Labrys
estudos feministas/ études féministes
agosto/dezembro 2005 -août/ décembre 2005

 

Feministas en Encuentros Nacionales de Mujeres: ¿Movimientos en  movimiento?

Claudia Laudano y Teresa Azcárate

 

Resumen:

Este trabajo es un pantallazo de las características, particularidades y devenires  de los Encuentros Nacionales de Mujeres  en nuestro país, como  evento anual, itinerante, sostenido desde hace 20 años, al cual asistieron 30 mil mujeres en el último realizado en octubre de 2005. Una configuración que dura tres días, de variado espectro, conflictivos temas, fuertes diputas, de  visibilización  política-organizativa del Movimiento de Mujeres, así como  una  experiencia rica e intensa, con huellas y marcas en las subjetividades  de las asistentes. Al mismo tiempo, intentamos desplegar el  juego de algunas  tensiones, desafíos e interrogantes que nos disparan en la actualidad estos espacios como feministas que venimos participando desde los inicios.

 

Habría varias maneras de definir “movimiento social” y, al respecto, la bibliografía en teoría social y política es extensa. Recurriendo al conocido recurso del diccionario, como lugar instituido de ciertos sentidos aceptados en determinado momento, en el de María Moliner, movimiento es una alteración, cambio, perturbación, una agitación, un impulso  suelto de hacer cierta cosa producido por el sentimiento o estado de ánimo. Reconceptualizado por Mujeres Creando, un grupo feminista autónoma de Bolivia, Movimiento es el lugar que nos coloca en una relación de subversión de las relaciones de dominación, es un tejido de solidaridades donde las búsquedas existenciales no sean ajenas -sino que nutran- a las búsquedas  colectivas.

En Argentina los Encuentros anuales de Mujeres resultan eventos significativos dentro de las actividades del Movimiento de Mujeres y del Feminista por su continuidad, concurrencia y autogestión desde hace ya  20 años. Como experiencia mundial única en su tipo, los Encuentros Nacionales constituyen instancias de visibilidad del movimiento de mujeres, que se realizan sin interrupciones desde 1986 a la fecha (2005), con sedes itinerantes en diferentes ciudades del país, con una participación que ha superado la última  vez,  las treinta  mil asistentes (Las 12, Sup. Pág./12: 14-10-05). En cuanto a los orígenes de aquel primer encuentro, fue iniciativa de un grupo de mujeres que habían participado del Foro de ONGs desarrollado en Nairobi (Kenya) y del 3° Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bertioga, Brasil), ambos celebrados en 1985 (Documento, 2001: agosto).

Anualmente, confluyen en estas instancias mujeres trabajadoras, sindicalistas, desocupadas,   de partidos políticos, activistas de derechos humanos, lesbianas, universitarias, feministas,    de organizaciones barriales, religiosas, culturales, deportivas, indígenas, rurales, entre otras, de ideologías y edades variadas e inserciones múltiples. Las Comisiones Organizadoras se eligen para cada oportunidad y en principio no existen limitaciones para participar en ellas; de ahí que en ciertas oportunidades se ha podido garantizar pluralidad de puntos de vista entre sus integrantes y las feministas las hemos integrado.

No obstante, ante la masividad que renueva la convocatoria, en la última década ha habido intereses de diferentes sectores (en especial, partidos políticos y algunos sindicatos) por tener mayor presencia en diferentes instancias decisorias y de visibilidad pública. Desde los criterios fundacionales se proclama que: “Los Encuentros son espacios abiertos, horizontales, libres, ‘sin dueños’ que las mujeres argentinas hemos conquistado para reunirnos año tras año y debatir desde nuestra condición de mujeres la realidad social, económica y política del mundo actual y de nuestro país. Son horizontales, porque entre nosotras no hay jerarquías, somos todas iguales y estamos todas en el mismo nivel.

Que sean espacios “sin dueños” significa que pertenecen sólo a las mujeres y que por encima de los ENCUENTROS no existe ninguna estructura llámese dirección, junta ejecutiva o cualquier otra denominación que pretenda encasillarnos o embarcarnos en declaraciones o posiciones que surjan de esas direcciones y no del conjunto de las mujeres” (Folleto, La Plata: 2001).

Asimismo, se declaran autofinanciados, si bien reciben aportes en mayor medida de entes gubernamentales (municipales, provinciales, nacionales), y de ciertas de empresas y comercios, “sin que ello implique ningún tipo de condicionamiento” (Folleto, 2001).

Por diferentes motivos, los temas más irritantes en los últimos años han sido los del aborto legal, seguro y gratuito, el de las mujeres en situación de prostitución y el travestismo. Sin embargo, los niveles de debate e irritabilidad de los mismos encuentran diferentes interlocutoras. El debate sobre el aborto involucra, por un lado, el ya conocido antagonismo con las fieles católicas ortodoxas, que por momentos ha configurado escenas de discusión y acción violentas. Por el otro, genera importantes debates en los sectores de mujeres del propio movimiento, dado que es una temática en proceso de discusión con diferentes niveles de aceptación y conflictividad personal.

