labrys, études féministes/ estudos feministas
janvier /juin 2007 - janeiro / junho 2007

La trayectoria del movimiento feminista en el Peru

Cecilia Olea Mauleón

Resumen

Este artículo recorre las rutas seguidas por el movimiento feminista peruano.  Describe la formación del movimiendo, su forma de funcionamiento, la estructura de la cual se dotaron.  Se presentan los temas de las agendas del movimiento y su relación con las agendas sociales y el contexto político y económico del país.  Hay una distinción de tres momentos en el desarrollo del feminismo, el fundacional en el cual se centraron en el derecho  existir, uno segundo de elaboración y desarrollo de la agenda a fin de negociarla en el espacio público político y uno tercero de defensa del conquistado y de ampliación de los derechos.  Se plantean algunas de las tensiones en la construcción del feminismo, la relación entre movimiento y ONG y la tensión y vinculo entre democracia y género.

Antecedentes

Los antecedentes del movimiento feminista en el Perú los encontramos entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En las primeras décadas grupos como “Evolución Femenina” y “Feminismo Peruano”, realizaron una serie de actividades en defensa de los derechos de la mujer desde una manifiesta identidad feminista. El desarrollo del movimiento feminista en el Perú en el siglo XX ha sido muy fructífero - al igual que en otros países - , de las Veladas Literarias de fines del siglo XIX - espacio cultural organizado para la lectura e intercambio de reflexiones de mujeres - que logró atraer a un importante número de personas, a nuestros días muchas cosas han cambiado en el país y en la vida de las mujeres. 

Se consiguió el derecho al trabajo planteándose inclusive a comienzos de siglo lo que hoy llamamos acciones de afirmación positiva, tal fue el caso de la demanda de cuotas para mujeres en la telefónica, en el sector comercio y en la Beneficencia Pública. Se consiguió el derecho a la educación superior vedado a las mujeres hasta la primera década del siglo pasado.  Se consiguió el derecho al sufragio, primero para las elecciones municipales en la década del treinta y posteriormente en la década del cincuenta para las elecciones generales.  Todos estos cambios o entrada de la mujer a la ciudadanía no fueron solo el producto de tendencias internacionales sino que estuvieron acompañadas de la activa participación de grupos organizados de mujeres muchos de ellos llamándose e identificándose como feministas.  Quienes desplegaron de forma militante una gran labor de proselitismo o lo que hoy en la jerga de la política internacional del desarrollo es conocida como las acciones de advoccacy, lobby y accountability que debe de desarrollar la sociedad civil. 

Mujeres como Clorinda Matto de Turner, quien fuera directora del periódico el “Perú Ilustrado”, Mercedes Cabello de Carbonera, María Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Elvira garcía y García, entre otras, desarrollaron una tesonera labor de organización de las mujeres y de presión ante los decidores de toma de decisión para lograr que se reconozcan los derechos de las mujeres.  Haciendo una apretada síntesis podemos afirmar que sus demandas se ubicaron dentro de una propuesta de igual de derechos ante la Ley.  El derecho a la educación superior y a la educación laica, al trabajo, a la sindicalización y posteriormente en la década de los treinta el derecho al sufragio fueron parte del contenido de sus demandas.

El cuerpo como sujeto político

Lo que diferencia el contenido de las propuestas del llamado feminismo de la segunda ola[1] es colocar el cuerpo en el centro del discurso político.   El informe “Master y Jonson” sobre sexualidad femenina”, la creación de métodos anticonceptivos seguros, marcan dos hitos con respecto a la sexualidad de la mujer.  Como afirma Simone de Bouvua en su libro “EL segundo Sexo”, la maternidad deja de ser un destino inevitable para la mujer y se convierte en la posibilidad de ser una decisión.

El feminismo plantea un cuestionamiento a los arreglos entre los sexos o como lo llama Carole Pateman al “Contrato Sexual”.  El feminismo planteó que la diferencia sexual no tendría porque ser el “filtro” desde el cual se construyera un sistema de discriminación y a la vez colocó la diferencia sexual como una construcción cultural, política y simbólica que reproducía relaciones de subordinación.

Como afirma Marta Lama

Millones de mujeres en todo el mundo salieron a la calle exigiendo dejar de ser definidas por sus cuerpos, mientras el discurso feminista,  haciendo una analogía con el racismo, nombraba sexismo a la discriminación que deriva de tratar de manera diferente a las personas dependiendo de su sexo. En tanto que la denuncia feminista respecto a la desigualdad sexista documentó el control, la represión y la explotación sobre los cuerpos de las mujeres, la academia feminista profundizo en la reflexión sobre las diferencias entre hombres y mujeres, y renovó el debate sobre lo innato y lo adquirido”[2]

El derecho a decidir libremente sobre el cuerpo y la sexualidad, acceso a métodos anticonceptivos seguros fueron parte de las demandas que enarboló el naciente feminismo peruano.   El titular del diario Ultima Hora (08-04-1973) “LA REBELION DE LAS BRUJAS”, que dio cuenta de la protesta contra el concurso de belleza “Reina del Verano” registra el primer acto público de este conjunto de organizaciones feministas.[3]  Posteriormente en 1979 se realiza una protesta pública exigiendo la legalización del aborto, propuesta que fuera alcanzada a los candidatos a las elecciones generales de 1980.   Asimismo estas organizaciones protestaron ante el cierre del consultorio de planificación familiar que funcionaba en el Instituto Peruano de Seguridad Social (IPSS) y que fuera clausurado durante el gobierno de Morales Bermúdez por presión de la  jerarquía de la Iglesia Católica.[4]

Se cuestionó o se dio una  nueva lectura a la diferencia sexual.  En un primer momento se visualizó como una diferencia entre el sexo y el género, colocando dentro del concepto sexo la característica biológica y dentro del concepto género lo construido.  Siguiendo a Marta Lamas

El cuerpo es la primera evidencia incontrovertible de la diferencia humana.  Este hecho biológico, con toda la carga libidinal que conlleva, es materia básica de la cultura.  Lo que está en juego frente a la diferencia es cómo se asume al otro, al diferente al extraño: a la mujer en primer término, pero también al que tiene una pigmentación más clara u oscura, al que es más grande o más pequeño, para de ahí llegar a otro tipo de diferencias: al que tiene una cultura diferente, o una religión distinta, u otro deseo sexual, o una postura política divergente.”[5]

Fue también una nueva lectura de la otredad que hasta ese momento estuvo sólo anclada en mirar culturas diferentes y llevadas sólo al plano de la interculturalidad como el encuentro o des – encuentro entre grupos diferentes, pero no leído dentro del propio grupo.

La colocación del cuerpo en el escenario central de la política se hizo desde una forma poco común en aquel entonces.  Se partió de dotar a las mujeres del papel protagónico, el contenido del discurso fue elaborado desde su propia experiencia.   Los llamados grupos de autoconciencia fue la forma organizativa que permitió construir el andamiaje teórico, ideológico y la irrupción en el espacio público.  Los grupos de autoconciencia fueron espacios de encuentro entre mujeres que funcionaron para la transmisión y elaboración de conocimiento.  Las reuniones se llevaban a cabo en los domicilios de las convocadas, se tenía una lectura de referencia y a partir de la discusión de la misma se hablaba sobre la propia vida: las trayectorias de la sexualidad, las historias políticas y el deseo.   Este contarse la vida fue tejiendo desde las vivencias individuales un entramado común que lo daba no sólo la elaboración discursiva de la trama, sino el descubrir patrones comunes a pesar de las diferencias.  Fue así que la violencia sexual, la violencia doméstica, la postergación de aspiraciones profesionales, la ambivalencia frente a la maternidad aparecieron como los comunes denominadores por el hecho de ser mujer; pero también aparecieron la búsqueda del orgasmo, el deseo de placer, los deseos no dichos de transgredir la norma heterosexual.  

