labrys, estudos feministas / études féministes
janeiro / julho 2005 - janvier /juillet 2005

 

El feminismo académico en Argentina

María Luisa Femenías

Resumo

A mediados de los años ochenta, y en consonancia con la recuperación de la Democracia, muchas universidades organizaron seminarios o programas interdisciplinarios de teoría de género con perspectiva feminista. De la misma manera, muchas académicas participamos activamente en la reforma de las curricula y comprometiéndonos en la promoción de esta área de estudios. Estas y otras mujeres se comprometieron en igual medida en los debates en torno a las reformas del Código Civil y Penal de la Nación o de la Constitución. En este breve trabajo desglosaré las actividades más relevantes de cuatro universidades cuyas áreas de influencia cubren gran parte de Argentina. Me refiero a las Universidades de Buenos Aires, (sita en la Capital del país, de larga tradición), la de Salta (con fuerte influencia en la zona nor-oeste del país), la de Luján (surgida de un proyecto integrado a la comunidad, con fuerte influencia) y, por último, la de Rosario (con amplia tradición reformista y vasta influencia en el litoral del país). Sin pretensión de agotar el tema, la intención es brindar un panorama del recorrido institucional de los estudios de género en Argentina

 

Cuando Tania Navarro Swain me propuso escribir este artículo, de inmediato pensé en que la mayor dificultad era cómo plantear la cuestión: ¿Debería hacer una suerte de historia de las reinvindicaciones feministas en la Argentina, remontándome desde los orígenes del movimiento en el siglo XIXº hasta su institucionalización académica, para mostrar cómo las universitarias habían sido respaladadas por el movimiento de mujeres? ¿O para lo contrario? Que a principios del siglo XXº, a pesar de ciertos acuerdos en torno a derechos político-sociales, la mayoría de las mujeres trabajadoras, lideradas por las anarquistas, se distanciaba de las concepciones liberal-socialistas de las universitarias?. ¿Sería preferible entonces que tomara como punto de partida a las sufragistas argentinas? ¿O acaso a la Asociación de Mujeres Universitarias fundada a comienzos del siglo XXº por Cecilia Grierson, primera médica graduada a finales del siglo anterior? Más aún, ¿No convendría quizá partir de la obtención del voto femenino, en 1947, de la mano de Eva Duarte, con la consiguiente cooptación de las banderas feministas tradicionales durante el breve lapso que media hasta el siguiente golpe militar?

Durante el siglo XX, como se sabe, a partir del ´30, la participación política de los/as argentinos se vio sistemáticamente interrumpida por golpes de Estado, debido a lo cual tanto el movimiento como la participación socio-política de las mujeres sufrió fuertes retrocesos. Hubo que esperar hasta la década de los ‘60 para encontrar nuevamente la presencia de un movimiento fuerte, y aún así por el breve período que llega hasta el golpe de estado de 1966.[1] El siguiente, en 1976, volvió a foja cero todos los logros políticos y civiles del período democrático 1973-1976,  no sólo de las mujeres sino de la población en general. Esta última dictadura consolidó un discurso disciplinador, que en lo concerniente a las mujeres subrayó la misión sacrificial de la mujer entendida como madre, sus deberes y su vocación natural al cuidado del hogar y de los otros. Paradógicamente, este tipo de discurso permitió el giro trópico que legitimó el accionar denunciante de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.[2]

Volviendo a la preocupación inicial de este trabajo, resolví finalmente centrarme en los recorridos realizados por los feminismos académicos en la Argentina a partir de la recuperación de la democracia en diciembre de 1983. Razones de coherencia interna del trabajo y del perfil de influencia de las universiddes, me llevan a optar por la presentación de un panorama –ni completo ni exhaustivo- de los primeros grupos académicos institucionalizados, que operaron a partir de la recuperación democrática.

Cabe ahora un breve excursus sobre el término “género” que se ha generalizado ampliamente entre nosotras/os. Si a principios de siglo la palabra “feminismo” era simplemente un término más o menos neutro, que se refería a la posición sostenida por algunas personas (mujeres, en su mayoría pero también bastantes varones “progresistas”) en relación a la reivindicación de los derechos civiles y políticos de las mujeres, sucesivas transformaciones sociales la resignificaron negativamente. Cuando a principios de la década de los ochenta, las mujeres comienzan nuevamente a reorganizarse, saliendo poco a poco de las sombras impuestas por la dictadura, la palabra “de moda” (importada con todas sus dificultades de EEUU) es “género”.[3] La “Teoría de Género” en complicidad silenciosa con la ambigüedad de término “género” se extendió rápidamente, sobre todo en las Facultades de carreras humanísticas donde primero sentó baza. De modo que la denominación “género” amparó conferencias, seminarios y proyectos de investigación en la ignorancia de los claustros tradicionales, que lo asociaban a los “géneros” literarios, el “género” gramatical de las palabras o los “géneros” y las especies aristótelicos, usos legitimados por una larga tradición académica.[4]

  Sea en tanto “estudios de la mujer” o como “teoría de género”, a mediados de los ochenta, muchas universitarias con inserción académica nos encontrábamos organizando conferencias, seminarios o programas interdisciplinarios con perspectiva feminista o de género, términos que a los efectos de este trabajo usaré como sinónimos.[5] Muchas profesoras universitarias tuvieron activa participación en la reforma de las curricula y comprometieron su estátus académico en la promoción de los estudios de género. Muchas otras se comprometieron también en los debates en torno a las reformas del Código Civil y Penal de la Nación o de las Constituciones de la Ciudad de Buenos Aires o de sus respectivas provincias. A continuación, desglosaré las actividades más relevantes de cuatro universidades cuyas áreas de influencia cubren gran parte del país. Me refiero a las Universidades de Buenos Aires, (sita en la Capital del país, de larga tradición y prestigio), la de Salta (con fuerte influencia en la zona nor-oeste del país e incluso Bolivia), la de Luján (surgida de un proyecto integrado a la comunidad -cerrada durante el último gobierno militar-, con fuerte influencia en la Provincia de Buenos Aires) y, por último, la de Rosario (con amplia tradición reformista y vasta influencia en el litoral del país). [6]

Me referiré también, aunque más brevemente a otras unidades académicas, comprometidas con el tema. El presente proceso de consolidación democrática, nos ha permitido repensar nuestra herencia como mujeres, feministas y académicas, centrándonos en las necesidades y prácticas presentes y en un conjunto de objetivos a mediano plazo. Dentro de este marco, bregaré por la necesidad de construir un sólido cuerpo teórico propio, al que las jovenes académicas que se están formando vengan a sumarse.