En cambio, los debates vinculados a la prostitución y el travestismo constituyen instancias de cuestionamientos internos, con posiciones definidas y a veces, con escaso lugar para la reflexión. En el primer caso, la discusión retoma la clásica dicotomía del pensamiento  feminista, en cuanto a si es posible considerar la prostitución como un trabajo o no. Desde allí se encadena una serie de debates; por ejemplo, si puede existir un taller denominado “mujeres y trabajo sexual”, tal como fue solicitado por las mujeres de una asociación que nuclea a las autodenominadas trabajadoras sexuales o si sólo se debe debatir bajo la designación de “mujeres en estado de prostitución”.

Respecto de la cuestión de travestismo, el panorama resulta más complicado aún, porque desde hace unos años se ha instalado el debate de si las travestís deben o pueden participar de encuentros de mujeres y/o feministas. Al respecto, las posiciones están divididas e incluso existe una zona de indefinición por parte de algunas feministas. Lo que resulta contundente es que la fuerte visibilidad del travestismo ha abierto un cuestionamiento no sólo a ciertas categorías clásicas y fundantes del feminismo, como la categoría género  y sus adscripciones binarias, sino que a la vez ha removido con cierta incomodidad la misma noción de identidad, que aunque precaria, siempre ha sido utilizada como referencia teórico-política.

A partir de los graves sucesos de l 9 y 20 de diciembre del 2001 (crisis económico-social, toma de las calles, muerte de manifestantes en manos de la policía, etc), se registró el surgimiento de un nuevo protagonismo social, que ha repercutido en la composición  de las mujeres que asisten a los encuentros. Debido tanto a la organización y movilización de distintos grupos piqueteros, como al funcionamiento de las Asambleas Barriales en algunas  ciudades del país, existe mayor afluencia y participación de mujeres de sectores de desocupados y precarizados, lo que da posibilidades de crear tramas de interacción más ricas con otros movimientos sociales.

A modo de ejemplo, en el XVIº Encuentro Nacional de Mujeres (en La Plata, agosto de 2001) enmarcado por la aguda crisis económica en el país, se registra la articulación de las feministas con los espacios del movimiento amplio de mujeres. En esa oportunidad, bajo la denominación amplia de “las Feministas en el Encuentro” se gestó una singular instancia organizativa con el objetivo de visibilizar, dentro del espacio coyuntural, historias y prácticas feministas. Cabe reconocer que, en las instancias de los Encuentros específicamente feministas, la preocupación por la participación feminista en los Encuentros Nacionales de Mujeres siempre ha estado presente. Más allá de su participación en los talleres centrales del Encuentro, se desarrollaron una gama de actividades propias durante los tres días: coordinación de talleres vivenciales, musicales y de murga; realización de diferentes paneles sobre el ABC del feminismo, el derecho al aborto y los crímenes de mujeres y prostitución en una ciudad veraniega; organización de una peatonal feminista; presencia notoria en la marcha del encuentro; elaboración de un documento con toma de posición ante los puntos centrales como la crisis económica del país, la situación en aumento de represión social, los distintos tipos de violencia sexista y el derecho a abortar de las mujeres (ver fotos).

La organización misma del Encuentro de Mujeres en la ciudad de La Plata concitó una fuerte disputa con la jerarquía eclesiástica católica, que reanimó la discusión contraria al derecho a decidir de las mujeres, convocando a algunas de sus más fieles y ortodoxas seguidoras a participar durante los días de debate, e interviniendo en declaraciones públicas en los medios gráficos locales que operaron como sus aliados. A modo de réplica se registraron graffiti feministas en diferentes puntos de la ciudad y cánticos durante la marcha del Encuentro, que recordaban el vínculo estrecho de colaboración de la cúpula eclesiástica con la dictadura militar del período 1976-1983.

Ahora bien, la experiencia de articulación feministas-movimiento de mujeres puede leerse desde dos niveles. En primer lugar, se concretó al vincular el movimiento de mujeres a feministas con diferentes trayectorias, posicionamientos y prácticas -en general autónomas- pero que no venían trabajando juntas de manera previa; si bien existía en muchos casos reconocimiento y relaciones previas. A esta iniciativa se sumó un conjunto interesante de “jóvenes feministas” de diferentes puntos del país que renovó en parte la participación de otras, consideradas “históricas”. En sentido contrario a las tendencias de fragmentación identitaria y el marco general de una presencia que puede caracterizarse como difusa, ésta constituyó una interesante posibilidad de articular, de manera coyuntural, la diversidad de feminismos que coexisten en torno a objetivos comunes, con un grado de amplitud considerable. Si bien, la identidad “feminista” operó como paraguas contenedor de diferentes experiencias y posiciones al interior del feminismo, al mismo tiempo significó una instancia interpeladora para otras mujeres y jóvenes que, sin identificarse de manera plena, no obstante encontraron espacios y zonas de intervención convocantes. Un desafío importante radica en observar la posibilidad de continuar con experiencias puntuales en relación con objetivos capaces de nuclear la diversidad de expresiones feministas.