Esta puesta en común dio la fuerza a las propuestas en el mundo público y como se afirmó en esa época se contribuyó a politizar el malestar de las mujeres.  Aquello denominado como malestar ya no descansó más en destinos no elegidos sino que se establecieron los nexos con relaciones de poder.  En otras palabras se vieron las relaciones de poder en el espacio privado.  Pero hay un aspecto que me parece mucho más importante el proyecto de la modernidad funda la responsabilidad sobre la vida en el sujeto, ya no es más la voluntad del ser divino el que dibuja la vida es el ser el que se hace cargo de su vida.  Este aspecto trabajado y retrabajado para otros aspectos de la vida, como son las relaciones económicas, las sociales,  había permanecido intocado en las relaciones entre los  hombres y las mujeres.

Hay dos dimensiones que encuentros claves en el discurso del cuerpo como sujeto político que realiza el movimiento feminista uno de ellos es el de la diversidad sexual y el otro es el del derecho al aborto.  El primero de ellos cuestiona uno de los pilares ancestrales del patriarcado: la heterosexualidad.  Al demandar el movimiento feminista el derecho a decidir libremente sobre el cuerpo y la sexualidad lo que vislumbra es la posibilidad de colocar el deseo en formas no hegemónicas de ejercicio de la sexualidad.  Demanda iguales derechos para parejas del mismo sexo e iguales derechos para personas independientemente de su orientación/opción sexual.   El derecho a interrumpir un embarazo también cuestiona otros de los pilares del disciplinamiento de la sexualidad que es la posibilidad de separar sexualidad de reproducción.  Este derecho afirma que la procreación no es un destino biológico ni tampoco un hecho divino. 

Como afirma Pascal Bruckner

¿Y qué mejor ejemplo de la fusión entre lo infantil y lo victimista que la reciente promoción del feto a rango de sujeto de derecho, nueva coartada de los conservadores norteamericanos y europeos así como del vaticano? El feto: la inocencia absoluta unida a la indigencia más extrema, el arquetipo de la precariedad y de la debilidad reunidas, un alma al que le habrían sido negados los privilegios de la encarnación.  El hombrecito, como bien ha visto Hanna Arent, en vez de ser aquel que por su nacimiento, introduce algo nuevo en el mundo y ofrece a la humanidad la posibilidad de un nuevo inicio, no tiene más tarea, en la imagen idílica que nos formamos de él, que la de confirmar la infancia como leyenda.”[6]

La construcción de la democracia

Como afirman muchos estudiosos el sistema democrático ha sido el que ha ganado una mayor legitimidad como aspiración de forma de gobierno.  Afirmo como aspiración, en la medida que continúa siendo redefinido para llegar al ideal esbozado en los principios de la modernidad: Igualdad, libertad, fraternidad.  Como afirma Chantal Mouffe “la ciudadanía es la capacidad de cada persona para formar, revisar y perseguir racionalmente su definición del bien”[7]  El feminismo se inscribió en un horizonte democrático en la medida que al introducir a la mujer como sujeto amplió los márgenes de para quienes el estado da garantías y desde donde.  Además su práctica desde un enfoque de derechos redefinió la ciudadanía dándole corporeidad.

Como podemos apreciar en su trayectoria el feminismo creo un sujeto desde la organización de un nosotras, la acción pública y la inscripción de sus propuestas en la agenda pública política frente a la sociedad civil y frente al estado.

La segunda oleada del feminismo en el país la podemos ubicar en la década del 70, mas claramente hacia fines de 1978. Sin embargo antes de esa fecha ya existían grupos interesados en la defensa de los derechos de la mujer y algunos de ellos con una clara identidad feminista. En diciembre de 1966 se conformó el Movimiento “Derechos de la Mujer”, con el propósito de luchar contra las leyes que la discriminan; en 1970 se crea el movimiento “Promoción de la Mujer” con el objetivo de colaborar en la solución de la problemática de la mujer; en 1973 se crearon los grupos Acción para la Liberación de la Mujer en el Perú (ALIMUPER) el que se define como feminista y el Grupo de Trabajo “Flora Tristan”.[8] 

La confluencia de una serie de factores tanto internos como externos son los que nos dan algunas pistas para entender la aparición de esta segunda oleada de feminismo en el país.  La declaración por parte de Naciones Unidas de la Década de la Mujer en 1975, el movimiento hippie que impactó por su irreverencia, el surgimiento de un masivo movimiento de mujeres en Europa y Estados Unidos, y en el país, la efervescencia popular, la convocatoria a elecciones generales luego de 12 años de gobierno militar, el proceso de modernización, la democratización de la educación y las fuertes olas migratorias, son algunos de los hechos que acompañan este proceso.

El Taller Participación Económica y Social de la Mujer en el Perú, dictado en Lima en 1978, coorganizado por el IDS, el ISS y el INC,[9] tuvo el mérito de convertirse en un espacio no sólo de formación en las posturas del feminismo sino de encuentro entre mujeres que desde el espacio social, la academia y el Estado venían realizando trabajos con mujeres o estaban interesadas en ello.  Como resultado del Taller se impulsa la formación de grupos de trabajo sobre la situación y condición de la mujer.  Simultáneamente otras mujeres, algunas de ellas ligadas a partidos políticos, comienzan a compartir inquietudes y malestares de “mujeres” y deciden reunirse con la finalidad de compartir sus inquietudes.[10]  Así mismo algunas otras que retornaron al país luego de algunos años de estudio en el exterior y que asistieron al ascenso del feminismo en Europa regresan y convocan a otras mujeres para comunicar “la buena nueva”.

Así para 1979, se vienen a sumar a ALIMUPER,  “Creatividad y Cambio” y “Promoción de la Mujer”, el Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristan”, el Movimiento Manuela Ramos,  “Mujeres en Lucha” y  el Frente Socialista de Mujeres.  El conjunto de estos grupos tuvo en común no sólo su rápida adscripción a las posturas del feminismo, sino también su vocación de actuar en el escenario social y político del país.  Sostenían que la mujer tenía que tomar conciencia de su situación en cuanto género y clase para tener una actuación protagónica en el proceso de cambio que el país necesitaba a fin de acabar con la opresión, la discriminación y la injusticia.  Algunas se declaraban feministas socialistas, otras progresistas.  La mayoría de las integrantes de estos nuevos grupos provenían de la izquierda y también algunas de ellas continuaban su trabajo de militancia política partidaria.[11]  Estos pequeños grupos que oscilaban entre 10 a 25 mujeres se reunían en la casa de sus integrantes.  En esas reuniones se reflexionaba tanto sobre sus vidas en cuanto mujeres, como su rol en la sociedad.

Las actividades de estos pequeños grupos estaban sustentadas en el trabajo voluntario de sus integrantes. En la clásica militancia sin horarios ni financiamiento, pero con mucha mística y un gran voluntarismo.

