Siendo este deporte infra valorado e invisibilizado, caracterizado por el poco o nulo incentivo económico dado a las jugadoras, por los mínimos recursos invertidos, por el desinterés de las directivas de las Asociaciones, Federaciones y Confederaciones de fútbol las cuales también están bajo el dominio de los hombres, y por los prejuicios relacionados al género, las mujeres entrenadoras se ven afectadas de la misma manera que la modalidad.

 

Los recursos insuficientes invertidos en el fútbol femenino

Trabajar como entrenadora de equipos de mujeres no es solo cuestión de adquirir aprendizajes teóricos técnico-tácticos y ponerlos en práctica. Es ante todo, una tarea que requiere de voluntad y amor por el trabajo realizado. Este deporte se enfrenta a diversas dificultades, que difieren de grado de un país a otro, pero de forma continúan siendo las mismas. Tales obstáculos limitan el desempeño de las entrenadoras y los resultados obtenidos por sus equipos cuando participan en torneos nacionales y/o internacionales.

Las entrenadoras se refirieron a la falta de recursos invertidos para el desarrollo del fútbol practicado por mujeres. Las asociaciones apoyan preferentemente al fútbol de hombres, el cual genera considerables sumas de dinero.

"La AUF, se sabe, no va a apostar más de lo que lo hace hasta ahora; recibe anualmente de la FIFA unos 35 mil dólares para potenciar este deporte, que los usa para los gastos básicos. Y ni un peso más" (Manzolillo, 2014, apud Méndez, 2014).

"Hasta cierto punto, creo que existimos dentro de la AUF porque la FIFA [Federación Internacional del Fútbol Asociación] les tiró el lineamiento de que deben tener fútbol femenino" (Manzolillo, 2014, apud Méndez, 2014).

"Es triste que vayas a lugares como Manaus, Alagoas, y ver que muchas niñas juegan por un plato de comida o a cambio de hospedaje en los alojamientos " (Lima, 2013, apud Nina y Cotait, 2013).

El espectáculo ofrecido por los equipos y por la selección conformada por hombres, y el discurso de la identidad nacional subyacente a él, permite posicionarlos como los representantes de los países. En el caso del fútbol de mujeres, este no genera interés de los medios de comunicación, ni en posibles patrocinadores, debido principalmente a barreras culturales que colocan al fútbol como un deporte apto para hombres, cuestionándose en diversas ocasiones la representación de feminidad de las mujeres que lo practican. Goellner (2005), expresa al respecto, que algunas de las futbolistas que se atreven a practicarlo, transgreden los comportamientos asignados socialmente como propios de su cuerpo, cuestionan la hegemonía deportiva de los hombres construida históricamente y culturalmente asimilada,  provocando que se enfrentan a prejuicios y a las estrategias de poder subyacentes a ellos. Razón por la cual este espacio se torna un blanco que necesita ser conquistado por las mujeres. Este es un aspecto que impide que la modalidad se desarrolle en varios contextos, lo que se refleja en los pocos esfuerzos para mejorarlo.

"Forzar a Brasil para que participe de la Algarve Cup[5], fue invitado, creo que fueron 22 ediciones. Entonces hace 21 años que ellos invitan a Brasil y Brasil nunca mostró interés en un torneo tan importante". (Lima, 2015: 8).

"Y bueno, y después, evidentemente la distancia que tenemos con el futbol masculino, en organización, en ayuda, en colaboración, en la parte económica, todo eso influye a la hora de entrenar un equipo femenino" (Manzolillo, 2015a: 3).

De la misma manera, las mujeres tienen menores oportunidades para acceder al fútbol (Votre et al., 2009), debido a las representaciones de feminidad impuestas que valorizan una única forma de ser mujer, factor que contribuye a que el deporte sea generificado y visto como más adecuado para un sexo específico. Como consecuencia, las habilidades motoras de algunas jugadoras se tornan insuficientes, incluso, en las selecciones nacionales.

"A varias jugadoras hubo que “explicarles conceptos técnicos y tácticos que ya deberían traer adquiridos de su equipo. Eso hace que se pierda mucho tiempo, vienen sin ninguna base" (Manzolillo, 2014, apud Méndez, 2014).

Esta situación, específica para el caso de Uruguay, impide que la entrenadora optimice las habilidades de sus jugadoras, debiendo cumplir con una función educativa respecto a cuestiones técnicas y tácticas, que por ejemplo, en la selección de hombres ya son evidentes. Al mismo tiempo, esto influye en los resultados obtenidos con sus equipos en torneos internacionales, lo que en medio de las tensiones y resistencias generadas en el espacio de trabajo, como por ejemplo, la incredulidad de sus capacidades para desempeñarse en el cargo, podría “ser visto como un fracaso” (Méndez, 2015: 1).

Otra situación manifiesta por la entrenadora Uruguaya, tiene relación con el desconocimiento del juego y de las jugadoras de los equipos con los que se va a enfrentar, eso debido a que no se transmiten los partidos, a que son pocos los campeonatos disputados en Sur América entre selecciones y a que no invierten en amistosos internacionales, solo con equipos del interior. De esa forma, planteamientos estratégicos, comúnmente realizados por el cuerpo técnico de la selección de hombres, son imposibles en esta modalidad.

"El tema es que no jugamos nunca ante esas selecciones, mi única referencia era una Sub-20 de hace unos años, pero no tenían nada que ver. No hay videos, en internet no se encuentra nada" (Manzolillo, 2014, apud Méndez, 2014).