I- Universidad de Buenos Aires

Por diversos motivos (emplazamiento, número de alumnos, prestigio, etc.) la Universidad de Buenos Aires, por intermedio de sus Facultades, le imprimió un fuerte impulso a las cuestiones de género, ejerciendo fuerte influencia.[7]

En primer término, las carreras de Psicología y de Sociología, originariamente integrantes de la Facultad de Filosofía y Letras –que habían sufrido fuertes restricciones durante el gobierno militar, dependiendo directamente de la intervención del Rectorado- consolidaron su perfil como Facultades. En efecto, con el advenimiento de la democracia se constituyeron en Facultades independientes, de Psicología por un lado y de Ciencias Sociales y de la Comunicación, por otro. En principio, en estado de ebullición por la reciente redacción del Proyecto de Constitución en Facultad, sumado al clima general de reforma de planes y programas, la flamante Facultad de Psicología fue la primera en dictar un conjunto de conferencias, seminarios y talleres sensibles a la perspectiva de género. Además, la Facultad contaba con numerosas profesionales que –de regreso de su exilio- traían consigo un bagaje teórico y una práctica clínica y psicoanalítica novedosa, en la medida en que retomaban la tarea emprendida en la década de los sesenta. Esta situación favoreció ampliamente la incorporación de problemáticas y perspectivas metodológicas vinculadas a los estudios de la mujer, que pronto se potenciaron junto con las redes que localmente se estaban reorganizando y de las que nunca se habían desvinculado totalmente.

La perspectiva de género fue incorporada de diversos modos a la curricula y finalmente se cristalizó en la organización de una Diplomatura especializada. En 1985, obtuvo reconocimiento de la Universidad dependiendo formalmente del Rectorado, como Postgrado en “Estudios de la Mujer”, bajo la coordinación de Gloria Bonder. Por convenio inter-universitario, este Postgrado se dictó también en la Universidad Nacional del Comahue. Se dictó durante los ciclos lectivos de 1987 y 1988, completando los estudios sólo dos promociones. Por diferentes y complejos motivos, finalmente se cerró a pesar de la influencia que ambas sedes ejercieron desde, al menos, dos posiciones: la academia y de difusión por un lado y la de las prácticas clínicas, psicológicas y psicoanálisis por otro. En todo caso, la mayoría de las egresadas estaba vinculada al movimiento feminista de los años sesenta.[8] Como una suerte de revulsivo, este Postgrado potenció las críticas al psicoanálisis freudiano y lacaniano ortordoxos, introduciendo la obra de Luce Irigaray, y otras teórica/os de la Escuela Francesa, llamando la atención sobre la carencia teórica respecto de la constitución de la subjetividad de las mujeres, su sexualidad, sus niveles y formas de satisfacción y de deseo, y el modo en que su racionalidad se disciplina, valora y contrasta con el “modelo” masculino.[9]

En conjunción con especialistas en Educación y Sociología se señaló la importancia de la temprana socialización de niños y de niñas en la configuración de los roles tradicionales, entendidos como naturales, tanto a partir de la curricula expresa como de la oculta. Se revisaron en consecuencia los libros de lectura y de texto, se analizaron los juegos y los juguetes de niños y niñas así como también los mandatos sociales. No obstante los esfuerzos realizados -incluso desde el Ministerio de Educación- a favor de una reforma tendiente a una educación no-sexista, los logros en este aspecto han sido relativamente exiguos.[10]

La Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, por su parte, reorganizó a partir de finales de los ochenta su Instituto de Investigaciones “Gino Germani”, estableciendo una zona dedicada a los estudios de género. Asimismo admitió el dictado de seminarios de la especialidad, si bien nunca lo hizo orgánicamente. Algunas feministas de larga trayectoria vinculadas a ese Instituto, generaron proyectos de investigación en cooperación con organismos internacionales. Así, cabe mencionar a Silvia Chejter, socióloga, especialista en temas de violencia contra las mujeres y prostitución.[11] Incluso, forma parte del cuerpo docente de esta Facultad, Dora Barrancos, la actual Directora del Instituto Intrdisciplinario de Estudios de Género (infra), especializada en historia de las obreras de principios del siglo XX.[12] 

Fundamentado en la perspectiva de género, “Género y Razón” fue uno de los primeros seminarios especializados de grado que acreditó la carrera de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras. (UBA). Estaba vinculado a un proyecto de investigación del mismo nombre, avalado por la Secretaría de Ciencia y Técnica  de la Universidad de Buenos Aires, dirigido por la María Isabel Santa Cruz.[13] En honor a la verdad, las mujeres de la carrera de Filosofía habíamos recibido el fuerte impacto de la visita de la María Lugones, argentina residente en EEUU, y de Cèlia Amorós, catedrática española de amplia trayectoria.[14] En especial, a raíz de la influencia de Lugones, decidimos fundar la Asociación Argentina de Mujeres en Filosofía (AAMEF, 1987) y realizar una publicación, Hiparquia (1988-1999), a los efectos de difundir trabajos originales o traducidos, exclusivamente dedicados al sesgo sexista en de la mayor parte del corpus filosófico.[15] Así, en general todas las Maestrías de la Facultad incorporaron  seminarios y talleres con perspectiva de género. Carreras como Historia, Educación o Letras avalaron también seminarios o proyectos de investigación sobre “mujeres” o con perspectiva de género.[16]

En 1989, el entonces Decano de la Facultad de Filosofía y Letras convocó a todas las investigadoras que directa o indirectamente estaban trabajando en “mujer” o “género”, invitándonos a organizar un area o instituto que, en su conjunto, nos diera visibilidad y legitimidad.[17] Así, en 1992 obtuvo su reconocimiento formal el Area Interdisciplinaria de Estudios de la Mujer (AIEM) coordinada por Nora Domínguez (Letras).[18] Finalmente, en 1997 obtuvo su reconocimiento como Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGe), dirigido desde entonces por Dora Barrancos. El Instituto concentra investigadoras/es e investigaciones que adoptan fundamentalmente la perspectiva de género como herramienta transversal de análisis. En consecuencia, es sede de proyectos interdisciplinarios de investigación, rompiendo los marcos tradicionales de las disciplinas. Si bien esto ha sido así desde sus orígenes, sólo recientemente se han incorporado algunos varones.