Es este conjunto de organizaciones que organiza en 1979 la marcha de mujeres en apoyo al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y posteriormente la jornada de ayuno a la huelga que desarrollaba el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación en el Perú (SUTEP).  Luego de estas acciones se conforma la Coordinadora de Organizaciones Femeninas y Feministas que a los pocos meses se convierte en Coordinadora de Organizaciones Feministas. Se plantean como objetivos “Prestar apoyo a las luchas que libran las mujeres en los terrenos laboral y popular; generar una corriente de opinión propia frente al momento político actual; denunciar las situaciones de discriminación que afectan a las mujeres, espacialmente las de sectores populares; tomar contacto con organizaciones sindicales y populares de mujeres; ir a la realización de una Convención donde se discuta y se elabore una plataforma común de reivindicaciones específicas”.  Afirmaban que “...este conjunto de acciones se inscriben dentro de una opción de cambio social, pues la condición femenina no constituye un hecho aislado del marco socio-económico de la sociedad peruana, sino que forma parte de la opresión general que vive el pueblo peruano”.[12]

En esa época la postura paradigmática que “las relaciones de clase es el único motor de la historia y la clase obrera el único sujeto llamado a conducir la revolución” constituía parte del sentido común de la comunidad política y teórica en la cual muchas de estas nuevas feministas se habían formado.  Desde ésta óptica se afirmaba que “el problema de la mujer” sería solucionado con el triunfo de la revolución y su incorporación al trabajo productivo, y que las reivindicaciones relativas al trabajo doméstico o a la sexualidad eran problemas sólo de la pequeña burguesía, es decir que no tenían mucha importancia ni un asidero real en la tarea de transformar la sociedad.

Los debates en esta primera etapa eran tanto hacia afuera como dentro del movimiento.  Hacia afuera se defendía el derecho a la organización de las mujeres como tales, que se expresaba con fuerza en la defensa de la organización autónoma. Entendida esta autonomía como el derecho de las mujeres a organizarse alrededor de sus demandas e intereses en cuanto “género oprimido” y como una forma de preservar que sus reivindicaciones no quedaran relegadas por “las prioridades que la lucha de clases imponía”.  Pero también era una forma de defenderse frente a la posibilidad de la cooptación/utilización por los partidos políticos y por el Estado.

Al interior del movimiento los debates no fueron menos apasionados.  Se discutía como defender el derecho a existir de forma autónoma y a la vez participar en los acontecimientos que sucedían en el país. Cómo preservar la autonomía y a la vez coordinar con otras expresiones del movimiento de mujeres, sean de los partidos políticos, de los movimientos sindicales y barriales o simplemente organizaciones y grupos de mujeres que no se consideraban feministas.  Este debate se expresó en si era o no posible la doble militancia, es decir militar en el partido y a la vez en un grupo feminista y qué relación tenían las reivindicaciones de los sectores populares con las reivindicaciones de las mujeres como género.  Qué es primero la clase o el género, y qué tipo de feminismo se construía: socialista, burgués o feminismo a secas.

Las primeras acciones públicas de los grupos feministas expresan claramente este debate y el proceso de adquisición de una identidad feminista. De la presencia pública como mujeres expresadas en las manifestaciones de apoyo a otros sectores, se pasa a expresar públicamente las propuestas clásicas del feminismo.  Merece particular atención la marcha por el Aborto convocada por ALIMUPER el 31 de marzo de 1979 como parte de una jornada internacional por su legalización. A diferencia de las masivas marchas de apoyo al FSLN, al SUTEP, Lucy y CONEL[13], a ésta asistieron muy pocas mujeres y quienes fueron lo hicieron con temor, que expresaba la inseguridad a sí era o no pertinente manifestarse públicamente sobre este tema en un país “que se debatía entre el hambre y la miseria”.

Entre 1978 y 1983 el surgimiento de nuevos grupos autónomos, de secciones femeninas al interior de los partidos de izquierda[14] y de las organizaciones gremiales es muy fecundo.  En 1980 aparece la revista MUJER Y SOCIEDAD  y dos años más tarde LA TORTUGA, se inaugura en noviembre de 1980 la Casa feminista sede de ALIMUPER, Creatividad y Cambio y “Flora Tristan”, simultáneamente “Manuela Ramos” inaugura un local en el centro de Lima.  En Marzo de 1981 se inaugura la librería de la Mujer y la galería de arte “Aspacia” y en 1982 se inaugura la Cafetería de Mujeres “La Otra cara de la Luna”. A fines de 1983 se forma el Grupo Autónomo de Lesbianas Feministas (GALF), uno de los primeros colectivos de lesbianas en la región.  Durante varios años publicaron la revista “Al Margen”.

En marzo de 1980 se realiza el Primer Encuentro de Mujeres de la Federación Departamental de Pueblos Jóvenes (FEDEJUP), en el Congreso de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), se acuerda crear la Secretaría de Asuntos Femeninos, posteriormente sucedería lo mismo en la Confederación Campesina del Perú.  Es en marzo de 1980 que por primera vez se realiza un acto político cultural unitario para celebrar el 8 de Marzo. En su organización confluyen, junto con las feministas, mujeres de partidos, de sindicatos, de gremios, pobladoras. Se trataba de colocar las reivindicaciones específicas de la mujer y de evitar la utilización del acto por intereses políticos partidarios de naturaleza coyuntural.  La campaña de denuncia de la violación a Georgina Gamboa por efectivos del ejercito y la marcha de mujeres de negro denunciando la desaparición de cuatro ciudadanos argentinos en nuestro país, expresa el compromiso de las feministas con la defensa de los derechos humanos, posición que se va a mantener a lo largo de su desarrollo.

La interlocución de las feministas era principalmente de cara a los partidos de izquierda y al movimiento popular organizado, explicado por el clima político que se vivía en esos años, por la trayectoria de sus integrantes y por el afán de que el feminismo en el Perú se inscribiera en una propuesta global de transformación que respondiera a los intereses de la mujer desde el género y la clase.  Sin embargo ya en las elecciones generales de 1980 se intenta influir en el conjunto de partidos políticos que participaron en las elecciones.

Esta etapa de construcción del movimiento fue muy rica en la formación de círculos de estudios, grupos de autoconciencia y pronunciamientos públicos, lo que marcó el ritmo fue la relectura de nuestras propias vidas, el descubrimiento de las relaciones de poder en el ámbito privado, y un gran activismo hacia afuera.

En síntesis podemos afirmar que en esta etapa fundacional se logró poner un nuevo tema al debate sobre todo en al ámbito del quehacer político y social, y se ganó el derecho a la organización autónoma de las mujeres.  También se logró inquietar a las mujeres académicas a la realización de estudios que develaran las relaciones de poder entre los sexos en nuestro país.[15]

Las acciones públicas: sociedad y estado

La pertinencia política de las acciones públicas que realizábamos estuvo en el debate, tanto al interior como fuera del movimiento. Durante 1982 se realizó la campaña contra la realización del concurso de Miss Universo en el Perú bajo la consigna “sea fea o sea hermosa la mujer no es una cosa”. Esta actividad que tuvo mucho impacto en el ámbito de opinión pública, no tuvo el mismo eco dentro del amplio movimiento de mujeres, inclinadas mas a rechazar el evento por los costos económicos que representaban para el país, que por la utilización de la mujer. También algunas de las feministas sentían vergüenza de salir a las calles contra este concurso ya que daba pie para la satanización de las feministas como feas, gordas y frustradas.[16] Las jornadas “Contra la violencia a la Mujer” de 1983 fueron precedidas de un amplio y tenso debate entre quienes postulaban la impertinencia de rechazar de forma específica la violencia a la mujer en un país, ya para aquel entonces, con tres años de terrorismo y “guerra sucia”, en el cual el “hambre y la desocupación” eran los problemas emergentes de las mujeres.

La realización del Segundo Encuentro Latinoamericano y del Caribe en Lima en julio de 1983 marca otro momento en este proceso. Es el momento en que con mucha fuerza se afirmó que postulábamos un feminismo sin apellido, es decir ni socialista, ni liberal, sino feministas a secas. Esta decisión fue bastante criticada y asumida por algunas como una pérdida de sentido político que traería como consecuencia el aislamiento del feminismo.[17] En el ámbito teórico asumimos el patriarcado como el eje desde cual analizábamos las relaciones sociales, personales, en otras palabras el ámbito público y privado. Cuestionamos no sólo las relaciones de poder en el ámbito personal sino también en las instituciones y las prácticas de poder, inclusive entre mujeres.