Por otro lado, los reducidos recursos invertidos en el fútbol femenino impiden que personas capacitadas trabajen en esta modalidad, siendo pocos los/las profesionales que se sienten atraídos para trabajar en estos equipos. Tal vez, ese sea uno de los motivos por el que las ex jugadoras sean las que se arriesguen y asuman estos cargos.

"Los clubes no pagan cuerpos técnicos entonces es imposible que se acerquen profesionales" (Manzolillo, 2014, apud Méndez, 2014).

"Para mejorar el futbol femenino, antes de profesionalizarlo, es importante hacer un campeonato organizado y con la participación efectiva de la televisión. Con eso, los patrocinadores invertirían en los clubes" (Lima, 2013, apud Nina y Cotait, 2013).

Esta situación, también fue observada por Jaeger et al., (2010) en el caso de las entrenadoras de Portugal, pues las diferencias entre hombres y mujeres eran evidentes, tanto en los clubes como en las Federaciones las cuales invierten más en equipos masculinos que en femeninos. Las dificultades parecen diversas en este campo laboral, motivo por el cual son muchas las que ni siquiera intentan ingresar a ese espacio, algunas desisten de la carrera y pocas se mantienen (Ferreira et al., 2013).

El pensar en abandonar la profesión, no supera el deseo de cambiar la historia del futbol femenino. Las entrenadoras tienen claras sus expectativas profesionales, continuar capacitándose, clasificar a Copas Mundo, trabajar con transparencia, mejorar la situación del fútbol practicado por mujeres, y luchar por su profesionalización, son las aspiraciones de quienes a pesar de todo, se mantienen firmes en su deber.

 

Conclusiones

Analizar la participación de las mujeres en el fútbol implica reconoce su presencia como necesaria, inclusive, para actuar en la deconstrucción de representaciones, discursos y prácticas que las sub representan en esta y en otras modalidades deportivas. De este modo, visibilizar personas, grupos e instituciones que operan en esa dirección se muestra como tarea política y pedagógica cuyos desdoblamientos repercuten en diferentes perspectivas. Una de ellas, y que la intentamos enfocar en este estudio, enfatiza las dificultades enfrentadas por mujeres que ascienden a ocupaciones que mayormente están sobre tutela de los hombres, tales como los cargos directivos y técnicos presentes en el deporte en sus diferentes manifestaciones. Cuando resaltamos la persistencia y la resistencia de Fabiana Manzolillo Ramos y Emily Alves da Cunha Lima, buscamos mucho más que visibilizar sus carreras como entrenadoras que actuaron en una importante competición internacional. Pretendemos proporcionar subsidios capaces de generar extrañamientos al hecho de ser tan pocas en un deporte cuya presencia es significativa en diferentes contextos culturales e históricos. Al registrar su protagonismo buscamos desnaturalizar esa representación dada que es cultural y está inmersa en disputas de poder y significación. Que las narrativas aquí analizadas empoderen otras mujeres para que no desistan de vivir el fútbol como profesión.

 

Referencias

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Biografias:

Claudia Yaneth Martinez Mina,Universidade Federal de Rio Grande del Sul (UFRGS). Estudiante de maestría del Programa de Posgrado en Ciencias del Movimiento Humano. Línea de investigación representaciones sociales del movimiento humano, Integrante del Centro de Memoria del Deporte (CEME) y del Grupo de Estudios Deporte, Cultura e Historia (GRECCO), Trabajadora Social, Universidad Industrial de Santander (UIS). cwa0708@hotmail.com

Silvana Vilodre Goellner, Profesora Dra. Escuela Superior de Educación Física, Universidad Federal de Rio Grande del Sul (UFRGS)., Coordinadora del Centro de Memoria del Deporte (CEME), Coordinadora del Grupo de Estudios Deporte, Cultura e Historia (GRECCO). Pesquisidora Cnpq., Licenciada en Educación Física por la Universidad Federal de Santa María (UFSM). Posdoctorado en la Facultad del Deporte de la Universidad do Porto (Portugal)vilodre@gmail.com


 

Notas:

[1] Participa un equipo por país, así como el último campeón quien tiene el cupo asegurado, y el equipo de la ciudad anfitriona.

[2] A principios del siglo XX, se pensaba que lo más importante para una mujer, considerada frágil por naturaleza, era cumplir con su función social como madre y esposa. La práctica del ejercicio físico estaba regida por ciertas condiciones, que según los discursos dominantes de la época, las preparaban para tener hijos fuertes y conservar así su delicadeza y belleza. (Goellner, 1999, 2000, 2008; Hargreaves, 1994).

[3] La segregación horizontal laboral está relacionada con la cantidad de mujeres en sectores considerados tradicionalmente femeninos e infra representada en otros, especialmente los primordiales de la economía. La segregación vertical laboral, hace referencia a la disminución de mujeres en los cargos de niveles superiores, por lo que a medida que se asciende en la jerarquía organizacional, menor es la representación. (Anker, 1997).

[4]El poder no es algo que alguien tiene, no está centralizado, el poder es una relación que funciona a través de estrategias, tácticas, maniobras que él mismo produce. El poder es producido por los sujetos y tiene efectos sobre sus acciones. Las personas sufren maniobras de poder que los constituye como el otro, generalmente dominado o sometido, pero siempre esas maniobras son resistidas, contestadas, aceptadas o transformadas (Louro, 1997).

[5] Campeonato de fútbol femenino que acontece en Portugal con aprobación de la FIFA, que reúne un número considerable de selecciones nacionales. Según el testimonio de Emily Alves da Cunha Lima (2015) es el torneo más importante después de la Copa Mundo. 

 

labrys, études féministes/ estudos feministas
julho/dezembro 2015 - juillet/décembre 2015