El AIEM publicó un efímero boletín (tres números) que, a partir de 1995, se convirtió en la revista Mora, órgano oficial de difusión primero del Area y luego del Instituto. Mora junto con La Aljaba (nueva época) son hasta ahora las únicas publicaciones totalmente dedicadas a temas de género con aval académico. Volviendo a Mora, su carácter interdisciplinario favorece la circulación, permitiéndole sintetizar, de alguna manera, los intereses y actividades del Instituto: instala debates, pone a discusión artículos resultantes de investigaciones, ofrece traducciones, releva polémicas y entrevista expertas.[19] Otro de los intereses originarios del AIEM que el Instituto también recogió, fue la conformación de una Biblioteca especializada. Por compra, canje o donación se ha ido formando un importante fondo bibliográfico. Actualmente lo  consultan estudiantes y profesores de la casa además de público en general. Funciona allí, por iniciativa de Mirta Lobato, el Archivo de Voces e Imágenes de Mujeres, que periódicamente realiza exposiciones de fotografías y de videos. Este archivo da cuenta tanto de la actuación de mujeres anónimas (p.e. obreras de principios del siglo XX), de los retratos de las primeras feministas como de “las reinas” de la belleza del primer peronismo. Destacamos que los análisis de estas imágenes abren una zona inédita en la investigación socio-política de la historia de las mujeres. Rescatamos como una de nuestras fotos más queridas la de Elvira López, primera mujer que en 1901 obtuvo su Doctorado en la Facultad de Filosofía y Letras con una tesis titulada “El movimiento feminista en la Argentina”.

Otras Facultades, como la de Ciencias Económicas o la de Derecho también cuentan con especialistas que han contribuido notablemente a la expansión de los estudios de la mujer y de género en la academia y reforzado la presencia de las mujeres en los Colegios Profesionales. Por ejemplo, desde su cátedra de Metodología en la Facultad de Ciencias Económicas, Alicia Gianella –cofundadora de AAMEF- participa activamente en epistemología feminista de la psicología y en mujer y economía. Arquitectas –como Teresa Azcárate- llamaron la atención sobre los “espacios de las mujeres” en las planificaciones urbanas (zonas de peligrosidad, etc.) y en los complejos habitacionales. Biólogas y médicas visibilizaron el uso del cuerpo de las mujeres tanto en los procesos de contracepción como de fertilización in vitro y organizaron conjuntamente con otras unidades académicas campañas de educación sexual. Incluso el Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente también de la Universidad, cuenta con grupos autogestionados sobre género y problemática queer, originariamente coordinados por Marta Bianchi, con activa participación y capacidad de gestión.[20]

 Otro tanto se puede decir de abogadas que, como Haydée Birgin, Alicia Ruíz, Ana González, entre otras, han radicado proyectos de investigación en la Facultad de Derecho.[21] El efecto más inmediato de su actuación fue la promoción de debates amplios entorno a las reformas al Código Civil y la Constitución Nacional, y los modos argumentaivos de sustentación de las mismas.[22] Por eso, al mismo tiempo que la Universidad incorporaba por diversos caminos la problemática de género en su curricula (en parte por estar ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, capital del país, y a la manera de una caja de resonancia sobre el resto del territorio nacional), un numeroso grupo de legisladoras feministas en conjunción con las académicas promovieron, con amplio consenso social, significativas y largamente postergadas reformas legislativas, que culminaron en la Constitución de 1994. La sociedad en su conjunto, las ONGs, las asociaciones profesionales (de Abogadas, de Juezas, de trabajadoras sociales, etc.) fortalecieron una mirada no discriminatoria sobre las mujeres, visibilizando los sesgos sexistas del código civil y del penal. La Reforma Constitucional de 1994, por un lado, y de la Magistratura, por otro, favoreció la reciente incorporación de dos mujeres a la Corte Suprema de Justicia de la Nación: una de ellas, Carmen Argibay es declaradamente feminista.

     Estos últimos logros involucran la acción mancomunada de esclarecimiento, concientización  y difusión de las Universidades en general y de las ONGs. Al mismo tiempo, desarrollaron una amplia campaña en aras de la equidad de sexo, que incluyó además la visibilización de la discriminación sufrida por las minorías sexuales. El recorrido seguido por las diferentes Facultades de la Universidad de Buenos Aires no estuvo aislado ni del contexto socio-político de la recuperación de la democracia ni del accionar más o menos conjunto de la mayoría de las Universidades del país, incluyendo la convocatoria de Encuentros, Talleres y Congresos nacionales e internacionales.

II- Universidad Nacional de Salta

En la Ciudad de Córdoba tuvo lugar en julio de 1987 el Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía, en el que de modo informal un número significativo de filósofas (argentinas y extranjeras) presentes resolvimos impulsar la propia visibilización como profesionales y alentar los Estudios de Género en nuestras respectivas Facultades de origen. La creación de la Comisión de la Mujer de la Universidad Nacional de Salta (Resolución 218 del Consejo Superior, en 1989), a propuesta de las profesoras María Julia Palacios y Violeta Carrique, no quedó al margen de ese significativo hecho.

Palacios y Carrique impulsaron la organización de “una Comisión encargada de promover los estudios sobre la mujer”, fundamentando el pedido en la ratificación del Congreso Nacional de la Declaración de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer que, entre otras cuestiones, establece que los Estados firmantes deben adoptar medidas que aseguren a la mujer “igualdad de derechos con el hombre en la esfera de la educación a través de la eliminación de todo concepto estereotipado de papeles masculinos y femeninos en todos los niveles y en todas las formas de enseñanza”.[23] Así, la Comisión de la Mujer de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta tuvo en sus orígenes como objetivo fundamental no sólo promover la investigación, sino también crear ámbitos de discusión sobre la problemática de las mujeres y las cuestiones de género. Con este objetivo presente, desde 1989 ha organizado, conferencias, paneles, talleres y cursos extracurriculares, ha incorporado bibliografía especializada en el dictado de las respectivas asignaturas curriculares y ha promovido la perspectiva de género en general. Asimismo, a instancias de las integrantes de la Comisión de la Mujer, la Facultad de Humanidades implementó (entre 1994 y 1996) la cátedra Historia de las Mujeres, y el seminario permanente Género y Ciencias Sociales, que se dicta desde 1997.