La decisión de que el II Encuentro Latinocaribeño estuviera abierto a toda aquella mujer que se considerara feminista y que la participación era a título individual marca también una postura política en este proceso. Por un lado expresaba el profundo cuestionamiento a las estructuras organizativas caracterizadas por delegación de representatividad y de jerarquías de poder a su interior y la reafirmación de la importancia del cambio individual. Expresaba también un intento de diferenciación con las formas de hacer política de aquel momento. Ante esta decisión algunos sectores del movimiento sintieron que “abandonábamos la lucha de clases” y perdíamos perfil e identidad política y que relegábamos a las mujeres de sectores populares, al exigir ser feministas para participar en el Encuentro, con el añadido que se cobraba además una cuota de inscripción.[18]  Es importante anotar que para ese entonces se contaba con un dinámico movimiento urbano popular de mujeres, y que algunas de sus integrantes, inclusive, postulaban en las listas para las elecciones municipales. Es en esos momentos que se conforma la Comisión de la Mujer Peruana (COMUP), que aglutinaba a mujeres de sectores populares y de partidos políticos, que de una u otra forma significaba una respuesta frente a las decisiones de las feministas agrupadas alrededor del Colectivo Organizador del II Encuentro Latinocaribeño. Desde esta coordinación se convocaron a una serie de conversatorios y marchas de protesta.

Fue en el contexto de preparación del II Encuentro Latinocaribeño, en el que se convoca por primera vez al Festival “Canto a la Vida”[19]. La importancia de este festival, que de forma masiva y autofinanciada se realizó durante nueve años consecutivos[20], radica en que expresaba nuevamente una búsqueda de hacer política de una forma diferente, rompiendo con las tradicionales marchas de protesta (con banderas rojas y puños en alto), asumiendo una “postura” positiva, de reafirmación, y celebración.[21] 

Para 1983 dos de los primigenios grupos de feministas exhibían poderosos y prometedores “centros de desarrollo”,[22] que se convirtieron en espacios desde los cuales se desarrollaba conocimiento sobre la condición de la mujer y se hacían trabajos de promoción feminista con mujeres de otras trayectorias sociales es decir con integrantes del movimiento popular de mujeres y también del movimiento sindical.

El fortalecimiento y desarrollo de los centros feministas permitió una mayor elaboración del discurso y dio sustento material a las actividades que se realizaban con las mujeres de otros sectores (tanto del movimiento popular de mujeres, como de la academia y la cultura).  A contrapartida, el peso que fueron adquiriendo los centros y el protagonismo/liderazgo de sus integrantes fue haciendo cada vez más compleja la hasta entonces fluida relación entre los centros y el movimiento.  ¿Cuál era la frontera entre centro y movimiento?, ¿qué tiempo dejaban los centros para la militancia?, ¿por qué a los centros entraban mujeres que no venían del movimiento relegando a activas y sacrificadas militantes del mismo?, ¿qué injerencia podía tener el movimiento en los planes y programas de los centros?.  Es en este periodo donde se puede advertir con mayor claridad el desplazamiento del trabajo militante y voluntario por el profesional, cada uno de diferente naturaleza y dinámica.

El desarrollo y complejización de la práctica de este periodo posibilitó entre otras cosas, el desarrollo teórico y político de una de las reivindicaciones que con mayor fuerza levantó el movimiento en sus inicios, el de la violencia contra la mujer. Desde diversos centros de mujeres tanto feministas como no feministas, se implementaron consultorios legales y se realizaron investigaciones.[23]  Esta práctica profesional y militante permitió intervenir en el debate con ocasión del Código Civil y posteriormente del Código Penal.  Aunque no todas coincidimos con la magnitud de lo logrado[24]. Sí marca el inicio de la atención de las feministas al Estado.

En 1983 se crea la Oficina de la Mujer dentro del Ministerio de Justicia, que tuvo como objetivo coordinar las acciones gubernamentales en favor de la mujer.  Las Organizaciones No Gubernamentales de Mujeres fueron invitadas a acreditar una representante ante su consejo asesor y también las integrantes de organizaciones populares tanto rurales como urbanas pudieron designar una representante.   Las expectativas que generó el funcionamiento de esta Comisión se vieron pronto defraudadas al querer darle a su labor un carácter de asesoría.

Bajo el lema “Las mujeres damos la vida, no queremos que nos las quiten”, en agosto de 1984 salimos a las calles conjuntamente con otras expresiones del movimiento social a manifestar nuestra postura frente a la guerra que vivía el país.  En este año realizamos la campaña de solidaridad con María Antonieta Escobar, quien fuera violada en una dependencia policial en la que fue detenida bajo la acusación de terrorista.  También se desarrollaron movilizaciones con ocasión de la discusión del Código Civil.  El derecho al nombre propio fue la acción que tuvo mayor impacto en ese contexto.  La campaña realizada contra la publicidad sexista ESTE AVISO OFENDE A LA MUJER, tuvo mucha acogida tanto en los medios de comunicación como en la opinión pública y se obtuvieron resultados favorables.  Algunas de las propagandas sexistas fueron retiradas de circulación.

Durante este periodo las acciones de las feministas no se circunscribieron a Lima.  En 1980 nace en Cusco la Asociación Amauta, en 1981 el Centro de estudios de la Mujer y 1983 el grupo Mujer ambos en Chiclayo, en 1979 en Movimiento Hacia una Nueva Mujer en Trujillo y en 1982 en Chimbote, en 1979 La Casa de la Mujer en Chimbote, en 1980 el Centro de la Mujer y la Biblioteca “Adela Montesinos” en Arequipa, y grupos similares de defensa de los derechos de la mujer en Piura, Tacna, Puno. etc.[25] Con todos estos grupos se realizaron actividades en sus localidades a la vez que fueron invitadas a Lima en diversas oportunidades.

En 1985 dos integrantes del movimiento feministas participan en calidad de independientes en las listas de Izquierda Unida a las elecciones generales[26]. Este hecho gráfica la importancia que adquiere para las feministas el espacio de la política formal y también las enfrenta a las limitaciones de su discurso, tal como se señala en algunos documentos de balance.[27](Vargas, 1989).  Sin embargo esta decisión no fue fácil. Para algunas significaba que las feministas nos arrogábamos una representación que no nos correspondía y para otras significaba abandonar los postulados primigenios del feminismo y entrar al feminismo de la conciliación.[28]  Con ocasión de esta coyuntura electoral se elabora la “Plataforma en defensa de los derechos de la mujer”. Este documento fue debatido en una serie de jornadas de reflexión y contenía las propuestas de las feministas en cuanto igualdad ante la Ley, en educación, trabajo, derechos reproductivos, salud, derechos económicos, derechos políticos y medidas especiales para las mujeres rurales. Este documento es el primero que contiene propuestas integrales en diferentes campos de la vida de las mujeres.

En 1985 con ocasión de la visita del Papa al Perú se emite una carta pública. Similar pronunciamiento se tuvo en el año de 1988. En ambos documentos se afirmaba que el sexismo es un pecado y se llamaba a la Iglesia Católica a que modifique su postura con relación al derecho de la mujer a limitar el número de hijos mediante el uso de métodos anticonceptivos seguros: “La Iglesia, cuya misión es estar encarnada en la realidad, no puede ignorar el sufrimiento de tantas mujeres. “La opción por los pobres” tiene que expresarse en una opción real y justa por las mujeres. Sólo así la Iglesia podrá ser fiel a su misión en defensa de la libertad, la justicia, la igualdad de todas las personas, mujeres y hombres”.  Estos pronunciamientos fueron repartidos en las manifestaciones convocadas por el Papa.