Desde nosotras mismas, más allá de lo político organizativo, podemos considerar a los Encuentros Nacionales de Mujeres como una posibilidad personal y colectiva de experimentación de diversas vivencias modificatorias, propias de un espacio de no delegación. Llegamos de una manera y nos vamos de “otras”. Se suceden durante esos tres días aprendizajes varios, interacción entre distintas generaciones, acercamientos a otras formas de ver y sentir los problemas, algunas fuera de los modelos y normas de la subjetivación dominante.

Ocurre que tanta cantidad de mujeres juntas hablando, cantando, marchando, bailando nos trasmiten/generan cierta potencia y alegría, que a veces nos produce cierta exaltación que no tiene espacio en el cuerpo. Podemos decir que es una experiencia que nos deja intensas huellas y marcas. El Encuentro se prolonga fuera de los talleres y asambleas, en los bares y en las calles de la ciudad, donde transcurre una interacción informal, que va desde las conversaciones sobre lo que nos pasa al placer del encuentro entre amigas, a los ataques de risa, a las broncas, los chismes compartidos y sobre todo la intensidad de pasar tres días juntas, sin otras, ni otros… entre nosotras y ocupándonos de los temas que nos interesan. Tal vez, se trate de ensayos de espacios propios. Circula un “nosotras” que se arma y se desarma  todo el tiempo, que está pero es provisorio, con una polifonía que fluye, situado. Un “nosotras’’que no es un lugar al que se pertenece, es un espacio al que se ingresa para construirlo, una configuración en circunstancia, que se disuelve hasta el próximo año.

Pero los desafíos feministas alrededor de los Encuentros de Mujeres continúan y son Complejos. Muchas veces cuando regresamos de estos eventos nos aparecen sensaciones incómodas y ambivalentes, ya que tenemos que enfrentarnos a una paradoja: Hemos sido generadoras de estos Encuentros pero no está reconocido, y a veces hasta se niega que  la  posibilidad de lucha de las mujeres tenga una genealogía feminista. Pero tampoco nos es ajeno que en algún lugar los feminismos, como trabajo de transformación, hacen  un movimiento continuo de des(re)construcción de lo femenino que no termina de terminar; algo siempre perturbador e inquietante.   

Tal vez en épocas de cambios acelerados y continuos, de mutación general subjetiva y social, necesitemos colectivamente revisarnos e interrogarnos para inventar feminismos que nos muevan y conmuevan, feminismos con potencia, que contengan el encuentro-desencuentro constante, el deshacer en el hacer, que den cuenta del  movimiento incesante, con sus pliegues, dispersiones, configuraciones.

Hacemos nuestras las preguntas y sugerencias de Françoise Collin:

“¿Como concebir una política no metafísica? ¿Cómo ser un movimiento político que no reduce a aquellos o aquellas que a él se consagran a su definición de sujetos políticos? Y que no los-las encierre en la identidad colectiva que tienen que construir para afirmarse. Escapar en lo político al  reduccionismo de lo político /.../ reinscribiendo constantemente en lo político la ruptura de lo no político, acogiendo en lo político lo que se escapa de él y lo transgrede /.../. Una política no metafísica no se da apriori /.../. Hace acceder a la posición de actores-actrices de nuevas instancias hasta ante excluidas, con su poder indomable de innovación. No puede prever sino lo imprevisible del actuar /.../ ” (Collin,1995).

Bibliografia:

- Collin, F. (1995), “Praxis de la diferencia. Notas sobre lo trágico del sujeto”, en Mora, 1, agosto.

-Comisión Organizadora (2001) XVI Encuentro Nacional de Mujeres, Folleto de difusión, La Plata, agosto. 

-Encuentro Nacional de Mujeres (2001) Documento “Feministas en los Encuentros”, agosto.

-Mujeres Creando (2005), La virgen de los deseos, Buenos Aires, Tinta Limón.

nota biográfica:

Claudia Laudano. Lic. en Comunicación Social y Magister en Ciencias Sociales (orientación: Sociología). Profesora Titular por concurso en las Universidades Nacionales de La Plata y Entre Rios, Argentina. Se especializa en investigación en el Área temática de Comunicación y Género, en la cual tiene publicaciones específicas. Integra el dúo feminista “Carcajada Púrpura”.

Teresa Azcárate: Arquitecta con Especialización en Estudios de las Mujeres, Postgrado de la Universidad de Buenos Aires. Lectora apasionada de los filósofos-as contemporáneos. Participa en el grupo de Estudio e Investigación: Desmesuradas. Integra el dúo feminista “Carcajada Púrpura”

 

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