Junto con las actividades netamente académicas mencionadas, la Comisión de la Mujer –gracias a las numerosas colegas sensibilizadas en el tema- ha promovido el debate extra-académico, llevando adelante una política de constante presencia en los medios masivos de comunicación (periódicos, revistas y televisión), denunciando los actos o las situaciones discriminatorias para las mujeres y brindando en conjunción con miembros de otras carreras de la Universidad (y ONGs) el asesoramiento necesario para concientizar, esclarecer y proteger a las mujeres en situación de riesgo. Ha desarrollado también ciclos de debate abiertos a la comunidad sobre cuestiones vinculadas al trabajo temporario de las jovenes (rural, en los ingenios, trabajos agrícolas de cosecha y recoleción, en las plantaciones de tabaco, etc.) y a la violencia tanto en el hogar como en el espacio público de la “fiesta”.

    En efecto, la fuerte presencia de comunidades autóctonas aymara y quechua imprime a las investigaciones de la Comisión de la Mujer un perfil especial. Por las caracterísiticas sociales de estos grupos y su fuerte identidad cultural, tanto las investigaciones como los debates tienen la fuerte impronta de la intersección género / etnia / clase. En ese sentido, la visita (en el año 2000) de la antropológa Silvia Rivera Cusicanqui (Bolivia) especialista en estudios postcoloniales, a la Facultad de Humanidades, generó un intenso y fructífero debate entre las académicas posicionadas en el feminismo universalista (de la igualdad) y las defensoras de “la diferencia” en términos de autoctonía e identidad. Con esta referencia, ilustramos también que la Facultad de Humanidades ha sido repetidas veces sede de Encuentros y Congresos, cuyo tema central fue o bien la problemática de género o bien –por impulso de la Comisiópn de la Mujer- incluyeron mesas especiales sobre el tema.

Un interés no menor, fue dotar a la biblioteca con material tanto de difusión como de especialización; es decir, de consulta abierta a un público amplio y de interés para quienes desean iniciarse en la investigación con sensibilidad genérica. En esa línea, la Comisión de la Mujer ha favorecido diversas publicaciones. Por ejemplo, Palacios ha publicado ¿Historia de las mujeres o historia no-androcéntrica? (1997) en el que realiza una reflexión cuidadosa desde la Filosofía de la Historia el desafío teórico que para su disciplina implica la inclusión reciente de la historia de las mujeres, distinguiendo entre lo dicho “sobre” las mujeres (las mujeres como objeto) y lo que las mujeres dicen (las mujeres como sujeto productor de conocimiento). En Defender los Derechos Humanos (1999) Palacios compila todas las leyes, declaraciones, resoluciones y dictámenes judiciales de la Nueva Constitución Nacional (1994) y todas las convenciones internacionales a los efectos de nutrir el debate con los textos que rarifican que “las mujeres también tienen derechos humanos”. Para la edición de esta obra contó con apoyo estatal, repartiéndosela de modo gratuito a todas las escuelas, colegios, universidades y ONGs como parte del plan de difusión y debate extendido de los Derechos Humanos de las Mujeres y su concientización. Trabajo sin duda de amplia repercusión y difusión.

Asimismo, la Revista de la Escuela de Historia –que se publica desde 2002, dirijida por María Elina Tejerina- ha incorporado la problemática de género entre sus artículos. De igual modo, revistas de temáticas más amplias como Diálogos han publicado números íntegros referidos a cuestiones feministas. Incluso, revistas como Temas de Filosofía, incorporan artículos con perspectiva de género.[24] Estos esfuerzos son tanto más significativos si tenemos en cuenta que la Universidad Nacional de Salta tiene, por un lado, una amplia zona de influencia que –como vimos- llega hasta Bolivia. Por otro, que se encuentra enclavada en una de las zonas de menos movilidad social y estructura más conservadora del país.

III-  Universidad Nacional de Luján

La Universidad Nacional de Luján creó en marzo de 1990 (D.D.-D.C.S. 003/90) el Area de Estudios de la Mujer, como especialidad dependiente del Departamento de Ciencias Sociales, y estrechamente vinculada a la carrera de Historia. Desde un comienzo, el impulso y el esfuerzo de la historiadora medievalista Cecilia Lagunas le imprimió su sello. Alentada por Reyna Pastor, conocida historiadora medievalista argentina, radicada en España, el Area se centró primariamente en la Historia de las Mujeres, incluyendo sólo más tarde ciertos debates e investigaciones en género. El Area de Estudios de la Mujer desarrolló actividades académicamenteme acreditadas y favoreció la firma de Convenios con otras universiddes del país y del exterior. También con la Federation International for Women´s History (Bergen, Noruega) lo que muestra claramente su interés histórico. En este sentido, ha realizado trabajos  con, entre otras, Silvia Mallo para mostrar la influencia de las mujeres en el período colonial y en los tempranos años de las luchas por la independencia.[25] Vinculada al Instituto Superior del Profesorado “Joaquín V. González” (en la Ciudad de Buenos Aires), Cecilia Lagunas promovió también allí la visibilización de los colectivos de mujeres en la historia e impulsó los Estudios de la Mujer en esa Institución, aunque no se logró coordinar los esfuerzos realizados desde diversas disciplinas a los efectos de potenciar la creación de un espacio común de debate.

En 1996, el Area de Estudios de la Mujer recupera la Revista La Aljaba (segunda época). La Aljaba había sido una revista “dedicada al Bello Sexo” fundada en 1830 por Petrona Rosende de Serra, poeta y periodista uruguaya radicada en Buenos Aires, cuyo objetivo era la educación (urgente) de la mujer (moderna).[26] La Aljaba que publica Lagunas, es una revista de Estudios de la Mujer, con el aval académico de la Universidad Nacionales de Luján.[27] Sin embargo, su publicación es conjunta con el Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer de la Universidad Nacional de La Pampa y el Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad Nacional del Comahue. Estas Universidades –promovidas por la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata- integraron la Red de Editoriales Universitarias (REUM), esfuerzo que si bien continúa, ha decaído significativamente desde la crisis financiera de 2001.