Entre 1984 y 1986 el movimiento funcionó mediante colectivos temáticos, sobre derechos reproductivos y sexuales, violencia contra la mujer, coyuntura, etc. Asimismo, mediante el dictado de cursos y la formación de nuevos colectivos[29] se intenta incorporar nuevas miembras al movimiento. En 1986 se hace un balance de las actividades y formas de funcionamiento al interior del movimiento. Los temas de discusión fueron la representación, la eficacia del movimiento frente a la coyuntura, etc.  Es importante señalar que hasta este momento el movimiento funcionaba sólo mediante asambleas.  Luego de un gran debate, no poco conflictivo, se decide por votación (por primera vez al interior del movimiento) dotarnos de una estructura que contemplaba el funcionamiento de una gran asamblea llamada círculo feminista ampliado, de grupos de acción y de un colectivo de coordinación.  Este último se elegía por cada año pero con periodos de alternancia cada dos años y las elecciones se realizaban por votación secreta y universal, para lo cual se levantó un padrón de integrantes del movimiento feminista.[30]

Este último hecho, aparentemente anecdótico, es muy significativo ya que expresa un cambio en la postura frente al poder y a las jerarquías y una distancia con una visión romántica de las mujeres, vecina al esencialismo, que acompañó los primeros momentos del movimiento. Por un lado quedaba explicitada la delegación de representatividad en un grupo de mujeres y por lo tanto la formalización del liderazgo. Reconociéndose además la expresión de diversas formas organizativas al interior del movimiento.  De esta forma se funcionó hasta junio de 1991 en que las integrantes del colectivo de Coordinación decidieron cesar en sus funciones.[31]

A partir de 1985 se da inicio desde el Perú a la conformación de una de las redes de trabajo sobre derechos de las mujeres más importantes de la región.  Posteriormente esta Red formaría el Comité Latinoamericano de Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM). La organización de redes de trabajo para potenciar el alcance y reflexión del feminismo fue una de las estrategias organizativas que con mayor éxito se han implementado.  En el país posteriormente se organizaría la Red de Mujeres Rurales, impulsada desde “Flora Tristan” y la Red de Promoción de la Mujer, impulsada por un conjunto de ONG, de funcionarias estatales y de intelectuales ligadas al trabajo con mujeres.

Entre 1985 y 1990 el movimiento continuó con sus actividades, por el Día Internacional de la Mujer, por el Día Contra la Violencia a la Mujer, etc.  Pero su preocupación política fueron las acciones en defensa de los derechos humanos y de denuncia a la “guerra sucia”[32], como una expresión de la voluntad política de intervenir en aquellos acontecimientos que marcaban la agenda pública nacional. El 4 de octubre de 1985 se realiza una marcha de mujeres de negro en la puerta del Comando Conjunto para manifestar nuestra indignación ante el descubrimiento de fosas clandestinas. En 1986 ante la masacre de los penales emitimos un comunicado público bajo el lema de LO OCURRIDO NOS COMPROMETE.

En 1987 ante el Proyecto de Ley de modificación del aborto, que fuera aprobado por la Cámara de Diputados el movimiento manifiesta su discrepancia y demanda “la despenalización del aborto para acabar con su clandestinidad; una educación sexual integral en todos los niveles de escolaridad formal e informal; que todas las mujeres tengan acceso gratuito a los diferentes métodos anticonceptivos eficaces y seguros incorporados dentro del sistema de salud.”[33]

Del 4 al 6 de septiembre de 1987 se realizó el primero (y único) Encuentro Feminista Nacional.  Asistieron más de 200 mujeres de todo el país y de diversos sectores sociales.  Funcionaron cerca de 20 talleres de trabajo.  Los que concitaron mayor atención fueron los de políticas estatales y coyuntura política, perspectivas políticas del movimiento feminista, poder y violencia y poder y sindicalismo.

También este es un periodo de mayor apertura hacia otros movimientos sociales, las acciones con el movimiento urbano popular de mujeres cobran cada vez más importancia y la relación se vuelve fluida.  Somos invitadas como movimiento feminista y no como centros de desarrollo a participar en la Asamblea Nacional Popular (ANP) que se realizó en Villa El Salvador en 1987.  “Participamos en la ANP con la voluntad de construir una alternativa democrática, popular y nacional, basada en: la igualdad, sin discriminación de sexo, raza o edad; el respeto a la libertad de expresión, opción política, creencia religiosa, tradición cultural; la aceptación de la diferencia e innovaciones en estilos de vida y opción sexual; donde primen la solidaridad, el afecto, la alegría y la protección colectiva de las niñas y los niños”, es el encabezado de la propuesta que se lleva a este evento.

Otro hecho importante en esta etapa es la diversificación de la interlocución, ya no referida sólo a izquierda. Se comienza a dialogar con mujeres de otras posturas políticas y a mantener una actitud de propuesta de cara al Estado. En 1986, se conformó la Comisión Especial de Derechos de la Mujer, que organizó un gran seminario de masiva participación de delegadas de todo el país y procedentes de diversos sectores. En este evento se discutieron una serie de documentos de diagnóstico y se formularon recomendaciones de políticas. Paralelamente entre 1985 y 1987, desde el Instituto Nacional de Planificación (INP), se convocó a una serie de integrantes del movimiento feminista, de la academia y de ONG especializadas en el tema, a discutir políticas para la mujer desde el Estado. Las recomendaciones fueron discutidas en estas reuniones e incorporadas en el Plan Nacional de Desarrollo 1986-1990 en el capítulo relativo a desarrollo social.

También en este periodo se interviene en el debate público con ocasión de la discusión del Código Penal.  Lo relativo a delitos sexuales y el aborto son dos de los temas que concitan nuestro interés. Un hecho significativo en este periodo es la inclusión del asedio sexual como falta del empleador en la Ley de Relaciones Laborales.  Como producto del trabajo realizado con mujeres trabajadoras de la industria formal de la economía, en octubre de 1885 se organizó un grupo de obreras bajo el nombre de Comisión del Memorial[34].  Esta Comisión elaboró  un documento que contenía sus demandas mas sentidas como mujeres en el espacio laboral.  Con ocasión de la discusión de la Ley de estabilidad laboral realizó un trabajo de convencimiento sindicato por sindicato, recolectando firmas para sus propuestas.  También se reunió con cada una de las parlamentarias y parlamentarios de las comisiones pertinentes y les alcanzó sus propuestas.  Este exitoso trabajo de “Lobby”, que fue acompañado con trabajo en los medios de comunicación, permitió incorporar el asedio sexual como falta del empleador, la extensión del seguro social a los hijos/as de los/las trabajadoras, entre otras propuestas.

A partir de 1988 se comienza a celebrar el día 28 de Mayo la campaña Contra la Mortalidad Materna. Esta campaña de carácter internacional fue un acuerdo del Encuentro de salud, celebrado en Costa Rica en 1987. Posteriormente se convertiría en Día por la Salud de la Mujer. Al igual que otras efemérides del movimiento, en un primer momento sólo participaron las feministas en estas acciones, hoy se encuentra institucionalizada y las actividades son realizadas tanto por la sociedad civil como por el Estado. Ese año también se realiza el Primer Festival de Comunicación Alternativa.  Es en este marco que se entregan los premios FEM-TV y SAPO-TV, para premiar la creatividad y sancionar la utilización de la mujer en los avisos publicitarios.  Esta iniciativa tuvo mucha acogida y permitió entablar un diálogo y establecer una negociación con las agencias publicitarias.