Al igual que otras instituciones de este tipo, desde 1994, esta Area se preocupó de formar una Biblioteca especializada tanto de libros como de publicaciones periódicas. Al igual que las demás instituciones, la biblioteca se encuentra abierta a los investigadores/as de la Universidad y a disposición de público en general. También el Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján cuenta con un Area de Estudios Interdisciplinarios de Género y Educación, que se creó por Resolución del Consejo Directivo Departamental en marzo de 1999, bajo la coordinación de Alicia Itatí Palermo.[28] Sus objetivos generales se vinculan con la promoción de espacios para reflexionar, capacitacitar e investigar la intersección educación–género. Si bien se interesa por establecer intercambios académicos con otros/as estudiosas del tema (cuenta con investigación conjunta con la Universidd de Sevilla), pone el acento en los aspectos actitudinales de los profesionales que forma la Universidad. En ese sentido, impulsa la realización de actividades conjuntas con Educación, cuya meta es promover la reflexión y el cambio de actitudes tendientes a eliminar los estereotipos de género en el ámbito de la Universidad Nacional de Luján y, sobre todo, en la práctica profesional de sus graduados.

En este sentido, el acento de esta Area está claramente puesto en la perspectiva de género y no meramente en la visibilización de las mujeres, a través de su participación en la historia. Un segundo aspecto fundamental, vinculado al anterior, es brindar –en términos del dictado de   asignaturas específicas curriculares, p.e. “Introducción a los estudios interdisciplinarios de género y educación”- asesoramiento teórico y metodológico sobre el abordaje de las problemáticas de género en el ámbito de la Universidad. De este modo, se promueve asimismo la incorporación de esta temática en los programas de otras asignaturas del Departamento de Educación. La producción de materiales de difusión se encamina también en esta línea.

IV- Universidad Nacional de Rosario

Actualmente, si bien la mayoría de las Universidades Nacionales cuenta con unidades de investigación y docencia dedicadas a la problemática de Género o de Estudios de la Mujer, la única que ofrece un título de posgrado en esta especialidad es la Universidad Nacional de Rosario. Efectivamente, la Facultad de Humanidades y Artes cuenta con un Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre las Mujeres (CEIM) bajo la Secretaría General de Hilda Habichayn.[29] Además, desde 1997, se estableció un título de postgrado con la denominación de Maestría en “El poder y la sociedad desde la problemática de género”, cuya Coordinadora Académica es también Hilda Habichayn. Cabe tener en cuenta que si bien esta especialidad y su diplomatura fueron aprobadas por el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Rosario (Resolución nº 241/97), por diversas cuestiones, hasta el momento no ha sido validada como carrera de postgrado por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU).[30] 

El Plan del esta maestría consta de un Ciclo Básico de tres seminarios (sobre epistemología, historia y metodología en la investigación en género) y un Ciclo Específico dividido en cinco Areas tanbién denominadas Espacíficas, para cuya aprobación deben cursarse uno o dos seminarios, según corresponda a la línea de investigación. Cierran el ciclo, dos talleres de tesis tendientes a la redacción de una Tesis final. No obstante carecer de reconocimiento oficial, este Magíster cuenta con un número relativamente importante de cursantes y un claustro de profesores integrado por algunas figuras de amplio reconocimiento.[31]

Otro aporte importante de Habichayn y sus colaboradoras/es es haber trasladado las cuestiones de género fuera de la Facultad de Humanidades y Artes. Por ejemplo, ha introducido  junto con Graciela Galván (antropóloga) cursos curriculares sobre “Aportes de la perspectiva de género a una nueva mirada de la salud-enfermedad” en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario. Cursos de este tipo significan una apertura que, en su momento, se correspondió con la modificación curricular de la carrera de Ciencias Médicas. La incorporación de esta perspectiva, se vinculó con políticas de promoción general de la salud. En efecto, la perspectiva de sexo-género no sólo debe atravesar la variable salud-enfermedad de las diferentes etapas de la vida, sino que fundamentalmente debe alertar sobre sus especificidades qua varones y qua mujeres en los seres humanos.

Hilda Habichayn es también la editoria responsable de Zona Franca, órgano de difusión del CEIM. Esta revista se edita desde 1992 y, aunque no está indexada como publicación universitaria, cumple con la importante tarea de dar a conocer a través de ensayos, investigaciones, reseñas, noticias, documentos y notas la producción del CEIM, de la maestría de Género y de las personas o instituciones que aportan al tema de la condición y de las relaciones entre mujeres y varones y las discriminaciones basadas en el sexo.[32] Sumado a lo anterior, tanto  Habichayn como Bonaparte han publicado numerosos trabajos de difusión, con el propósito de esclarecer y concientizar a varones y mujeres, alcanzando un espectro más amplio que excede la vida universitaria. También han publicado artículos y compilaciones académicos de mayor especificidad.[33] 

V- Otras Instituciones Académicas

En los inicios de la Democracia (en la década de los ´80), para fomentar el debate entorno a las reformas legales que se propiciaban desde los sectores más progresistas del poder y de la sociedad, a instancias de las legisladoras feministas -como ya señalamos- el Honorable Senado de la Nación financió un conjunto de seminarios impartidos por especialistas extranjeras o argentinas que habían residido o residían en el exterior.[34] Este impulso inicial fue rápidamente recogido por las Universidades que –como acabamos de ver- instrumentaron los modos de incorporar a sus curricula la perspectiva de género en alguna de sus variantes.[35]

Como ya he señalado, casi todas las Universidades Nacionales cuentan actualmente con Centros o Institutos que adoptaron o bien la perspectiva de género o bien se centraron en los Estudios de la Mujer. Buenos ejemplos de ello son Centro de Estudios Históricos e Interdisciplinarios sobre las Mujeres (CEHIM) de la Universidad Nacional de Tucumán (creado en 1991), con la muy activa participación de Carmen Perilli;[36] la creación en 1993 de la Cátedra Libre de la Mujer dirigida por Silvia Knight y la reciente presentación del Proyecto de creación del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género de la Universidad Nacional de La Plata; la sistemática incorporación a la curricula de seminarios permanentes o programas sobre la especialidad, como el Programa de Estudios de la Mujer o en la Universidad Nacional de La Pampa, que en colaboración con la Universidad Nacional de Lujan y la de Comahue publican, como ya señalamos, La Alajaba (supra), entre otras.[37] En la Universidad Nacional de Córdoba, la Escuela de Posgrado incluye en el Centro de Estudios Avanzados un Programa de Discurso Social que viene trabajando sobre la inscripción de las mujeres en los discursos falogocéntricos.[38] También, numerosos docentes de esa Universidad en las carreras de grado han adoptado la perspectiva de género. Por ejemplo, Patricia Morey (Filosofía) y Liliana Rainero (Arquitecta), han desafiado la epistemología tradicional para incorporar el debate de género y, entre otros, aspectos interesantes de su producción, muestran cómo la estructura de la ciudad responde a la división sexual del trabajo, incrementando para las mujeres las dificultades de traslado, confort y seguridad.[39]

VI- Encuentros y otros eventos

Como ya adelanté esquemáticamente, a medida que se fueron institucionalizando los estudios de género en las universidades argentinas, se consolidaron los eventos específicos dedicados por completo al tema o que, al menos, incorporaban sesiones, mesas redondas o conferencias alusivas. Las bianuales Jornadas de Historia de las Mujeres, iniciadas en 1990,  comenzaron a organizarse en forma conjunta con el Congreso Latinoamericano de Estudios de las Mujeres y Teoría de Género a partir del 2000. En forma rotativa, las diferentes Facultades y Universidades del país toman bajo su responsabilidad la organización de estos eventos y la posterior publicación de las Actas de las Conferencias, ponencias y debates. Esta actividad coordinada supone un avance interesante y fructífero en al menos tres aspectos. En principio, el debate e intercambio de las memoriaa regionales, lo que facilita la recolección de los datos necesarios para cualquier intento de categorización y elaboración sistemática de la historia de las mujeres, o –para decirlo en palabras de Foucault- de su genealogía y los mecanismos que operaron en las diferentes épocas y lugares para su exclusión. En segundo lugar, para el intercambio de los desarrollos teóricos de los diferentes equipos. Por cierto, mirando retrospectivamente nuestros primeros Encuentros, se ha hecho un interesante recorrido no sólo por las teorías europeas y norteamericanas -con importante insidencia de las corrientes de la diferencia de corte postmoderno- sino también es posible dar cuenta de numerosos intentos de desarrollo y conceptualización propios, ejercicio cuanto menos valioso política y académicamente. Por último, estos eventos constituyen un refuerzo consistente de los argumentos en defensa de la presencia de las mujeres en la esfera pública, incluyendo la elaboración y el reconocimiento de sus derechos de ciudadanía, económicos y sociales en general y académicos en particular.

Dejando atrás los tímidos comienzos, en los últimos años estos Encuentros han concentrado un número importante no sólo de académicas, sino también de mujeres del movimiento y de feministas en general. La solidaria presencia de investigadoras extranjeras contribuyó desde el inicio de la democracia a fomentar el intercambio de ideas, el enriquecimiento del diálogos y la formación teórica de nuestras estudiantes, cuyos resultados se potencian de encuentro en encuentro.[40] Por último, quiero destacar que un número incipiente pero sostenido de investigadores varones se ha acercado primero con curiosidad y ahora con creciente interés al tratamiento de los Estudios de género, revisando -entre otros temas- los roles de la masculinidad. A estos eventos específicos, cabe agregar que ya ninguna convocatoria carece de mesas o espacios para la reflexión generizada de la/s disciplinas en cuestión. Así, se trate de Congresos de medicina, epistemología, comunicación, etc. todos incorporan en su Programa académico trabajos y colaboraciones con perspectiva de género.

Paralelamente a los Congresos organizados por las Universidades, los grupos feministas y del movimiento de mujeres (muchas de ellas con doble inserción y participación) se fueron reuniendo. El Primer Encuentro Feminista se realizó en San Bernando en 1989.[41] Le siguieron tres Asambleas de Mujeres Feministas (1990, 1992 y 1995). En el 2000, se realizó en Córdoba, el Encuentro de Feministas. El Encuentro se realizó en años sucesivos en Santa Fé (2001) y en Ramos Mejía (2002). Por su parte, el XIXº Encuentro Nacional de Mujeres se llevó a cabo en el 2004, en Mendoza. Esta lista simplemente pretende mostrar que desde la recuperación  democrática se ha mantenido una cierta periodicidad, alterada a veces por problemas económicos que –como se sabe- redundan en dificultades organizativas. En general, puede verse la vinculación (no siempre excenta de tensiones) entre ambas líneas, que –a mi entender- potencian sus actividades.  

VII- A modo de conclusión

Si miramos el camino recorrido desde comienzos de la década del ochenta hasta ahora, sin optimismos exagerados, creo poder sostener que el balance es positivo. Con todo, los avances no han sido lineales y hemos tenido retrocesos y mesetas. Esta suerte de raconto parece centrarse en los avances políticos (es decir, legales como la ley de divorcio, patria potestad compartida, la ratificación con rango constitucional de las leyes contra la discriminación de las mujeres, etc), donde los logros son significativos. Esto es así, porque saliendo de una dictadura, la cristalización en la Ley de los derechos y las garantía nos era histórica y psicológicamente  urgente a varones y mujeres. Igual, no fue sencillo, aunque poco a poco el conjunto de la sociedad y las prácticas cotidianas de todos se re-articularon positivamente, y creo que las Universidades han contribuido sustancialmente a ello. Muchas son también las deudas.

En efecto, la reconstrucción del tejido social, incluida la recomposición económica, presenta no pocas dificultades. En investigación, estamos recién empezando a sentar bases sólidas: la fácil visibilización de algunas zonas de discriminación o carencia no debería omnubilarnos haciéndonos creer que ya lo hemos resuelto todo. Falta aún enfrentar muchos desafíos que el entrecruzamiento de género con la etnia y la clase social reclama. Faltan analisis y propuestas respecto de los cambios de actitudes, en prevensión de la violencia simbólica, moral y física, en la construcción de entramados teóricos que nos permitan comprender ciertas recurrencias gracias al relevamiento de los supuestos que operan subrepticiamente. Aún hay mucho por hacer. No sólo porque ciertos funcionarios se “olviden” de reconocer los nuevos derechos en los momentos precisos, sino, fundamentalmente, porque las propias mujeres no insisten suficientemente en reclamarlos, unas veces por ignorancia, muchas por cansancio, otras porque aún no han iniciado la etapa de mirarse y revisar críticamente sus propias actitudes y creencias. Estamos en ello.