El trabajo en defensa de los derechos humanos y de denuncia al terrorismo puso al movimiento en el blanco tanto de los grupos terroristas como de los paramilitares. En 1989 fue asesinada Consuelo García por el Comando paramilitar Rodrigo Franco. A los pocos meses la campaña de intimidación contra el movimiento continuó. Cecilia Olea, integrante de Colectivo de Coordinación del Movimiento Feminista, recibió amenazas de muerte del referido grupo paramilitar.  La respuesta del movimiento fue denunciar públicamente estas amenazas y organizó una campaña tanto nacional como internacional, que se vino a sumar al trabajo que una Comisión Investigadora realizaba desde el Congreso de la República.

A comienzo de 1990 se crea el FORO MUJER[35], una instancia de coordinación intercentros feministas. A diferencia de los anteriores espacios de coordinación, que integraban las diversas expresiones del movimiento, este fue sólo con algunas de las ONG feministas. Se plantearon como objetivo intervenir en los espacios de toma de decisiones tanto del ejecutivo, como del legislativo y servir de puente entre las diversas expresiones del movimiento de mujeres y las parlamentarias. Desde FORO-MUJER se remitió una carta a los candidatos presidenciales que contenía las propuestas del movimiento. La Agenda Urgente demandaba favorecer la participación de las mujeres en todas las instancias de toma de decisiones; elaboración de políticas antidiscriminatorias; reconocimiento de la autonomía de las organizaciones de mujeres y su derecho a participar en el diseño de políticas sociales; respetar el derecho al trabajo digno y justamente remunerado.

La primera acción pública de esta instancia es la convocatoria a un gran conversatorio con la participación de quienes en ese momento postulaban a una representación parlamentaria. Posteriormente animó la conformación de una instancia de coordinación entre las mujeres parlamentarias, la cual vio interrumpido su trabajo por la decisión del Presidente de disolver el legislativo. Aspectos importantes de este espacio de coordinación entre las parlamentarias mujeres fue su carácter multipartidario y que se comprometieran a discutir de manera conjunta las iniciativas legales en favor de la mujer. 

En Febrero de 1991 se solicitó una audiencia con el Presidente Fujimori.  Se demandaba la aplicación de medidas de acción positiva en concordancia con la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. Se reafirmaba considerar la salud reproductiva como un derecho humano fundamental y se pedía la despenalización del aborto. Se instaba al ejecutivo a que suspenda la promulgación del Código Penal y que se abra un debate público; que se mantenga el criterio sustentado en el Proyecto de Código Penal con respecto a la despenalización del aborto por violación; que la violación sea considerada un delito contra la vida; que se respete el derecho de todas las mujeres a decidir sobre su cuerpo; que el Estado brinde servicios espaciales de salud para las mujeres; que el Ministerio de Educación, formule e implemente una nueva política de educación sexual; que se elimine todo concepto estereotipado de los papeles masculino y femenino.

Desde FORO-MUJER se acompañó el proceso de elaboración y consulta de propuestas legislativas, quizá la más significativa sea la Ley de Violencia Familiar, la propuesta de Ley de coeducación, propuestas para el Código Electoral y la campaña nacional e internacional contra la propuesta de la Comisión de Salud del Congreso Constituyente Democrático (CCD) de considerar el aborto como homicidio.

FORO-MUJER extendió sus acciones a provincias y organizó diferentes eventos relacionados a las políticas públicas y sobre todo a la presencia de las propuestas del movimiento feminista en la agenda política; lo hizo también tratando de articularse a las voces de otros movimientos.  Desde este espacio se presentaron importantes propuestas al Congreso; en 1994 la Ley de Cuotas, y en 1995 en coordinación con el Grupo Impulsor Nacional “Camino a Beijing” se planteó la formación de la Comisión de la Mujer en el Parlamento[36]. Tuvo un boletín de circulación masiva a través de la revista “Mujer y Sociedad y posteriormente desde del diario La República. FORO-MUJER dejó de funcionar por acuerdo de sus integrantes en 1995.[37]

La agudización de la violencia política en el país entre los años de 1990 y 1992 tuvo dramáticos efectos en el movimiento de mujeres.  Al asesinato de Juana López en septiembre de 1991 se vinieron a sumar las amenazas contra otras dirigentes entre ellas Emma Hilario y las demás integrantes de la Coordinadora Nacional de Comedores.  Muchas de ellas vivieron esta situación en silencio. El miedo y la desconfianza se instalaron en la dinámica de las organizaciones de mujeres. Simultáneamente se realizaron grandes movilizaciones públicas de rechazo a la violencia terrorista.  El movimiento feminista sirvió como espacio para intentar diseñar algunas estrategias que permitieran a las dirigentas enfrentar esos momentos.  Se convocó a diversas fuerzas tanto sociales como políticas a fin de coordinar acciones frente a la amenaza terrorista.  En febrero de 1992 fue asesinada María Elena Moyano.  Este último hecho nos dejó heridas que hasta hoy no terminan de cicatrizar.

La ruptura del orden constitucional en abril de 1992 produjo el rechazo de las feministas. Con ocasión del 8 de Marzo de 1993 se redactó un pronunciamiento que contenía las propuestas de las mujeres.  En él se afirmaba que “: la anunciada participación política ciudadana continúa siendo una expectativa insatisfecha y, en consecuencia un gran obstáculo para el respeto y reconocimiento de nuestros derechos humanos.”  Se demandaba el derecho a una vida digna y plena, por el desarrollo, la justicia y la paz. Este pronunciamiento fue firmado por cerca de 20 organizaciones, tanto de mujeres como de derechos humanos.[38]

La convocatoria al Referéndum de la Constitución de 1993, motivó la creación de un espacio de acción denominado Movimiento de Mujeres por un Voto Consciente. Esta coalición de grupos e individuas de diversos sectores sociales, realizó una serie de acciones en el ámbito nacional a fin de denunciar el recorte de derechos constitucionales a las mujeres en la Carta Magna de 1993 y por lo tanto emitir un voto en contra en el Referéndum.[39]

Entre 1992 y 1997 la actuación del movimiento ha estado marcada por su incursión en los espacios globales, la apretada e intensa agenda de las Naciones Unidas ocupó la mayor parte de sus energías.  Este despliegue hacia los espacios oficiales que deciden políticas globales ha puesto en evidencia algunos problemas de la relación entre el movimiento y el Estado y también el carácter de la agenda del movimiento.  En el caso de la Conferencia sobre Población y Desarrollo podríamos afirmar que fue un logro la inclusión de una representante del movimiento en la comisión oficial del gobierno, sin embargo a contrapartida, el movimiento silenció su voz durante la discusión que sobre aborto motivó la agenda de esta Conferencia, siendo este último un tema histórico de las feministas.

En 1993 se crea la Comisión Permanente de los Derechos de la Mujer y del Niño, dependiente del Consejo Nacional de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia.  Posteriormente y en el marco de los preparativos de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, el gobierno dispuso la independización de la problemática de la mujer y el niño, acotando las funciones de la Comisión y trasformándose en Comisión Permanente de los Derechos de la Mujer.  En esta Comisión el Consorcio-Mujer y posteriormente la Red Nacional de Promoción de la Mujer pudieron acreditar delegadas.