Referencia bibliográficas:

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- Revistas Específicas sobre temas de Teoría de Género e Historia de las Mujeres

La Aljaba, Segunda época, dirigida por Cecilia Lagunas

Mora, dirigida por un Consejo Editor integrado por Ana Amado, Graciela Batticuore, Nora Domínguez, Ana Domínguez Mon, María Luisa Femenías, Mirta Lobato.

Travesías, dirigida por Silvia Chejter

Zona Franca, dirigida por Hilda Habichayn

Universidad Nacional de La Plata


 

[1] Para aspectos históricos del feminismo en la Argentina, se pueden consultar, entre otros, Fejóo (1982); Masielo, (1994); Fletcher (1994); Iglesia (1993); Sosa de Newton (1967) Auza (1988) Femenías (2002); Lipszyc (2005). Santa Cruz et alii (1994ª)

[2] Adopto y adapto el concepto “giro trópico” de Judith Butler. La apertura reciente de parte de los archivos secretos de la dictadura en la Ciudad de la Plata muestra, entre muchas otras cosas, que todas las mujeres vinculadas a grupos feministas o del movimiento de mujeres estaban fichadas y se las vigilaba de cerca. De ahí que los grupos feministas se disolvieron y la mayor parte de sus dirigentes y activistas se exiliaron.

[3] Sobre las dificultades del término “género” en castellano, cf. Schutte (1994a), (1994b); Santa Cruz (1994b), Femenías (2002).

[4] Como advierte Geniéviève Fraisse, “género” se convirtió en un concepto “pantalla” que iluminó e invisibilizó a la vez un sinnúmero de cuestiones.

[5] A los efectos de desarrollar una suerte de mapa de situación, como el que se propone este trabajo, no me parece conveniente concentrarse en las diferencias de cada uno de estos conceptos.

[6] Me limitaré a las Universidades Nacionales por su trayectoria histórica y pretigio.

[7] Un número importante de asociaciones civiles y ONGs, defendieron los derechos de las mujeres, organizaron grupos de concienciación, apoyo y asistencia psicológica a la mujer golpeada, contra la violencia simbólica, la discriminación de las minorías sexuales, discriminación laboral, etc. Funcionaron de modo mancomunado con psicólogas, abogadas, trabajadoras sociales, etc. Entre otros, el CEM, ATEM, Lugar de Mujer, Grupo de reflexión lesbiana, Grupo autogestivo lesbiano, Cf. Travesías 5, 1996; Travesías 6, 1997. Más adelante, Irene Meler organizó el Foro de Psicoanálisis y género, que regularmente organiza diferentes eventos.

[8] En 1990, un grupo de egresadas fundó la Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer (ADEUEM), asociación civil sin fines de lucro, cuyo objetivo principal es lograr la igualdad entre los géneros tanto en la construcción crítica del conocimiento como en el desarrollo de proyectos, investigaciones y acciones en el ámbito académico, comunitario, institucional y social. Trabaja en relación a organismos de nivel gubernamental, nacional e internacional. Intregra varios comités y redes de control, supervisión y seguimiento en derechos de las mujeres, políticas sexuales, salud reproductiva, poder y ciudadanía, etc. Cecilia Lipszyc es su actual directora.

[9] Destacamos en este sentido la tarea de Ana Fernández, Eva Giberti y Martha Rosenberg.

[10] Cabe mencionar a Gloria Bonder -fuertemente influenciada por Alicia Puleo autora de un anteproyecto de educación no-sexista de España-, Coordinadora General del Programa Nacional Igualdad de Oportunidades para la Mujer en el Area Educativa (PRIOM) del Ministerio de Cultura y Educación. Contó con la colaboración técnica de Graciela Morgade.

[11] El Centro de Encuentros, Cultura y Mujer, ONG dirigida por Silvia Chejter, edita Travesías desde 1990.

[12] También a July Cháneton, Mónica Tarducci, Fernanda Gil Lozano, Valeria Pita y Mabel Campagnoli, ente otras.

[13] Especialista en filosofía antigua, presentó ante la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Universidad (SeCyT) y ante el Consejo Nacional de Investigaciones (CONICET) los primeros proyectos de investigación en Filosofía de género: Género y Razón (SeCyT), 1988-1990; Examen de la controversia actual sobre la razón y su vinculación con la categoría de género (CONICET), Proyecto de investigación básica (1988-1990).

[14] En 1986, Lugones dictó Problemas de Feminismo Filosófico en la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico y, al año siguiente, Amorós dictó Mujer y crítica política en el Honorable Senado de la Nación.

[15] Fundadoras: Ana María Bach, María Luisa Femenías, Alicia Gianella, Clara Kuschnir, Diana Maffía, Margarita Roulet y María Isabel Santa Cruz. Santa Cruz fue la editora responsable de Hiparquia. AAMEF tenía como objetivos dar a publicidad los logros del feminismo filosófico y de la teoría de género a partir de traducciones,  trabajos propios, reseña de artículos o libros de poca difusión o en otros idiomas, y promover la inclusión de esta perspectiva en la agenda de los Congresos Nacionales e Internacionales de Filosofía y en las publicaciones académicas. En su breve existencia, AAMEF se vinculó con otras organizaciones afines y organizó o co-organizó algunos Encuentros Internacionales, fortaleciendo las bases teóricas de sus propuestas. Al apoyo inicial de Graciela Hierro y su equipo, cabe agregar el de Celia Amorós, Alicia Puleo (España) Nancy Fraser, Ofelia Schutte, Ann Ferguson y Linda Nicholson (EEUU) y María Isabel Peña Aguado (Alemania).

[16] Por ejemplo, “Etica y Género”; “Discurso y Sexismo”; “Educación y Género”; “Historia de las Mujeres”, etc. como semianrios optativos de las curricula de las Maestrías.

[17] Además del Decano, Dr. Luis Yanez, se contó con la invalorable colaboración de la Prof. Mirta Rosovsky.

[18] Fundadoras: Cristina Iglesia, Susana Zanetti, Liliana Zuccotti, Graciela Batticuore (Letras), Elena Huber, Elsa Rodríguez, Elizabeth Caballero de del Sastre (Clásicas), Mirta Lobato, Marcela Nari, Valeria Pita, Fernánda Gil Lozano (Historia), Diana Maffía, Margarita Roulet, María Isabel Santa Cruz, María Luisa Femenías (Filosofía), Ana Amado, Laura Malosetti (Artes), entre otras.