Con ocasión de la preparación a la IV Conferencia Mundial de la Mujer se realizaron una serie de actividades en el ámbito nacional y se sancionó una agenda de las mujeres peruanas. Fuimos invitadas en calidad de consultoras a realizar estudios que dieran cuenta de la situación de la mujer en el país, para el Informe Oficial del Gobierno Peruano.  Sin embargo una vez más se manifiesta la paradoja que a pesar de contar con una representante en la Comisión y de haber realizado parte de los informes, no fuimos llamadas a participar en la discusión y aprobación del referido documento.[40]

Posteriormente en 1996 se creó el Ministerio de Promoción de la Mujer y Desarrollo Humano, que tiene como misión “...promover el desarrollo de la mujer y la familia, promover las actividades que favorezcan el desarrollo humano de la población y la atención prioritaria a los menores en riesgo.”[41] La creación de este espacio gubernamental del más alto nivel para la formulación de políticas públicas a favor de la mujer, por un lado responde a las aspiraciones de las feministas manifestadas en diversos documentos y también a las recomendaciones del Programa de Acción Regional para las Mujeres de América Latina y el Caribe[42] y a los acuerdos de la Conferencia de Beijing.  Pero el inicial entusiasmo del movimiento por su creación se viene diluyendo.  El Ministerio de la Mujer aparece como el cajón de sastre de una serie de instancias estatales que mejor estarían en otras dependencias.  A la vez la lentitud en la formulación de políticas y el carácter de algunas de ellas nos lleva a tener mayor distancia frente a su efectividad.[43]

En los últimos cinco años de la década de los 90 el movimiento no ha contado con la vitalidad de años anteriores. Salvo la marcha de solidaridad con Susana Higuchi[44] y las manifestaciones en defensa de la democracia, la libertad de prensa y la defensa de los derechos humanos,[45] no se ha notado la presencia militante y contestataria que lo caracterizó en sus primeros años.  La lucha por el retorno a la democracia en el periodo de 1998 al 2001 nuevamente coloca al feminismo en el escenario público.  Mujeres por la Democracia (MUDE) y el Movimiento Amplio de Mujeres (MAM) han sido dos de las expresiones desde las cuales se elaboraron propuestas y acciones para denunciar a la dictadura.

Ensayando conclusiones

Hay una práctica fragmentada explicada quizá por la dificultad de discutir en términos políticos las prioridades del movimiento y de resolver problemas de liderazgo a su interior.  La exacerbación de la competencia por las nuevas condiciones y exigencias desde la cooperación internacional coloca a las expresiones más significativas y dinámicas del movimiento en una difícil situación para su actuación política articulada y consensuada.  A contrapartida, la acción de grupos e individuas se desarrolla en nuevos espacios como es la conformación de mesas de trabajo con participación del estado, la asesoría a programas gubernamentales, etc.

Referências bibliográficas

Alvarez, Sonia, 1997, “Articulación y transnacionalización de los feminismos latinoamericanos”. En Debate Feminista, año 8, vol. 15, Abril de 1997, México.

Anderson, Jeanine, 1996, “Gobiernos inmerecidos: la mujer peruana y el Estado. En Perú”, en Triángulo de Poder, GeertjenLycklama à Nijeholy, Virginia Vargas, Saskia Wieringa (compiladoras). Ediciones Tercer Mundo, Bogotá.

ALIMUPER, 1976, “Acción para la liberación de la Mujer Peruana”, “Actividades realizadas” (1973-1975), Mimeo, Lima.

Barrig, Maruja, 1986, Democracia emergente y movimiento de mujeres. En Movimientos Sociales y Democracia: La Fundación de un Nuevo Orden, Ballón, Eduardo (editor), DESCO, Lima.

Bermúdez, Violeta, 1996, “Proceso Nacional: la sociedad civil” en MUJER Y DESARROLLO: compromisos y perspectivas de acción, Ministerio de Justicia, Lima.

Bonder, Gloria, 1995, "La agenda feminista para una política pública". En: Cuadernos de Beijing". Coordinadora Regional de ONGs de América Latina y El Caribe. Lima. Perú.

Castells, Manuel, 1997, "The Power of Identity", Blackwell Publishers Inc. USA, England.

Denegri, Francesca, 1996, El Abanico y la Cigarra. La primera generación de mujeres ilustradas en el Perú. Ediciones “Flora Tristán”-IEP, Lima.

Dietz, Mary G., 1994, "Ciudadanía con aire feminista". Debate Feminista. Vol 10, Set 1994.

Feijóo, María del Carmen, 1995, Separata presentada al Congreso Global de Mujeres Políticas en Beijing.

Franco, Carlos, 1997, "De la Ciudadanía como "Mentira Verdadera". CEDEP. No publicado.

Galer, Nora, 1990, “Mujer y desarrollo: Balance de acciones y propuestas de política”. En Mujer en el Desarrollo: Balance y Propuestas. Patricia Portocarrero (editora). Ediciones “Flora Tristán”, Lima.

Giddens, Anthony, 1994, "Two Theories of Democratization" (Dos Teorías de Democratización". En Beyond Left and Right. The Future of Radical Politics. Inglaterra.

Held, David, 1991, Between State and Civil Society : Citizenship,  en  Citizenship, Geoff Andrews editor.

Kirkwood, Julieta, 1985, Ser Política en Chile. FLACSO, Chile.

Lama, Marta, 1996, “El Movimiento Femnista Mexicano y su papel en la formulación de Políticas Públicas”. En Triángulo de Poder, GeertjenLycklama à Nijeholy, Virginia Vargas, Saskia Wieringa (compiladoras). Ediciones Tercer Mundo, Bogotá.

Lema, Linda, 1980, “De la penumbra del hogar a las primeras reivindicaciones feministas”. En Mujer y Sociedad, Año I, Nº 2, Lima.

Miloslavich Tupac, Diana, 1994, “Cronología de FORO MUJER”,  Mimeo, Archivo del Centro “Flora Tristán”, Lima.

Molina, Natacha, 1997, The Protagonism of Women in the Construction of Equality and Citizenship in Latin America (en prensa). En Tringle of Power. Lycklama G., Vargas, Virginia., Wieringa, S. Ed. Blackwell. London.

Movimiento “Manuela Ramos”, 1996, “Mujeres e institucionalidad estatal”, en Documento de Trabajo 2, Lima.

Nun, José, 1989, La rebelión del coro. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires.

Palomino, Rocío, 1985. En la Revista El zorro de abajo.

Pringle, Rosemary y Watson, Sophie, 1994, "Women's Interests and the Post-Structuralist State". En Destabilizing theory. Contemporary Feminist Debates. Michelle Barret y Anne Phillips Editoras. Polity Press. Inglaterra.

Pateman, Carole, 1996. En Beltrán Elena. Las Ciudadanas y lo Político. Introducción. Instituto Universitario de Estudios de la Mujer. Madrid.

Revista “Mujer y Sociedad”, Lima.

Revista VIVA, Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristán”, Lima.

Ruiz Bravo, Patricia, 1990, “De la protesta a la propuesta. Itinerario de la investigación sobre relaciones de género. En Tiempos de Ira y Amor, DESCO, Lima.

Valenzuela, María Elena, 1995, La Legitimidad de la Agenda de las Mujeres. En Documento El Estado y el Movimiento de Mujeres: Retos y Posibilidades. Foro de ONGs sobre la Mujer Beijing 95. Coordinadora Regional de ONGs de América Latina y El Caribe.

Vargas Valente, Virginia, 1989, “El Aporte de la Rebeldía de las Mujeres”,  Ediciones Flora Tristán, Lima.

Vásquez Sotelo, Roxana, 1996, “Las contradicciones de una década. Mujer y legalidad en el Perú”. En Detrás de la Puerta, hombres y mujeres en el Perú de hoy. Ruiz Bravo Patricia, editora, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima.

Villavicencio, Maritza, 1985, “1985: ¿El feminismo de la conciliación?, en revista VIVA, año I, Nº 3, Lima.

Villavicencio, Maritza, 1992, Del Silencio a la Palabra, Ediciones “Flora Tristán”, Lima.