[19] El primer número de Mora apareció en 1995. Originariamente, la rigió un Consejo Editor integrado por: Ana Amado, María Luisa Femenías, Mirta Lobato, Susana Zanetti y Liliana Zuccotti. Actualmente, está integrado por: Ana Amado, Graciela Batticuore, Nora Domínguez, Ana Domínguez Mon, María Luisa Femenías y Mirta Lobato.

[20] En 2003 organizaron un Congreso Internacional que tuvo como invitada principal a Gayatri Chakravorty Spivak.

[21] Cf. Travesías 5, 1996; Lipszyc, C. “Los feminismos en la Argentina (1983-2004)” en Femenías, M.L. Perfiles del feminismo iberoamericano /2, Buenos Aires, 2005.

[22] Cf. Lipszyc (2005), Ruíz, A. (comp.) Identidad femenina y discurso jurídico, Buenos Aires, Biblios, 2000, Birgin, H. (comp.) Las trampas del poder punitivo, Buenos Aires Biblos, 2000; El Derecho en el Género y el Género en el Derecho, Buenos Aires, Biblios, 2000, Ley, mercado y discriminación, Buenos Aires, Biblios, 2000. ADEUEM, Relaciones de Género y Exclusión en la Argentina de los ´90, Buenos Aires, Espacio, 1998.  

[23] Fundamentación de la presentación de M.J.Palacios y V. Carrique ante el Consejo Superior de la Univ.Nac. de Salta. (inédito) Gentileza de las autoras.

[24] Revista de la Escuela de Historia 3, 2004; Dialogos III.9, 2003; Temas de Filosofía, 7, 2002.

[25] Cf. p.e. Lagunas Cecilia - Mallo, Silvia C, “Imagenes, mujeres y justicia. Pleitos civiles entre dos mundos, Siglo XVII”. en: Carzolio, M. I. y Barriera, D. (comp.) Política, Cultura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación de los Estados Nacionales, Rosario, 2005; Lagunas, Cecilia y Mallo, Silvia “Herencia patrimonial y Justicia. su impacto en las familias y las mujeres de España y las colonias americanas” Revista La Aljaba, UNLuján- CONICET, 2005.

[26] Masiello (1994), pp.13 et. pass.

[27] Otras miembros del Consejo de la Revista, pertenecientes todas a la UNLuján, son Susana Almeida, Rosa María Becerra, Susana Fioretti, María Ester Folco, Leticia García, Liliana Gastrón, Marta Goldberg, Adriana Martínez, Griselda Negri, Mariano Ramos y Brisa Varela.

[28] Integran el Area, entre otras, Alejandra Vasallo, Claudia Fidanza, Brisa Varela, Luis Alberto Gude, María Luján de La Portilla. Alicia I. Palermo es la editoria responsable de la Revista Argentina de Sociología, del Consejo Profesional en Sociología, que incluye artículos con perspectiva de género.

[29] Notar el uso de la preposición “sobre” en el nombre del Centro.  Además de la Magíster Habichayn, otros miembros (que publican en Zona Franca, infra) son: Héctor Bonaparte, Zulma Caballero, Lucía Tosi, Tania Diz, Eleonora Cebotarev, entre otros.

[30] La Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU) es un organismo autónomo creado en 1995 (Ley 24.521de Educación Superior) a los efectos de acreditar y reconocer a nivel nacional los títulos que confieren las Universidades del País.

[31] Por ejemplo, Diana Maffía, Nora Domínguez, Ana Amado, ocasionalmente, Mirta Lobato.

[32] Así reza el volante que anuncia su publicación, p.e. en Mora.

[33] Cf. p.e. “Acción y salud” Rosario/12, suplemento local de Página/12, 28/05/01; Bonaparte (1997); casi todos los números de Zona Franca cuentan con sus colaboraciones.

[34] A los seminarios de Cèlia Amorós -ya mencionados- se pueden agregar “Perspectivas, técnicas y metodologías en la investigación sobre mujer y educación” por Marina Subirats (1988); “Configuración hacia una nueva Cultura” por Paola Di Cori (1987, 1991); “Mujer, participación y cultura” por Judith Astelarra (1987). En la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA se dictaron: “Ultimas tendencias de la teoría crítica estadounidense” Helen Elam (1991); “Las relaciones entre los géneros”, Graciela Hierro (1992), entre otros.

[35] Las ONGs que pre-existieron a este impulso universitario han mantenido las tareas de asistencia, asesoramiento y control de gestión.

[36] Carmen Perilli, Investigadora del CONICET, Profesora Titular de Literatura Hispanoamericana y Directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericano de la Universidad Nacional de Tucumán. Dirige la Revista TELAR (IIELA).  

[37] En especial, M.Herminia Di Liscia, Silvia Di Liscia, Marcela Domínguez del Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer (Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa), Nélida Bonaccorsi, Nilda León, del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (Facultad de Humanidades de la  Universidad Nacional del Comahue.

[38] Me refiero a los trabajos de Adriana Boria, Liliana Fedullo, Mauro Cabral, María Teresa Dalmasso, entre otros.

[39] Morey, P. Rainiero, L. (1998).

[40] Las Jornadas de Historia de las Mujeres y de Estudios de género que se realizaron en el año 2000 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires concentraron alrededor de 1500 mujeres; las Jornadas de Salta convocan un número similar con la fuerte presencia de académicas de los países limítrofes, Bolivia, Perú y Chile.

[41] Para un relato más extenso de estos eventos, cf. Lipszyc (2005), n.1.

Nota biográfica

María Luisa Femenías, Doctora en Filosofía. Profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de La Plata y ex-directora de ese Departamento. Investigadora. Tiene numerosas publicaciones en temas de filosofía de género, entre ellas los siguientes libros y compilaciones: Mujeres y Filosofía (1994), Inferioridad y Exclusión (1996), Sobre sujeto y género (2000), Perfiles del Pensamiento Iberoamericano vols. I (2002) y II (2005), Judith Butler: una introducción a su lectura (2003). Es co-editoria de la revista Mora de la Universidad de Buenos Aires

 

labrys, estudos feministas / études féministes
janeiro / julho 2005 - janvier /juillet 2005