Nota biográfica

Cecilia Olea Mauleón, es feminista peruana, con estudios de Antropología Social.  Fue parte del equipo de América Latina y El caribe que participó en la IV Conferencia Mundial de la Mujer y en las reuniones de seguimiento.  Ha trabajado en liderazgo y participación política de las mujeres y en los temas de sexualidad como parte de la democracia.  Coordinó la Campaña de América latina y el Caribe por la despenalización del aborto.  Ha publicado “Encuentros, (des) encuentros y búsquedas” que contienen un conjunto de reflexiones sobre el movimiento feminista latinoamericano y en los últimos años diversos artículos sobre sexualidad, aborto y democracia.  Actualmente es parte del equipo de coordinación de la Campaña por la Convención de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos y coordina el Consejo Directivo del Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristan”.


 

[1] En la jerga feminista se usa el término segunda ola para hablar del feminismo surgido a partir de la década del 60 y diferenciarlo del feminismo sufragistas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX.

[2] Lamas, Marta, en Debate Feminista, año5, Vol. 10, septiembre de 1994, México, Pág. 4.

[3]También existían otras organizaciones de mujeres como la Unión Popular de Mujeres del Perú (UPMP), vinculada a la Federación Internacional de Mujeres (FIM) y Creatividad y Cambio, este último de vital importancia en la creación y desarrollo del movimiento feminista en el país.

[4] Es interesante constatar que los argumentos de la jerarquía de la Iglesia Católica en los 60 frente a la píldora anticonceptiva en los 70 frente a los consultorios de Planificación Familiar y en los 00 frente a la Anticoncepción Oral de Emergencia no han variado.

[5] Ibib, nota 4 Pág. 7.

[6] Bruckner, Pascal, La tentación de la Inocencia, Anagrama, Barcelona 2002, Pág... 97.

[7] Mouffe, Chantal, El retorno de lo político, Paidos, España 1999, Pág... 90.

10 Ver, Revista VIVA, Nº 4, 1985.  El grupo de trabajo “Flora Tristan” es diferente al Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristan”.

[9]Fue coordinado por Wicky Meynen, Kate Young y Virginia Vargas.

[10]Entrevista a Victoria Villanueva, Lima 1992.

[11]Ver, Revista “Mujer y Sociedad”, año I, Nº 1, 1980.

[12]Ver, Revista “Mujer y Sociedad”, año I, Nº 1, 1980, Pág... 24.

[13]Lucy y CONEL fueron dos fábricas una de confecciones y otra de electrónica que fueron tomadas por las trabajadoras como una forma de defenderse del cierre intempestivo.

[14]En 1979 se crea la Comisión de la Mujer del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y la Comisión Femenina de Vanguardia Revolucionaria, en julio de 1981 la Unidad democrática Popular (UDP) organiza el Primer Encuentro Metropolitano de Mujeres, similares procesos se vivieron en la Unión Nacional de la Izquierda Revolucionaria (UNIR).

[15]Ver Ruiz Bravo, Patricia, LIMA 1990.

[16]Ver, la colección de la revista Monos y Monadas. En uno de los ejemplares del Diario de Marka, el poeta Paco Bendezú afirmó que “las feministas son flores sin regar”

[17]Ver, Barrig 1986.

[18]Es importante anotar que Los tres primeros encuentros feministas latinoamericanos (Bogotá 81, Lima 83 y Bertioga 85) fueron autofinanciados y hechos en base al trabajo voluntario de las integrantes de los colectivos organizadores respectivos y del movimiento de sus respectivos países y financiado con las cuotas de inscripción de las participantes.  La Fundación Ford dio un préstamo para la realización de los mismos que luego de los respectivos eventos fueron devueltos.

[19]La propuesta del realizar este festival nació en la Comisión de Cultura del II encuentro cuya responsable fue Roxana Carrillo Frías.

[20]18 Este año de 1997 luego de cinco años un grupo de mujeres agrupadas como Movimiento Amplio de Mujeres convocaron con ocasión del 8 de Marzo al X festival Canto a la Vida.

[21]Es importante anotar que otras expresiones del movimiento de mujeres eran invitados a participar pero que el núcleo de organización y decisión quedo en manos de las feministas.

[22]Nombre con que se conocían a las ONG en esa época.

[23]Perú-Mujer tuvo un programa de formación de promotoras legales, Manuela Ramos desarrolló un programa para la formación de orientadoras legales y también abrió un consultorio legal y el centro de la Mujer Peruana “Flora Tristan abrió un consultorio legal y desarrolló una investigación sobre violencia y legalidad.

[24]Ver Roxana Vásquez, 1996.

[25]El Movimiento “Manuela Ramos” desarrolló un proyecto dedicado exclusivamente a provincias.

[26]Participaron Virginia Vargas como candidata a una diputación por Lima y Victoria Villanueva como candidata a una senaduría.

[27]Ver cronología del movimiento feminista. Lima 1987.

[28]Ver, Villavicencio, 1985, Palomino, 1985.

[29]Una de las animadoras de esta práctica fue Carmen Espinosa del Movimiento Manuela Ramos, y producto de los talleres que ella coordinó se conformó el grupo “Ser Mujer Peruana”.

[30]En el padrón del movimiento se registraron los siguientes grupos: Talita Cumi, Pandora, Cendoc-Mujer, Demus, Derechos de la Mujer, grupo Autónomo de Mujeres, Arcadia, Aurora Vivar, CESIP, Flora Tristan, GALF, Voz de la Mujer, Lilith, Manuela Ramos, Mujer y Sociedad, Ser mujer Peruana, Renacer, Promoción de la Mujer, y más de medio centenar de independientes.

[31]El colectivo de coordinación editó una Boletina de información e impulsó y coordinó diversas actividades internas y externas. En junio de 1991 se autodisolvieron. Esta última decisión no ha sido procesada al interior del movimiento.

[32]Se creó el Colectivo de Mujeres en Defensa de los Derechos Humanos COLMUDEH, quienes realizaron acciones tanto nacionales como a nivel internacional.

[33]Ver, manifiesto del Movimiento feminista Peruano, 15 de mayo de 1987.

[34]Este trabajo fue apoyado por la Asociación “Aurora Vivar” y el Centro de la Mujer Peruana “Flora Tristan”.

[35]La primera reunión de FORO MUJER se realizó el 21 de Marzo de 1990 y se instaló formalmente el 18 de julio del mismo año.  Estuvo integrado por la Asociación Aurora Vivar, Cendoc-Mujer, CESIP, Flora Tristan, Mujer y Sociedad y Manuela Ramos.

[36]Ver, Milioslavich Tupac, 1994.

[37]No existe todavía un balance como movimiento de este hecho político.

[38]Ver,  FORO-MUJER, suplemento Nº 2, Abril 93.

[39]Una de las principales organizaciones que lo impulsaron fue el CLADEM-Perú.  Es importante señalar que esta postura política no tuvo eco en algunas organizaciones feministas aunque sus integrantes se plegaron de forma individual.

[40]Desde 1993 una representante de Consorcio Mujer fue acreditada ante la Comisión de Derechos de la Mujer, posteriormente fue incorporada una representante de la Red Nacional De Promoción de la Mujer.

[41]Ver, Decreto Legislativo # 866 del 25.10.96.

[42]Aprobado en santiago de Chile en Noviembre de 1994.

[43]El convenio firmado con las Fuerzas Armadas para alfabetización.

[44]Un conjunto de feministas salieron a las calles, en 1994, con ocasión del conflicto conyugal de la pareja presidencial.

[45]Marchas de solidaridad con Frecuencia Latina, acciones en defensa de Leonor La Rosa y de condena al asesinato de Mariela Barreto.

labrys, études féministes/ estudos feministas
janvier /juin 2007 - janeiro / junho 2007